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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 28 de noviembre de 2022
Traía en la cabeza una nueva idea como de manualidades, ves que yo siempre estoy recortando, pegando y haciendo. Necesitaba un “algo” que pudiera llenar de cosas y cerrar herméticamente. Empecé con una lona sólida y plastificada pensando en una suerte de bolsa pero no te creas que fue fácil coserla porque la aguja se atoraba en la parte plastificada. Finalmente, – aunque soy buena inventando cosas con mis manos-, al mirar el resultado no me sentí satisfecha.
Sí, tenía una especie de caja/recipiente/canasta sin asa, pero no era lo suficientemente sólida y hermética para lo que yo quería. Entonces decidí usar metal, no un metal muy grueso, tenía que ser algo que yo misma pudiera recortar con mis tijeras de pollero, (que las pobres lo que menos han cortado en su vida es pollo). Conseguí una lámina delgadita en la tlapalería [1] de aquí abajito, la venden por pedazo no por metro, así que compré tres.
Corté mi lámina, doblé los bordes como si estuviera haciendo dobladillos para alguna bolsa de trabajo y usé pegamento del amarillo que huele fuerte para “coserlos”. Le puse unas bisagras que tenía en mi cajita de herramientas, unos remaches que medio aplasté, le coloqué dos hebillas metálicas frente a frente, las tenía guardadas de algún día que se rompió un saco grueso para acampar, conseguí un candado de los de combinación (porque los de llave cualquiera los abre) y claro decoré mi baúl, -porque finalmente había entendido que ése era el objetivo: hacer un baúl -, con pintura para vitrales.[2]
El asunto no era muy sólido todavía, no lo suficiente en todo caso para lo que yo quería usarlo después, entonces metí por dentro la primera “caja” que había hecho con la lona. Era prácticamente del mismo tamaño porque había usado los mismos patrones para la tela como para el metal, me las ingenié entre pinzas, tijeras de pollero – otra vez, pobres tijeras- y martillo para sostener todos los dobleces que habría cosido si el todo hubiera seguido siendo una bolsa de tela, y consideré mi obra: sí, serviría.
Tengo ahora un cofre, sí, porque baúl no es, es más chico, tengo entonces un cofre sólido de metal forrado, con un candado cuya combinación no escribiré en ningún lado para que jamás nadie, -ni siquiera yo-, lo pueda abrir.
Claro que antes de ponerle el candado metí dentro eso que necesitaba guardar.
Tomé entre mis manos la enmarañada excrecencia de sentimientos que me habita, me construye y me destroza y jalé. Algunas partes salieron tranquilamente, así como cuando arrancas la mala hierba de tu terrenito y son hojitas nuevas y tiernas. Otras partes sencillamente no se dejaban extirpar, mis manos sufrían, sangraron porque las raíces eran largas-gruesas-fuertes y hasta espinosas. Al sacar por fin el bulto lacerante, me sentí extrañamente triste. Había creído que mi acción me liberaría, pero por lo visto a veces la libertad duele.
Metí todo aquello en el baúl, cerré la bolsa de lona, bajé la tapa del baúl, -o del cofre porque finalmente no sé si es lo uno o lo otro, no logro decidir y tal vez esos nombres no dependan ni de calidad, tamaño, propósito o contenido. Está allí en mi taller, en una esquina que no es ninguna de las cuatro esquinas del cuarto rectangular, es una esquina diferente que sólo los iniciados reconocerán algún día y que yo olvidaré, me lo he prometido.
Y sí, sé que de todo lo que arranqué de mí, quedaron algunas raíces. Dos de ellas, las siento por debajo de mi piel, una en el cerebro, la otra las tripas.
No sé cuál vuelva a crecer más rápido, en un lugar como en el otro hay mucha mierda todavía, y es bien sabido que la mierda es buen abono.
Notas:
[1] Clavos del 9 nunca hay, pero láminas de metal sí. Es una tlapalería muy extraña.
[2] Agarra bien sobre el metal si limpias el metal primero con vinagre blanco.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto de portada: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
2 Comentarios
Buena terapia para arrancar la mala hierba que crece y se reproduce aunque quien cultiva su jardín no la quiera. Y por lo visto ahí espera el baúl o bolsa más contenido.
Por lo visto, detrás de la maleza, hay más maleza…