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©Gaudi Rodríguez Juárez*
Miércoles 10 de mayo de 2023
“La mistificación de la maternidad sirve para ocultar la poca importancia real que la sociedad otorga a este laborioso, complejo y determinante trabajo. Como ser madre es algo ‘natural’ tampoco se reconoce el alto costo personal que la maternidad supone para las mujeres”, afirma la investigadora Martha Lamas.
Con la presente cita no pretendo ser aguafiestas en el Día de la Madre, solo quiero recordar algo sabido y documentado desde hace mucho tiempo: la imagen de la madre es vista de manera ambivalente; por un lado se le venera tanto: se le componen canciones, poemas se instituye un día especial y se organizan festivales en su honor; por otro se le odia, discrimina y hasta violenta: las que están embarazadas, las que ya tienen hijos no encuentran trabajo o las que tenían lo pierde solo por eso, muchas no encuentran apoyo de calidad para el cuidado de sus hijos y las que si encuentran no tienen horarios suficientes (por cierto, a muchas obreras las hacen trabajar jornadas mayores a las ocho horas que señala la ley, sin pago de horas extras).
En la actualidad la ciencia aporta suficientes elementos para afirmar que las mujeres son esencialmente cuidadoras. Las investigaciones concluyen que la capacidad del organismo de las mujeres para producir la hormona llamada oxitocina las impulsa a priorizar el cuidado y protección a sus crías y a las personas en general. Sin embargo, son los propios investigadores como Jorge Barudy los que develan que la cultura patriarcal ha manipulado el altruismo social de las mujeres y las ha reducido a un papel obligatorio de cuidadoras al servicio de los hombres y de los hijos muchas veces sin preguntarles si quieren serlo.
En nuestra cultura la maternidad está asociada al amor incondicional, abnegación y sacrificio, tal cosa se transmite a las mujeres a temprana edad a través de la educación, la crianza, los juegos, juguetes, instrucciones, instituciones, etcétera. Al mismo tiempo, a la madre se le ve como una figura omnipotente, lo cual “favorece una mentalidad victimista que iguala maternidad-amor-servicio-victimización. La valoración social de las mujeres como madres y el nivel de gratificación narcisista que las compensa profundamente, facilitan la aceptación de las propias madres del mito impregnado de sacrificio y victimización” afirma Lamas.
La maternidad no es —o no debería ser— un destino sino una elección; no debería ser una necesidad sino un deseo conciente, decidido y propositivo; no debería ser una imposición u obligación sino un acto de libertad.
La maternidad no debería ser un acto altruista permanente (el altruismo sólo se requiere mientras la sobrevivencia de la cría depende del adulto) sino un trabajo amoroso. Reconocerlo como un trabajo no le quita su valor, al contrario lo pone en su justa dimensión; considerar la maternidad un hecho natural, un destino, es lo que provoca el no-reconocimiento de dicha actividad: “A las mamás no se nos reconoce ni se nos agradece en la vida diaria la preparación de la comida, el lavado de ropa, el cuidado de los hijos porque se considera que eso no es nada extraordinario sino parte de nuestra responsabilidad”, escuché decir en un grupo de madres.
La maternidad no debería ser una actividad que se reconoce un día para olvidarla o invisibilizarla el resto del año sino un trabajo afectivo que requiere energía, recursos y condiciones que el Estado debe proveer para el adecuado desempeño.
La maternidad no debería ser una tarea que limite la participación pública de las mujeres, no debería ser un trabajo solitario, sino comunitario, acompañado por la paternidad, los hombres también tenemos la capacidad de cuidado, protección y guía. No podemos seguir culpando a las mamás de los problemas psico-sociales que están presentando los hijos y las hijas. El resultado de la crianza no es responsabilidad de ellas únicamente, también lo es del padre que no ha logrado ubicar el nuevo rol que ha de jugar en estos tiempos; también es responsabilidad de la comunidad, de las instituciones, de los gobiernos, ¿no crees?
*Psicólogo / [email protected]
Foto de portada: Susan G Komen 3-Day (@susangkomen3day) / Unsplash.
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