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Juan Manuel Chabolla Romero*
Miércoles 28 de julio de 2021
¿Quiénes son aprendientes?
Todos los seres humanos somos aprendientes desde que nacemos y lo seguiremos siendo en tanto conservemos la lucidez mental.
A lo largo de la vida contamos con diversos enseñantes, unos conscientes del papel que desempeñan pero otros no. Primero, nuestra madre, el núcleo familiar, amigos (ellas y ellos), maestros (ellas y ellos), compañeros de juego, de estudio, de trabajo o diversión; pero también las páginas que hemos leído, programas, películas y espectáculos que hemos oído o visto en teatro, radio, cine, antros y medios electrónicos; la naturaleza, los avatares de la vida, los éxitos y, sobre todo, los fracasos.
Suele suceder que mientras más positivos sean nuestros enseñantes en la edad temprana, aprenderemos más cosas positivas que negativas y eso nos ayuda a ser felices. Pero hay algo más que no cambia: cada uno de los seres humanos somos responsables no tanto de lo que hayamos aprendido sino de lo que hemos puesto en práctica, libre y conscientemente.
Decálogo del aprendiente[1]
- Te amarás, te aceptarás y respetarás a ti mismo y en esa misma medida serás capaz de amar, aceptar a los que te han demostrado amor así como a los demás seres humanos y a la naturaleza.
- Valorarás tu calidad de aprendiente en un mundo donde millones de niños y jóvenes no tienen acceso a la educación formal, y aprovecharás ésta para compartir este privilegio y en consecuencia sabrás corresponder sirviendo a los demás con conocimiento de causa y sin afán de lucro.
- Aprovecharás las horas presenciales en clases, talleres y laboratorios para construir conocimientos, adquirir habilidades y asumir actitudes humanamente necesarias para convivir, participar en la sociedad civil y ejercer con dignidad tu profesión.
- Responderás a quien tenga el derecho de pedirte cuentas por el tiempo invertido en tu educación formal y los resultados obtenidos: tu país, tu comunidad social, tus padres o tutores, tus formadores, tu alma mater, tus familiares, amigos y compañeros que te han apoyado.
- No matarás a nadie sino en defensa propia o ajena, no agredirás a nadie salvo en caso de defensa propia o ajena. No te agredirás a ti mismo puesto que eres lo único que tienes. Tampoco matarás en ti ni en tus compañeros la alegría de vivir, de amar, de trabajar con otros.
- No renunciarás a tu propia dignidad ni atentarás a la dignidad de los demás por ningún motivo (por ejemplo: placer, venganza, aprobar un curso, promesas de éxito rápido, puestos atractivos, fama o fortuna) y en ningún sentido (físico, psicológico, profesional, espiritual y demás).
- No robarás a nadie ni cosas materiales, ni sus ilusiones, su confianza o su buen nombre; ni te plagiarás trabajos ajenos presentándolos como tuyos.
- No mentirás para engañar a tus compañeros ni maestros o para aprobar una asignatura; no copiarás en los exámenes ni dejarás que te copien por un compañerismo mal entendido. Tampoco usurparás una profesión para la cual no te preparaste debidamente sino que fuiste avanzando en tus estudios a costa del trabajo ajeno, transas, engaños y chantajes de todo tipo.
- Sabrás reconocer tus errores y rectificar tus pautas de conducta, cuando te des cuenta que de que estás traicionando a tu conciencia. Tendrás la suficiente humildad para pedir ayuda cuando la necesitas pero no caerás en la dependencia; asimismo serás capaz de dar ayuda y solidarizarte con tus compañeros en relaciones de equidad e interdependencia.
- No culparás a nadie de tus fracasos. Tu destino no está previamente establecido por nadie ya que aún en las más adversas circunstancias tienes un ámbito de libertad para decidir qué quieres hacer, cómo quieres ser; y lo que hagas o dejes de hacer, depende de la fuerza de tu carácter, de tu congruencia entre pensar y obrar, además de la claridad de tus convicciones y un sentido de fidelidad a las causas humanas más valiosas.
- Entenderás que es más importante compartir que competir; colaborar que mandar, participar que sentarse a esperar. Si con alguien conviene que compitas, es contigo mismo para crecer como ser humano, ciudadano y profesionista.
- Serás capaz de descansar, divertirte y disfrutar de los placeres que la vida te ofrece sin esclavizarte a ellos. Esto te permitirá cargarte de energía para continuar tu proyecto de vida, delineado en estas líneas.
- En vez de esperar la felicidad como la culminación solemne, extraordinaria y largamente anunciada de tus múltiples afanes, aprovecharás cada momento para ser feliz no a pesar del ejercicio de tu profesión, sino en gran medida gracias a éste y al sentido valioso que le des a los momentos ordinarios de tu vida.
Nota:
[1] Decálogo: Conjunto de normas o consejos que, aunque no sean diez, son básicos para el desarrollo de cualquier actividad (RAE).
* Esta es una contribución del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, en el que colabora el autor.
Foto de portada: Kevin Hendersen (@khendersen) / Unsplash.
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