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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 26 de enero de 2024
La pasada semana, del 15 al 19 de enero, se celebró la reunión número 54 del Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza. En su página de internet se presenta como «[…] la Organización Internacional para la Cooperación Público-Privada. Proporciona una plataforma global, imparcial y sin ánimo de lucro para una conexión significativa entre las partes interesadas con el fin de establecer la confianza y crear iniciativas para la cooperación y el progreso. Juntos, podemos mejorar el estado del mundo».[1]
En las reuniones de ese Foro participan sus asociados ─que pertenecen al grupo de personas más ricas del mundo─; también son invitados representantes de gobiernos de países capitalistas ─incluidos los subdesarrollados─, organizaciones internacionales, líderes de la «sociedad civil», expertos, jóvenes, emprendedores sociales y medios de comunicación.[2]
El surgimiento del Foro (1971) coincide con el inicio de la aplicación de las medidas neoliberales a nivel internacional. La cooperación público-privada que promueven y sus iniciativas para la cooperación y el progreso ─apoyadas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los más poderosos organismos financieros─ han favorecido invariablemente a la parte privada, sobre todo a la vinculada con el gran capital financiero y a los grandes monopolios. De ello da cuenta el informe sobre la desigualdad mundial que, coincidiendo con el Foro, publicó Oxfam International.
En ese informe se dice que desde 2020 las cinco personas más ricas del mundo incrementaron sus fortunas en 114%. Mientras, en el mismo tiempo, 5 mil millones de personas se volvieron más pobres y que al ritmo y modo de crecimiento económico actual, la pobreza se erradicaría en 200 años.
Tal horizonte de 200 años condenaría cuando menos a ocho generaciones a vivir sin esperanza de una existencia digna, en un sistema que tiene como una de sus principales características, precisamente, la desigualdad, razón por la cual sería imposible alcanzar ese objetivo.
La situación actual del mundo es consecuencia del modo capitalista de producción y sus irreconciliables contradicciones que generan graves problemas que el sistema es incapaz de resolver. Ello provoca descontento en los pueblos y crea condiciones para el surgimiento de alternativas social, económica, política y culturalmente diferentes que al llevarlas a la práctica podrían mostrarnos caminos para construir un presente y futuro mejor para todos.
Mientras exista el capitalismo persistirán y se agudizarán la acumulación y concentración de la riqueza, la desigualdad, la pobreza y miseria, la explotación de seres humanos y la naturaleza, el deterioro ambiental, la violencia extrema, la corrupción extendida, proliferación de actividades ilícitas, discriminación y desamparo a sectores sociales vulnerables, entre otras de las «bondades» de este sistema.
La humanidad no tiene que esperar eternamente por la solución a los grandes y graves problemas que la aquejan ni vivir siempre bajo un sistema injusto, explotador y depredador.
Como seres humanos ─igual que todo ser vivo─ tenemos derecho a la vida. Como pueblos, para cambiar todo lo que deba ser cambiado, tenemos derecho a la Revolución.
La realización de esos cambios dependerá de nuestra capacidad para comprender la realidad, de organizarnos, de vincularnos y solidarizarnos con otros y de una firme decisión por la construcción de un país y un mundo mejores.
Notas:
[1] https://es.weforum.org/events/world-economic-forum-annual-meeting-2024/
[2] Ibid.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Aspecto de una de las conferencias del Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, 2024. | Foto: Foro Económico Mundial.
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