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©Gaudencio Rodríguez Juárez*
Jueves 25 de agosto de 2022
“¿Decirle o no decirle que fue adoptado?” En la actualidad los padres que tienen un mínimo de información conocen la importancia que tiene para su hijo o hija saber acerca de su adopción. No ocultarle la verdad es una premisa que cada vez goza de mayor respaldo en las familias y en la sociedad, pues conocer su pasado, saber acerca de su origen, es su derecho y una de sus necesidades fundamental del desarrollo humano.
No obstante, las preguntas que suelen aparecer giran alrededor del cómo, cuándo y de qué manera decírselo, sobre todo a la hora de platicarle algunos datos difíciles o dolorosos de su pasado.
La parentalidad biológica y la parentalidad adoptiva tienen más semejanzas que diferencias, al mismo tiempo que tienen sus especificidades. Precisamente, una especificidad de la parentalidad adoptiva tiene que ver con la importancia de que papás y mamás tengan información y sensibilidad suficiente para abordar el tema del origen del niño, de la niña.
Necesitan tener claro que para el hijo adoptivo saber sobre su origen es fundamental para construir una narrativa que de cuerpo y solidez a su identidad. Necesitan tener claro que el derecho a la identidad (artículo 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño) debe ser garantizado para todas las niñas y niños. Identidad no significa sólo tener un nombre plasmado en el Acta de Nacimiento, también significa la posibilidad de conformar un sí mismo que aporte salud a la personalidad, dicho sea de paso.
Los padres adoptivos necesitan adquirir conocimientos y recursos que contribuyan a la construcción de un lazo parento-filial basado en la verdad, la confianza, el amor y la sabiduría acerca de los vínculos familiares. Y es que, como dice la estudiosa en el tema, Dora Kweller, “el por qué se debe informar al hijo sobre la adopción, responde a una necesidad común a todo hijo adoptivo de confirmar el conocimiento previo (y casi intuido) de sus padres biológicos… El por qué tiene que ver con el derecho de todo ser humano a conocer la verdad sobre su historia”.
Cuando algunos padres adoptivos optan por ocultarle la información del pasado a su hijo no lo hacen con dolo. Generalmente lo que buscan es evitarle la tristeza o el dolor al relatarle una historia de abandono, descuido o abuso. Es la aparición de la ansiedad y el miedo derivada de la historia del hijo aparece en los padres lo que provoca la dificultad para abordarla a través del tiempo.
El problema es que el silencio, el secreto y la mentira resultan perjudicial para el mundo emocional del niño. Conocer y resignificar la historia difícil puede resultar un proceso doloroso, pero al final resultará benéfico, pues permitirá dar dinamismo al psiquismo, entender lo que le pasó y darle un sentido viable. Lo innombrable, lo inasible se transforma en síntomas y los síntomas en trastorno.
Hoy sabemos que no es el pasado con sus pérdidas, rupturas y adversidades lo que genera sufrimiento, trauma o trastorno, sino la imposibilidad de poder rememorarlo, expresarlo y resignificarlo con la ayuda de los otros, sobre todo de los padres. Razón por la cual, los padres adoptivos necesitan herramientas para desempeñar su rol de tutor no sólo de desarrollo, sino también de resiliencia.
No olvidemos que la información sobre el origen del niño que las instituciones entregan a los padres adoptivos, le pertenece al niño, los padres sólo son custodios de dicha información y transmisores de la misma a través de la vida del hijo.
Está por demás tratar de silenciar la adopción, pues el niño sabe su condición de adoptado desde el inicio, lo lleva en su cuerpo, en su inconsciente, en su memoria sensorial; él lleva el olor y el sonido de la voz de quien le procreó, lo único que necesita es que, a través del tiempo, le aclaren cómo sucedió, le vayan compartiendo los sucesos ayudándole a dar un sentido a dicho relato.
En resumen, saber cómo, cuándo y de qué manera abordar los aspectos del pasado de la hija o del hijo adoptivo, así como contar con directrices para hablarle sobre su adopción de tal manera que contribuya a la construcción de una identidad positiva y una sana personalidad gracias a la creación de una narrativa que aporte seguridad, fortaleza interna y autoestima, es una condición necesaria para que los padres y madres puedan acompañar a sus hijos e hijas en ese largo proceso de crecimiento.
* Psicólogo / [email protected]
Foto de portada: Gabe Pierce (@gaberce) / Unsplash.
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