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Edgar Cortez
Martes 12 de noviembre de 2019
El futuro de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) está en manos de agentes externos a la institución, en este caso el Senado de la República.
Desde su origen una de las exigencias ciudadanas a la CNDH es que fuera una institución autónoma, capaz de señalar a cualquier autoridad que estaba violando derechos humanos y exigirle una corrección. Sólo hasta 1999 se logró que en la Constitución se reconociera la autonomía de la CNDH pero debieron pasar varios años antes de avanzar en esa dirección.
El primer presidente de la CNDH formalmente autónoma fue José Luis Soberanes, su trabajo durante una década fue bastante dispar y en temas como la militarización de la seguridad abiertamente omiso. El siguiente titular, Raúl Plascencia, mantuvo un manejo político de los asuntos y en el caso de la militarización de la seguridad y las violaciones cometidas por militares guardo silencio total, al grado que la institución se tornó irreal para la defensa de los derechos humanos.
Durante la actual administración la CNDH tomó distancia del poder gubernamental y mantuvo posturas exigentes desde los derechos humanos en temas como la ley de seguridad interior con el gobierno de Peña Nieto, así como con la Guardia Nacional en el gobierno actual.
En estos días está concluyendo la presidencia de Luis Raúl González Pérez y estamos a la espera de la elección de la persona que encabezará la CNDH. Desafortunadamente el proceso ha sido calamitoso.
La primera etapa del proceso apuntaba en la dirección correcta pues se incorporó en la convocatoria, para elegir al sucesor, una serie de criterios para evaluar la idoneidad de las y los candidatos y esos criterios serían obligatorios para la calificación que los Senadores harían de los aspirantes (https://bit.ly/2Q2qWkh)
Sin embargo, la terna propuesta no fue resultado del proceso seguido por las Comisiones de Derechos Humanos y de Justicia del Senado, sino una imposición de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO), generándose una clara discontinuidad del proceso. Además nunca se presentó una debida justificación para asegurar que las tres personas propuestas eran las mejor calificadas.
Esto tuvo como consecuencia que el 30 de octubre en el pleno del Senado se votó en dos ocasiones y no se logró que ninguno de los candidatos obtuviera las dos terceras partes de la votación. Finalmente el 7 de noviembre se realizó la tercera votación y el resultado que conocimos fue que 114 Senadoras y Senadores habían votado y que la candidata Rosario Piedra Ibarra obtuvo 76 votos, alcanzando las dos terceras partes necesarias para ser electa y presidir la CNDH.
Sin embargo la votación fue cuestionada pues fueron 116 Senadoras y Senadores quienes votaron y por tanto la mayoría calificada se integra por 78 y no por 76 votos. En consecuencia aún no está definido quien será la persona titular de la CNDH a partir del 16 de noviembre.
Un proceso tan irregular y descuidado tiene consecuencias negativas sobre la CNDH y su fortaleza para proteger los derechos humanos. ¿Será otro de esos procesos donde los políticos ganan y los ciudadanos perdemos?
Imagen de portada: La presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, Mónica Fernández Balboa (centro); la vicepresidenta María Guadalupe Murguía Gutiérrez, y el vicepresidente Salomón Jara Cruz observan la votación en que se eligió a María del Rosario Piedra Ibarra como titular de la CNDH. | Foto: Senado de la República.
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