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Agustín Ramírez Agundis*
Miércoles 8 de marzo de 2023
En los últimos años el tema de la inteligencia artificial se ha vuelto común principalmente en el ámbito comercial con referencia a una amplia diversidad de productos que presumen poseerla en cierta medida y en algunos aspectos.
En realidad, la inteligencia artificial no es un concepto nuevo, sus avances en términos prácticos se remontan a los años ochenta del siglo pasado y desde entonces su desarrollo ha venido avanzando en la medida que ha crecido la potencialidad de las computadoras debido a que cada vez son más veloces, tienen mayor capacidad de almacenamiento y se les ha podido dotar de elementos que les permiten interactuar tanto con su entorno más próximo como con aquél que se encuentra situado en puntos muy remotos del planeta a través de redes de comunicación sumamente eficaces y robustas.
Inicialmente la inteligencia artificial tenía áreas de investigación y desarrollo focalizadas en tareas muy específicas, tales como el reconocimiento de patrones, la comprensión del lenguaje natural, el razonamiento lógico, la visión artificial, la solución de problemas complejos y el aprendizaje automático. Para ello, se generaron métodos de análisis y toma de decisión basados en el funcionamiento del comportamiento humano, tales como las redes neuronales, la lógica difusa, los algoritmos genéticos y la explotación de almacenamiento de información no estructurado.
Hoy en día los desarrollos y resultados generados en estas áreas se han integrado para conformar complejos sistemas que son explotados comercialmente en muy diversos campos, que van desde los propiamente recreativos para uso individual, hasta los industriales, sobresaliendo las plantas manufactureras en las que sofisticados sistemas robóticos realizan la fabricación e inspección de los productos. En el sector de los servicios y las finanzas, la inteligencia artificial ha encontrado también un nicho muy redituable debido a su capacidad para procesar rápida y eficazmente grandes volúmenes de información para generar pronósticos del comportamiento de los sistemas.
Desafortunadamente, en estos tiempos pululan los adoradores que sin reservas promueven a través de los medios masivos de comunicación las virtudes de la inteligencia artificial sin tener una idea mínimamente informada de lo que realmente significa, sus limitaciones y los riesgos de un uso indiscriminado para el futuro de la humanidad.
Actualmente, ya está en la arena pública la competencia entre diferentes empresas que han generado un sistema propio en el campo de la llamada inteligencia artificial conversacional. Esto es, sistemas que permiten que una persona converse (mantenga un chat) con una máquina tal como si lo hiciese con otra persona, es decir, a través de preguntas, peticiones, comentarios, opiniones y conclusiones. El ChatGPT desarrollado por la compañía OpenAI es el sistema hasta el momento más conocido y ha causado un revuelo a nivel mundial, reviviendo también la polémica acerca de los beneficios y riegos de la inteligencia artificial.
En una entrega próxima intentaré analizar las posiciones centrales que giran alrededor de esta interesante discusión. Por lo pronto, pongo sobre esta página la frase expresada por Stephen Hawking en diciembre de 2014: «el desarrollo de una completa inteligencia artificial (IA) podría traducirse en el fin de la raza humana».
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece el autor.
Foto de portada: Maximal Focus (@maximalfocus) / Unsplash.
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