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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 24 de julio de 2020
“Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante”.
– Fidel
En dos días se cumplirán sesenta y siete años del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, gesta que cambió el rumbo de una nación, precisamente en el año que se celebraba el centenario del natalicio de José Martí.
El resultado de las acciones realizadas en la madrugada del 26 de julio de 1953 fue una derrota en el aspecto militar. Sin embargo, en términos políticos significó el principio del fin de la dictadura de Fulgencio Batista, que como todas las dictaduras de la época, y muchas actuales, obedecía dictados y contaba con el apoyo del gobierno de Estados Unidos.
La soberanía y la dignidad nacional eran cotidianamente violadas; la explotación, la desigualdad, la miseria, el racismo, la insalubridad, el desempleo, la indigencia, el analfabetismo, y otros graves males cundían entre la población, todo ello resultado de la condición de semicolonia que le había impuesto el imperio norteamericano.
Dado que el objetivo de esas acciones para derrocar al dictador iba más allá de lo militar, pues respondía a un programa revolucionario para modificar las condiciones en que el país se encontraba, tuvo la simpatía y el apoyo de la mayoría del pueblo cubano.
Después de la prisión y el exilio, los sobrevivientes de esa gesta y otros que se les sumaron, bajo la promesa “En 1956 seremos libres o seremos mártires”, en una expedición que partió de nuestro país, Fidel, Raúl, Camilo y otros revolucionarios, entre los que se encontraba el Che, regresaron a Cuba el dos de diciembre de ese año para hacer honor a su palabra.
Pese a una dolorosa y costosa derrota en el primer enfrentamiento con el ejército de la dictadura, a causa de una delación, un pequeño núcleo se reagrupó y creció en número, para constituir el Ejército Rebelde y continuar con la tarea que se habían propuesto. No obstante la inferioridad numérica y en armamento, sustentado en el patriotismo, humanismo, la inquebrantable fe en la victoria de las ideas de justicia y libertad, y la elevada calidad moral de sus dirigentes así como de la inmensa mayoría de quienes lo conformaron, el Ejército Rebelde logró desarrollar una rápida y contundente campaña que lo condujo a conquistar el triunfo que significó la definitiva independencia de su patria.
La Revolución recobró Cuba para los cubanos y propició la elaboración de una visión propia de su realidad y del mundo, lo que permitió la construcción de un proyecto político, social y económico que atendiera las necesidades urgentes del pueblo y evitara el retorno de la injusticia, la desigualdad y todas las lacras del sistema anterior; desarrolló su proyecto democrático acorde a sus condiciones y realidad concretas, y emprendió un camino propio sin tutelas ni sujeciones ante los poderosos.
Además, recuperó la soberanía nacional y popular y, lo más importante, devolvió la dignidad a todo un pueblo, condiciones que se han incrementado y reforzado en el proceso revolucionario que viven, lo que explica la resistencia y los triunfos ante el constante acoso del imperio. Todo ello es ejemplo para otros pueblos, ejemplo que nuestro enemigo común ha tratado vanamente de impedir que se difunda.
El 26 de julio se conmemora en Cuba como el Día de la Rebeldía Nacional. En ese día, en 1953, se escribió una de las páginas gloriosas de la historia de la mayor de las Antillas, porque marcó un quiebre y se convirtió en símbolo de rebeldía, dignidad, patriotismo y sacrificio de una generación, la del centenario, que trascendió a las que le sucedieron y ese símbolo se ha convertido en el escudo principal contra las agresiones imperialistas.
Cuba, a la vez que ejemplo, es esperanza. Es lo que pueden alcanzar los pueblos si deciden ser dueños de su presente y futuro.
Y sus logros son muestra de lo que puede hacerse con independencia y soberanía, aun bajo acoso del imperio más poderoso que ha existido.
Vayan estas líneas como una expresión de amor y solidaridad con el pueblo de Cuba y su Revolución.
* Alfonso Díaz Rey es miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Cuartel Moncada. | Foto: Cibercuba.
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