SOMOSMASS99
Alfonso Díaz Rey*
Viernes 30 de septiembre de 2022
Con objeto de imponer y mantener su dominio, los imperialistas utilizan siempre la mentira y el engaño. De ello se valen para controlar política, económica, ideológica e incluso militarmente a pueblos y vastas regiones del planeta para explotarlos y despojarlos de sus recursos.
Y aunque mienten siempre, pareciera que eligen ocasiones especiales para hacer gala de su hipocresía y cinismo. Entre esos momentos podríamos citar la realización de los periodos ordinarios de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El actual periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, el 77.o, es utilizado por los imperialistas y sus lacayos para exhibir su desfachatez, doble moral y su proclividad al fascismo, sobre todo en torno a la guerra en Europa, guerra provocada por ellos y que tiene como objetivo el debilitamiento y colapso de la Federación Rusa para controlar su enorme territorio y riquezas naturales.
A la vez que se presentan como los defensores de los principios que rigen a la ONU y guardianes de la paz mundial, sus transnacionales de la guerra y del petróleo incrementan enormemente sus ganancias con la venta de armas y combustibles a los países europeos, miembros o no de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y creándole a Ucrania, vía «ayuda» militar, una enorme deuda, además de las penurias y devastación que deja la guerra.
Pero no solo eso, los imperialistas también están involucrados en el conflicto armado entre Armenia y Azerbaiyán; incrementan las tensiones con China, no solamente las comerciales sino las políticas, con el apoyo a Taiwán y la creación del bloque militar Aukus (Australia, Reino Unido y Estados Unidos); lanzan acusaciones contra países que mantienen unilateralmente sancionados y militarmente cercados, como Corea del Norte e Irán. Esa actitud de los imperialistas ha incrementado el armamentismo y las probabilidades de una conflagración de mayor magnitud y peligrosidad.
En Nuestra América, aplica sanciones y bloqueos a Venezuela y Nicaragua; realiza prácticas injerencistas en prácticamente todos nuestros países, y mantiene el criminal y genocida bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, que se hizo oficial en febrero de 1962 pero en los hechos comenzó desde el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959.
En Asia y África no cesan sus actitudes injerencistas e intervencionistas en pos del control de las riquezas naturales de esas regiones. En casi todos los países capitalistas tienen a las oligarquías locales como sus más fieles aliados.
Los imperialista olvidan u ocultan ─porque no ignoran─ su responsabilidad en múltiples conflictos armados, como Corea, Vietnam, República del Congo, la invasión de 66 horas a Cuba (Playa Girón), Angola, Yugoeslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria, el permanente apoyo al genocidio de Israel contra el pueblo palestino; y para no hacer la lista interminable, recordemos que en 246 años como país independiente, Estados Unidos solamente ha vivido 17 años sin conflictos armados contra otros países, además de que cuenta con más de 800 bases militares diseminadas por casi todo el planeta. Esa es la verdadera cara de quien acusa en la ONU y cínicamente muestra su muy especial y sesgada visión del mundo y la realidad.
Esa visión, plagada de mentiras y engaños, mediante la cual los imperialistas presentan y pretenden imponer su visión del mundo y la realidad, es constantemente propagada por los grandes medios masivos de difusión y comunicación ─los más poderosos propiedad y al servicio del gran capital─, así como por la gran industria del entretenimiento, por cierto, en las mismas manos.
La ofensiva mediática e ideológica del imperialismo pretende que aceptemos la realidad que trata de imponernos como algo normal e inamovible; que admitamos esa realidad e intentemos adaptarnos a ella porque así han sido las cosas y siempre serán de ese modo; que debemos procurar encontrar la superación personal e individual en escenario que el sistema ha creado para la enorme masa de desposeídos y dominados. Los insumisos son objeto de un trato «especial» para que reconozcan y retornen a la «normalidad» imperial; en este contexto se lleva a cabo el acoso contra Julian Assange, quien por desenmascarar las «verdades» del imperio padece una obcecada persecución política y judicial que atenta contra sus derechos y su vida.
De ahí la necesidad de enfrentar ideológicamente al imperialismo y sus lacayos, lo que requiere de un constante y crítico acercamiento y conocimiento de la realidad y de confrontar permanentemente con ella nuestras concepciones, para rectificar cuando sea necesario y estar siempre lo más cerca posible de la verdad. Ello hará menos difícil el triunfo sobre el principal enemigo de la humanidad y la vida.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Aspecto de la sesión de la 77 Asamblea General de las Naciones Unidas. | Foto: ONU.
0 Comentario