SOMOSMASS99
Caitlin Johnstone*
Estados Unidos / Lunes 23 de enero de 2023
Los críticos del imperio estadounidense llevan meses recopilando montañas de pruebas que demuestran que el imperio provocó a sabiendas la guerra de Ucrania. Los partidarios del imperio estadounidense llevan meses publicando memes de perros y acusando a desconocidos de estar pagados por Putin. Está claro quién tiene razón.
Entonces, ¿todas las demás personas del mundo pueden votar si sus vidas deben arriesgarse en una ofensiva para controlar quién gobierna Crimea? ¿O será la administración Biden la que tome esa decisión en nombre de todos los seres vivos?
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Es una locura que el destino de todos los que están vivos y de todos los que podrían nacer en el futuro dependa de la forma en que dos gobiernos decidan abordar un conflicto en Ucrania, sólo porque esos dos gobiernos tienen la mayoría de las armas nucleares del mundo. Es como si dos personas en un bar se enzarzaran en una pelea que acabara con la vida de todos los habitantes de su ciudad. Nadie más en el mundo tiene voto en las decisiones que se están tomando y que podrían matar a todos los seres vivos y acabar con la humanidad para siempre; sólo unas pocas personas dentro de esos dos gobiernos y sus ejércitos.
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El imperio estadounidense le está diciendo a Moscú: «Soy el hijo de puta más loco que existe, seguiré intensificando la política de riesgo mirándote a los ojos y desafiándote a usar armas nucleares», mientras le dice al resto del mundo: «Soy la voz de la cordura a la que todos deberían mirar en busca de liderazgo».
Una de las caras del imperio es la virtuosa defensora de la libertad y la democracia, mientras que la otra da un espectáculo intimidatorio de vileza, como un preso que le arranca la mejilla a alguien de un mordisco en el patio de la cárcel. Al menos una de esas caras miente necesariamente.
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Literalmente, la única razón por la que los occidentales dominantes están de acuerdo con las maniobras nucleares del imperio estadounidense contra Rusia es porque la mayoría no lo entiende, y los que lo entienden no piensan mucho en ello. Evitan contemplar lo que es una guerra nuclear y lo que significaría.
Siempre que toco este tema recibo un montón de respuestas como «¡Yeehaw! Así es, zorra, ¡nos enfrentamos a Putin!». No abordan el tema con nada parecido a la gravedad que lo harían si entendieran lo que está pasando y hubieran pensado seriamente en lo que podría ser. No entienden lo horriblemente peligroso que es que el imperio esté considerando respaldar una ofensiva contra Crimea, y no han contemplado sinceramente lo que sería que toda criatura viviente muriera horriblemente y que nadie volviera a nacer en todo el tiempo.
Cualquiera que sea tu posición en todo este conflicto, deberías abordar la posibilidad de una aniquilación nuclear con la más profunda solemnidad imaginable, porque es sin exageración lo peor que podría ocurrir. Tómatelo en serio o guarda silencio.
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Si estalla una guerra nuclear entre Rusia y la OTAN, la respuesta a la pregunta «¿mereció la pena?» será un decisivo «no». No sólo para gente como yo, sino para todo el mundo, por muy simpatizantes que sean de la estructura de poder occidental y por mucho que odien a Rusia. Si su respuesta no es «no» inmediatamente, lo será en cuestión de horas. Si la gente no entiende inmediatamente el horror que se ha desatado sobre nuestro mundo y cómo nada podría haber valido la pena, lo entenderán en poco tiempo.
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El término Destrucción Mutua Asegurada fue acuñado por primera vez por Donald Brennan, del Instituto Hudson en 1962, pero lo utilizó irónicamente deletreando el acrónimo «MAD» para argumentar que es una locura tener armas que pueden causar el armagedón. Estos juegos de la gallina nuclear son una locura.
El argumento a favor de las armas nucleares es que la amenaza de su uso aleja las guerras convencionales a gran escala que vimos en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, pero eso sólo funciona si el miedo a su uso disuade de los ataques convencionales. El imperio estadounidense es cada vez más descarado en su guerra por poderes contra Rusia.
Solía ser sabiduría convencional indiscutible que la guerra caliente contra Rusia debe evitarse a toda costa porque es una superpotencia nuclear. Ahora, la idea de respaldar ofensivas a gran escala para separar partes de la Federación Rusa está ganando adeptos en la corriente dominante. Esto desintegra la incómoda estabilidad que la MAD teóricamente se supone que crea, porque la MAD asume que el otro lado no estará lo suficientemente loco como para lanzar ofensivas convencionales contra una superpotencia nuclear debido al miedo a una rápida escalada en espiral hacia una guerra nuclear a gran escala.
Si hay dos personas apuntándose con pistolas, puede que se evite un intercambio de disparos por miedo a las represalias. Pero si uno de los pistoleros rompe el empate caminando hacia el otro con un cuchillo en la otra mano, lo más probable es que el otro apriete el gatillo.
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Odio cuando hay gente que dice «ojalá nos borremos del mapa, somos horribles». No está bien que unos cuantos idiotas jueguen con todas las vidas del planeta. Que tú estés descontento con la vida aquí no significa que todos los inocentes del mundo lo estén, ni los animales, ni los bichos, ni los árboles. Tus sentimientos de descontento no son una razón válida para no luchar contra esto con uñas y dientes. Guárdate para ti tus ideaciones omnicidas.
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Los occidentales enmarcan la idea de que naciones como Rusia y China «ataquen a sus vecinos», como si eso fuera de alguna manera menos moral que el hecho de que Estados Unidos ataque a naciones al otro lado del planeta que no pueden suponer ninguna amenaza para su seguridad nacional. Al menos Rusia puede argumentar que su invasión de Ucrania fue en interés de su seguridad nacional debido a la militarización de EE.UU. y la OTAN allí, y China podría hacer argumentos similares si alguna vez ataca a Taiwán. Las guerras de EEUU se hacen únicamente para defender la dominación planetaria de EEUU, no a EEUU.
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A los liberales les encanta examinar los privilegios, excepto cuando se trata de privilegios occidentales. Entonces están más que contentos de hacer explotar todo y a todos por su creencia en su inherente superioridad ideológica y su derecho a gobernar sobre todos y cada uno de los países de la tierra.
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Facebook, Instagram y Whatsapp ya no designan al Regimiento neonazi Azov como «organización peligrosa». Para que quede claro, en realidad nada ha cambiado en el Regimiento Azov. Siguen siendo las mismas personas con la misma ideología. Lo único que ha cambiado es la Narrativa Oficial.
Durante años y años, hasta el año pasado, los medios de comunicación no tuvieron ningún problema en reconocer que Ucrania tiene un problema nazi y en llamar a los neonazis de Azov lo que son. Lo único que ha cambiado es que nos hemos adentrado en un ecosistema informativo de agresiva propaganda bélica.
Ningún cambio de marca en las relaciones públicas transformará por arte de magia a los neonazis de Azov en sanos moderados. Puedes cambiar Kentucky Fried Chicken por KFC, pero sigue siendo la misma cosa en el cubo.
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Foto de portada: Caitlin Johnstone Web.
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