SOMOSMASS99
Oscar Alzaga*
Con increíble irresponsabilidad y pérdida de la memoria, la mayoría en Europa opta por la regresión a una etapa aciaga de su historia. Los líderes políticos de Italia, Inglaterra, Ucrania, Hungría y otros países reivindican el fascismo como alternativa política para gobernar hoy.
Pero no dicen qué es, qué busca y cómo actúa el poder fascista, eso lo ocultan. Y varios países no fascistas, pero de derecha, ven con simpatía a sus vecinos fascistas (caso de Estados Unidos, Francia, etc.). Ninguno se atreve a denunciarlos como regímenes dictatoriales, su política excluyente, expansionista y, consecuentemente, criminal su naturaleza.
¿Alguien conoce una experiencia fascista que no sea dictatorial, expansionista y criminal?
Esos líderes de Inglaterra, Italia, Ucrania y de otras naciones se expresan del fascismo como si fuera una moda, una novedad o una alternativa vigente. Estamos en una etapa de la historia que -después de dos guerras mundiales- parecía imposible esa regresión. Quizá se deba a la peor inconciencia política, social y ética de la historia de Europa.
Recordemos que de 1945 a hoy, no ha habido un ejercicio crítico y autocrítico de esa etapa y de su aporte destructor: las dos guerras mundiales, 500 años de colonialismo y su peor expresión: el fascismo de Italia, Alemania, Japón, España y otros países de “Occidente”, que resulta peor que la etapa medieval. Las líderes inglesa e italiana de hoy parecen que hablan de lo más superficial y sofisticado, cuando la primera amenaza bombardear a Rusia y la segunda habla de Mussolini, como si no hubiera sido un criminal.
Ser fascista es ser criminal. Es autoconcebirse como una nación intervencionista y violenta con las demás naciones, sobre todo las débiles. Es despreciar a las demás naciones, es ser supremacista, racista, clasista y con “derecho” a someter y matar a los otros. Pero como ellas y ellos no lo reconocen, habrá que decirlo en voz alta para que escuchen y se vean en el retrato real de sus postulados y no en la mentira que suponen todos creemos.
Quien se autocalifique de fascista tiene que asumir lo que afirma, no fantasías o mentiras. Cuando recientemente los franquistas llegaron a exaltar a Franco en México y tuvieron seguidores del PAN, les exigimos que se autodefinieran como criminales, retrógrados y amantes de la dictadura, no solo franquistas, y aclaramos que no fue Franco quien ganó la Guerra Civil de España, sino los ejércitos de Mussolini y Hitler, con el apoyo de la “no intervención” de Francia e Inglaterra; que su dictadura -como todas las dictaduras- era criminal y negaba cualquier libertad y derecho humano esenciales.
Nadie tiene derecho a olvidar los más de 50 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial; los más de 25 millones de muertos de la URSS, los más de 13 millones de China, ni siquiera el medio millón de Estados Unidos, originados por el fascismo cuando asesinaron a los pueblos del mundo que invadieron. El olvido histórico y la ausencia de castigo a los responsables favorece la repetición de los actos criminales.
¿Cómo puede olvidar Europa sus propios crímenes y su historia colonialista e imperialista de 500 años? ¿Con qué autoridad moral, ideológica y política puede minimizar esa atroz realidad? Apelan al olvido y la inconsciencia colectiva, a la mentira oficial y de los medios.
¿Realmente creen en el eurocentrismo, en la supremacía, el racismo y discriminación que ahora varios gobiernos de “Occidente” reivindican directa o indirectamente?
Después de la Segunda Guerra Mundial la derechización del mundo tomó impulso con la política neoliberal encabezada por Reagan & Thatcher en los años 80 del siglo XX, más aún con la caída del socialismo en 1990 y con la multiplicación acuerdos internacionales como el Consenso de Washington de 1990 y sus 10 mandamientos, que es una verdadera declaración de guerra contra los países pobres o del tercer mundo y contra los derechos sociales y laborales de ambos mundos, el primero y tercero. Además de “las recetas” del FMI, BM, OEA, etc. Pero la derechización cobró fuertes bríos con la pandemia y la guerra en Ucrania, con la unidad de la derecha que significa la OTAN y la incapacidad de la ONU.
En ese marco, propio del siglo XXI, pese a la crisis de la economía de los imperialistas, se fortalece el renacimiento de la derecha y del fascismo. Justo al revés de lo que ocurre en Nuestra América, cuando surgen con fuerza los gobiernos democráticos, progresistas, independentistas y soberanos que poco a poco se alejan de Estados Unidos y de la derecha internacional. Desde luego, con una todavía fuerte oposición de derecha, capaz de llevar a cabo golpes de Estado (Honduras, Bolivia, etc.), de fraudes electorales o judiciales (México, Brasil, etc.), sumisos a EUA, la OEA, el FMI y otros que en conjunto debilitan uno de los aspectos clave en que más se avanza en el siglo XXI, que es la Unidad Latinoamericana.
¿América Latina está acaso al margen del peligro del creciente fascismo europeo? No. En Nuestra América, tradicionalmente, del siglo XV al XIX, ha sido Europa la principal influencia cultural, política e ideológica. En el siglo XX sería Estados Unidos.
No solo el PAN, también la mayoría de nuestros empresarios y clases medias se inclinan con la política de la derecha internacional y el fascismo europeo. La derecha latinoamericana no es muy distinta, Colombia casi toda su vida independiente tuvo gobiernos de derecha, la mayoría de los países vivieron dictaduras e invasiones extranjeras, sobre todo de EUA.
Pero también contamos una poderosa tradición de lucha libertaria e independentista, una tradición de apoyos y solidaridad latinoamericana, pueblos que han luchado siempre desde época prehispánica, colonial, independiente y los siglos XX y XXI, así como héroes de enorme formación, valor y lealtad a su patria, unos de alcance nacional y otros de alcance latinoamericano y aun internacional: Bolívar, San Martín, Sucre, Juárez, Martí, etc.
Hoy los pueblos y trabajadores de Nuestra América viven un avance contrario a Europa. Uno democrático, social, soberano, progresista y en parte socialista. De 1999 a 2015 fue la primera experiencia unitaria continental y la derrota del ALCA y triunfo de ALBA en 2005; luego, de 2018 a 2022, la segunda ola unitaria de Nuestra América. En ese marco habrá que cerrarle el paso a la derecha y al fascismo, en particular, de “Occidente” (que incluye a Europa), así como al interno de cada país y sus alianzas internacionales, en todas sus expresiones: cultural, política, ideológica,
Hasta donde sabemos en Europa no se ha levantado una lucha amplia y solidaria contra el fascismo, como lo reclama la experiencia, con carácter urgente y popular, por significar la peor experiencia de la historia contemporánea. Nosotros necesitamos enfrentarlo desde su reinicio e incluir esa lucha particular a la general que hoy se desarrolla en Nuestra América.
* Abogado del Sindicato Minero y la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas (ALAL), y la Asociación Internacional de Juristas Democráticos (AIJD).
Imagen de portada: Liz Truss, primera ministra de Reino Unido. | Foto: Gobierno de Reino Unido.
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