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Martha P. Heredia Ávila*
Lunes 5 de agosto de 2024
A la caza de citas. Una defensa del cuerpo textual
Iniciar con una interrogante, para algunos, puede resultar perturbador. En general, preferimos respuestas más que preguntas.
Introducir. Así, este texto es sólo con el deseo de que la consecuencia de la primera traiga a su memoria algo agradable y digno de recordar. Seré directa en mi propuesta de inicio.
¿Ha deseado usted, por lo menos en una ocasión, ir a una caza de citas? Supongo que su respuesta es afirmativa. Es predecible. Su sí es una aseveración que mueve su interior y estimula su exterior. La búsqueda del o la desconocida lo hace atractivo, seduce nuestro ser.
Y es que por lo menos una vez en su corta o larga vida universitaria ha buscado este placentero espacio. Puedo afirmar que, con la edad, sobre todo la académica, se hace necesario. Me atrevo a mencionar que se vuelve indispensable. Y le diré que como tiene que ver con el placer, se busca, se lleva a la acción. Sea en solitario o en grupo.
Cazar: actividad que en sí misma implica perseguir, capturar, rescatar, recoger.
Cazar: palabra que en su origen vulgar del latín captare significa tomar; significa coger.
Citar, palabra también venida del latín citare, significa mencionar, nombrar, reconocer, notar, aludir. Derivan de ella también las palabras concitar, excitar, incitar.
La caza de citas es nombrar, mencionar, es reconocer en el cuerpo textual al hombre o mujer que se eligió para sustentar, para fortalecer, la tesis expuesta.
Encuentro fugaz, espontáneo, en ocasiones furtivo, cita a ciegas con los autores que el escritor desea sean vistos, expuestos a nuestra mirada para ser recorridos, acariciados línea a línea, suavemente con alguno de nuestros dedos.
Prosigo con otra pregunta: Y usted, ¿cómo prefiere tener esta cita?
Al pie, hasta abajo, zona de alta sensibilidad para la mirada, región del cuerpo textual a la que deseamos llegar, a veces con la ansiosa humedad digital que desliza girando en esta cacería la página anterior buscando a la próxima.
¿O prefiere tenerla entre paréntesis? Sí, así, a la mano, inmediata. Mencionan algunas conocedoras que es más fácil.
En cuestiones de técnica tiene usted la posibilidad de elegir; las mencionadas son sólo una breve muestra de la diversidad en esta área literal.
En nuestro placer, ahora común (usted sabe a lo que me refiero) podré dirigirme de forma más abierta, con mayor libertad, procurando hasta donde sea posible no turbar más su pensamiento, su idea sobre este encuentro.
Debo advertir (lo considero personalmente una obligación moral) que debido al nivel de intimidad al que se llega, las palabras penetran hasta lo más profundo de nuestro intelecto, de nuestras emociones, de nuestro sentir, que provocan una fuerte confusión porque las hemos poseído, las hemos hecho nuestras.
Esta honda cercanía provoca que lo propio y lo ajeno se encuentren en lo liminal, en lo abismal. Y en el éxtasis más álgido de lo nuestro debemos, aún en la dificultad, mencionar su nombre.
Privar la mención de una referencia bibliográfica de manera intencional es la transgresión del cuerpo textual no nuestro. Hacerlo propiedad sin el deseo, sin la venia del o de la otra, es un acto violento.
Aunque necesario y placentero… para el profanador.
* Martha P. Heredia Ávila es médica egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Creación Literaria, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Foto de portada e interiores: Korney Violin (@reka) / Unsplash.
2 Comentarios
Siempre una idea que guíe nuestro camino se agradece, algo que encontremos afín a nuestra forma de pensar, o que ilumine y guíe a una luz al final del túnel, yo también estoy a la caza de citas. Gracias doctora por su reflexión .
Gracias querida Maestra. Un abrazo.