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Juan José Martínez Bolaños
Lunes 25 de junio de 2018
La migración es un fenómeno social inherente a la historia del ser humano, siempre nos movemos, buscamos satisfacer nuestra curiosidad innata de conocer nuevos lugares, explorar y caminar hacia nuevos aires. La historia nos muestra que se migró también en busca de mejores condiciones de vida. Al principio en busca de tierras que ofreciera más recursos naturales como agua y alimento. No obstante la historia avanzó y nos hicimos demasiados en este mundo: éramos unos siete mil 600 millones a mediados de 2017, y para el 2030 se proyecta se rebasarán los ocho mil millones de habitantes, según el informe World Population Prospects The 2017 Revisión, elaborado por la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. El 60% de la población mundial vive en Asia, el 17% en África, el 10% en Europa, el 9% en América Latina y el Caribe, y el restante 6 por ciento en América del Norte y Oceanía. Somos muchos, no cabemos y ya no nos movimos como al principio.
Sin embargo la migración hoy en día sigue siendo un problema mundial de gran importancia, y uno de los motivos por los cuáles la población se desplaza es para huir de la violencia y las condiciones de pobreza que se vive en algunos lugares del mundo. Fuimos espectadores de las indignantes de imágenes de los niños retenidos, separados de sus padres y enjaulados en un centro de retención del Departamento de la Policía Fronteriza de Estados Unidos en McCallen, Texas, dadas a conocer este mes. Sin duda la política proteccionista de Estados Unidos y su “Tolerancia Cero” han causado un daño profundo en las familias migrantes, principalmente de los países de Centro América, lugares golpeados por la desigualdad, inseguridad y pobreza. Es un tema relevante, pero, como le dijo Denise Dresser a José Antonio Meade en Twitter cuando el primero le pedía a Donald Trump echar abajo su política migratoria sobre su supuesta indignación respecto al tema: “Es bueno exigir hacia afuera pero imperativo hacerlo hacia dentro también”. Los desplazados en México obligados por el miedo a la violencia son un tema que pocas veces se pone sobre la mesa en nuestro país, sin embargo están ahí y no son pocos.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidad citada por la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), los desplazamientos forzados internos son: “Personas o grupos de personas que se han visto forzadas u obligadas a escapar o huir de su hogar o de su lugar de residencia habitual, en particular como resultado o para evitar los efectos de un conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada, de violaciones de los derechos humanos o de catástrofes naturales o provocadas por el ser humano, y que no han cruzado una frontera estatal internacionalmente reconocida”. Este fenómeno de victimización grupal representa una situación grave, las personas desplazadas se ve obligadas a dejar sus hogares, familias, amigos y sueños. Muchas veces las personas vivieron cercanamente un evento donde fueron víctimas de hechos violentos generalmente relacionados con las criminalidad organizada, o bien, son víctimas indirectas donde padecen las consecuencias de la “guerra contra el narco” que principalmente arrancó marcadamente en el 2006 con la administración del presidente Calderón. Las personas huyen de vivir en ciudades donde salir a comprar la despensa podría ser una odisea esquivando balas en los enfrentamientos armados que se suscitan.
Debido a la violencia del país, conflictos políticos o religiosos y de acuerdo al informe de la CMDPDH durante el periodo de 2009 a enero de 2017, en México 310 mil ,527 personas tuvieron que desplazarse de manera interna, huyeron por miedo. Tan sólo en 2016 se registraron 29 episodios de desplazamiento masivo en el país, impactando en al menos 23,169 personas, en 12 entidades del país: Chiapas, Chihuahua, Durango, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas. El perfil victimal identificado por el informe señala que las características de las personas que han sido desplazadas corresponde por lo general a: niños, niñas y adolescentes, indígenas, estudiantes, profesionistas, adultos mayores, campesinos, pequeños propietarios de negocios, empresarios, activistas, periodistas, defensores de derechos humanos, funcionarios públicos y mayoritariamente mujeres, madres de familia que ante eventos de violencia se ven obligadas a huir con la finalidad de salvaguardar su vida y la del resto de su familia llevando con ellas niñas, niños y ancianos.
Los desplazados en México son víctimas en la sombra, no existe un marco legal que reconozca esta situación debido a que los movimientos forzados no se dan fuera de las fronteras del país, y este es un requisito para activar protocolos internacionales para atender y garantizar la seguridad y los derechos humanos de las víctimas.
Mirar hacia adentro y ser autocríticos de los fenómenos sociales que se gestan en el seno de la delincuencia organizada que sigue y seguirá siendo un reto para los gobiernos locales, estatales y federales. Ojalá que este sea un tema que preocupe y ocupe al próximo gobernante, porque hoy por hoy no llega a ser siquiera un tema de campaña.
Foto de portada: ACNUR.
2 Comentarios
En primer lugar recibe un cordial saludo amigo y colega, segundo, felicidades por el trabajo que realizas, tercero, muy acertada tu investigación de este fenómeno que afecta a la sociedad mexicana y mundial,describes muy acertada mente los factores y/o causas del fenómeno de la migración, desigualdad social, falta de oportunidades de trabajo , escuela, vivienda, atención medica y bueno estoy hablando de nuestro país México, abra países donde la gente migre por otros factores, situaciones velicas por ejemplo.
felicidades y seguiré leyendo tus trabajos.
¡Gracias Edgar! Así nuestro México, pero hay que seguir adelante. Envío un abrazo fraterno.