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NO TODO ESTÁ PERDIDO
Agustín Galo Samario
El próximo viernes se despedirá de la Cámara de Diputados federal y el jueves siguiente, 20 de agosto, será nombrado presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Pero desde días atrás, cuando se supo que nadie se atravesaría en el camino de Manlio Fabio Beltrones, el dirigente estatal de los priistas, Santiago García, seguro empezó a contar los días que le quedan en el cargo.
Más aún, el senador Gerardo Sánchez no ha de estar nada contento con los cambios que se avecinan. Si la derrota electoral del 7 de junio no bastó para que dejara de imponer su ley en la dirigencia estatal, el arribo de Beltrones al CEN le cambia por completo el panorama, si no de catástrofe porque en política nada es definitivo, sí de negros nubarrones en el horizonte.
El que se prepara para recobrar protagonismo es el todavía diputado federal Francisco Arroyo Vieyra, quien se pegó a las faldas del beltronismo desde hace más de una década. Muchos años en los que en el Legislativo pudo hacer obras pequeñas, medianas y grandes a pedido de su jefe, todos pagaderos en favores. De modo que ahora con más confianza podrá impulsar la carrera de su hija Erika Arroyo en el Palacio Legislativo de San Lázaro, intentar hacerse del PRI estatal y preparar su camino hacia la candidatura al gobierno del estado en 2018. Qué mejor, podría decir Beltrones, que un peón para asegurarse el apoyo de su partido en uno de los estados que necesita para ganar la postulación a la presidencia de la República.
A partir del día 20 empezará a haber muchos damnificados. Los primeros Santiago García y Gerardo Sánchez. Habrá que ver quién más.
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