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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 13 de enero de 2023
«Revolución es sentido del momento histórico; […] es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional […]».
– Fidel (01-05-2000)
El primer día del año en curso se cumplieron 64 años del triunfo de la Revolución cubana, una victoria del pueblo sobre la dictadura que lo oprimía y su principal apoyo: el imperialismo norteamericano.
La Revolución cubana constituyó un parteaguas en la vida de muchos pueblos de América Latina, África y Asia, pueblos en los que el neocolonialismo había sentado sus reales y mantenía su dominio y control sobre la vida política, económica, social y cultural, con el objetivo de apropiarse de sus riquezas naturales o de territorios con valor estratégico.
A partir del 1 de enero de 1959 muchos pueblos comprendieron lo importante que es la recuperación de la dignidad nacional e iniciaron procesos políticos y sociales que condujeron a su independencia y liberación de las ataduras que los uncían a un capitalismo en el que su futuro sería el de vivir permanentemente explotados, saqueados y excluidos; de constituir, precisamente, la otra cara de la moneda de ese sistema.
Cuba contribuyó a esa liberación con su ejemplo de dignidad, soberanía, independencia e incondicional solidaridad con los pueblos, algo que a los poderosos no solamente incomoda sino que molesta en extremo, razón por la que desde el triunfo de la Revolución Estados Unidos y la derecha internacional intentan, por todos los medios, destruirla.
Y esa Revolución, obra del pueblo cubano, aun con lo imperfecta que suele ser una obra humana y no obstante los obstáculos y dificultades que le crea o agudiza su enemigo imperialista, transita el año 65 de su existencia y su prestigio internacional crece conforme pasa el tiempo.
Así como crece el prestigio de Cuba y su Revolución, aumenta la obsesión del imperio por recuperar el dominio y control sobre todos los aspectos de la vida del pueblo cubano.
Pero el mundo actual es muy diferente al de hace seis décadas. El capitalismo, en su presente fase, la imperialista, vive una profunda crisis estructural resultante de sus propias contradicciones, la que intenta resolver mediante más explotación, saqueo y exclusión de los pueblos, incluyendo los propios, originando con ello la agudización de sus contradicciones y mayor rechazo de los pueblos a su dominio.
Y son, precisamente, esas contradicciones y el rechazo de los pueblos al dominio imperial lo que ha cambiado en buena parte el mapa político en el mundo, de manera especial en América Latina y el Caribe, espacio geográfico en el que sus pueblos buscan formas menos injustas y más dignas de existencia.
El pueblo cubano y su Revolución fueron capaces de romper la cadena de dominio imperial, recuperar su dignidad nacional y mantener, no sin dificultades, su soberanía e independencia. Y en su tenaz y heroica lucha por defenderlas, cuentan con la solidaridad de los pueblos.
Vayan estas modestas líneas como un saludo al hermano pueblo cubano y a su Revolución.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Fidel Castro es aclamado por el pueblo tras el triunfo de la Revolución Cubana | Foto: Juventud Rebelde.
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