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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 26 de junio de 2023
¿Qué clase de ruptura te duele más? ¿La que sobreviene por cansancio? ¿La que irrumpe en tu vida después de una pelea? ¿La que te cimbra hasta el alma por una traición?
Sé cuál me duele más a mí, pero claro que te pregunto, no todos reaccionamos igual.
Imagina una pareja que cuando están juntos se aburren. La conversación es plana, se habla de la lluvia, del precio de la carne, de los hijos o del viaje que no se ha logrado hacer. Si no hay hijos, igual se habla del perro, del gatito, del coche del vecino que siempre lo deja atravesado en la entrada del edificio, de que no hubo whisky de marca en la boda del primo o de que la lavadora se descompuso. Si los de la pareja no viven juntos, del servicio de Uber que ha estado fallando, de que el cine estaba sucio, olía raro, de que la cena del viernes salió más cara que de costumbre. Temas importantes claro, si llueve no se puede ir por los hijos caminando a la escuela, o si el famoso viaje se retrasó por una dura enfermedad, claro que se tiene que hablar. Y si las cenas del viernes salen así de caras, habrá que cambiar de taquería. No, el rollo es el tono de la conversación, lo plano de la melodía vocal…
Estas ruptura son más un alejamiento, uno se da cuenta y se lo plantea al otro y sí, deciden que se acabó la relación. Quedan como amigos claro, porque son civilizados, pero la verdad es que si al amarse no tenían ganas ya de gritar, pues menos suenan las voces juntas si no hay pieles desnudas. Duele porque a veces se han ido 30 años de vida en común, o porque es uno muy muy joven y parece que el mundo se cierra.
Y es lo mismo con los amigos, sólo que la tela que se va deshilachando de a poquitos no lleva sexo en los hilos… Es lo mismo, ya no hay ganas de verse, ya no hay pláticas apasionadas, ni confidencias dolorosas. Se va, se va, se fue…
Duele, aunque caiga la noche igual que antes, sin que uno se dé cuenta.
Aunque la ruptura entre amigos duele tanto como la de amantes, a veces más. A tu pareja le dices cosas que jamás le dirías a un amigo, a un amigo no se le regaña por la toalla en el piso, ni se le agrede por llegar tarde ni s ele dicen groserías en una discusión. Y uno cree más fácilmente en la amistad de por vida, la de para siempre tú y yo, juntos. En ella, he vivido más rupturas por pelea que por desinterés mutuo. Recuerdo la instalación terrible de un resentimiento profundo por lo que se dijo, lo que se hizo. ¿Sera porque todo sucede en un santiamén? A veces por celos, la ves más a ella que a mí, por intolerancia, no soporto ya que hagas esto cuando estamos juntos, por envidia, es que ¿por qué siempre te platican más a ti que a mí?
Las rupturas violentas estallan de repente. Aquel día al despertar, no imaginaste que por la noche dormirías solo o cuando mandaste mensajito saludando, nunca se te ocurrió que dos horas más tarde bloquearías a quien con tanto cariño le deseaste buen día. El motivo puede ser tan banal como que nadie recogió la caca del perro o que otra viene la suegra a comer. Puede claro ser tan grave como el golpeaste al hijo o como el mentiste al hablar conmigo, con él, con ella..
Y te pasas días, semanas, y sí, años, rebobinando en tu cabeza la sucesión de eventos, de palabras. Y al encontrarse en algún lugar, porque claro que hay amigos en común, o porque la famosa taquería del viernes te sigue gustando, te late el corazón más de prisa, no sabes si saludar normal, o fríamente, o hacer como el chango que nada ve. Y aunque el encuentro sucediera mil años después de la ruptura, por la noche regresan los pensamientos obsesivos, el no entiendo, el pues ya ni modo, se lo buscó, el por qué a mí.
Y duele caray cómo duele.
Cuando es la traición la que te apuñala, por la espalda claro, no he encontrado manera de reponerme. Y creo que la mujer que descubre que su pareja se acuesta con su mejor amiga de ella no sobrevive, nunca vuelve a confiar ni en parejas ni en amigas. Creo que el hombre que descubre que su socio ha estado vendiendo partes del negocio sin decirle nunca vuelve trabajar en sociedad, sigue solo. La chica que descubre que sus amigos la han usado porque en su casa hay alberca, el niño que entiende que sólo lo invitan a las fiestas porque su papá es el presidente municipal, la secretaria que ve que salen todos los compañeros por una copa sin decirle…
La mujer que pensó que su amiga era de las que se cuentan con los dedos de una mano y que de repente no la reconoce, la oye decirle palabras llenas de odio o se da cuenta de que en realidad se le buscó, durante años, para acercarse al gerente de la compañía no sé qué para agarrar chamba. El que entiende que su hermano se quedó con la herencia, a la mala. El que se da cuenta de que su amigo habla mal de todos seguro lo hace de él y… lo comprueba.
En esta última parte, siento que la traición ni siquiera necesita ser entre dos personas que se aman, se quieren desde mucho: no importa la calidad del cariño, la cantidad de respeto, el tiempo pasado conociéndose, ni las circunstancias de la traición. Ruptura es ruptura, sin importar entre quienes. Puede ser nada más que la vecina que te saluda diario, resulta que se robó,-sí, ésa es la palabra-, el platito de plástico rosa de los gatos, o que el conserje de tu edificio es el que se ha estado llevando las monedas que dejas en tu coche. O más, que el inquilino de años te robó la casa con aquello de que él tiene los recibos del predial. O que la persona que vino de vista todos los miércoles durante años de repente lleva puesto el collar que has estado buscando por todos lados.
Traición es que la otra parte no se tome el trabajo de avisarte que la amistad terminó. Traición es volverse otro, así de repente, en la relación y no decir nunca por qué. Traición es dejar que el otro se ahogue sin tenderle la mano, aunque sea por educación. Traición es todo lo haces o dejas de hacer, dices o dejas de decir, dejando al otro solo en la estúpida ilusión de que el cariño sigue siendo importante entre los dos.
La decepción es más grande que el amor más grande de tu vida. Decides no volver a entregar tu corazón.
Y duele, con un carajo, como duele.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
2 Comentarios
Duele, aunque sepas que lo mejor ya pasó y no volverá, duele porque los buenos ratos se antojan eternos, aunque sepas que son solo eso, momentos de vida que pasa como el tranvía que te lleva a tu destino y ahí te deja.
Muy buen descrito ese dolor…
Es porque lo conozco bien
Gracias por leer