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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 8 de enero de 2024
Ser capaz de olvidar es la base de la cordura.
Recordar incesantemente conduce a la obsesión y a la locura.
– Jack London.
¡Y claro!
¡Otra vez caí!
Eso de año nuevo chance sí sea vida nueva para algunos, pero aquí en casa mi cara sigue siendo la misma.
Y los dos granitos que llevan meses pegados a ella también.
¿Sí sabes no? De esos que sientes con la yema de los dedos cuando estás leyendo o viendo tele. Y que piensas: no te estés toque y toque, que se van a inflamar, van a hacer erupción cuales volcanes cutáneos y así te van a ver todos.
Y dejas de estarlos buscando… un rato nomás. Porque sabes que ahí están. Y sigues pensando, porque digo, bien que lo sabes, que no hay que estarlos tentando, que luego hasta duelen. ¡Pero están justo “ahí”!
Dejas de repente tu libro abierto en la página 42, la tele prendida, le pones alto a la serie y vas al baño, con toda la decisión que el año nuevo ha infundido en ti, prendes la luz aunque sea de día y encaras al espejo.
Y nada.
¡No hay nada!!!
Resulta que los monstruos que tus dedos sienten no son más que marcas diminutas en tu piel. Te engañaste, te engañó tu imaginación, el nervio al qué verán los demás, qué dirán, te engañaron tus propios dedos. Y regresas a tu libro, a la serie en la que no sabes ya quién es el bueno y quién es el malo y te olvidas.
Hasta los dos tres días, en que tus dedos se topan con cierta irregularidad en tu cara, que no es la nariz, que no es arruga, y empiezas otra vez a estar toque y toque, pellizque y pellizque, por más que tu mente te grite: ¡Déjese ahí!
Y vuelves al baile del libro-espejo-tele-espejo-cena-espejo. Hasta llegar a los dos desenlaces más probables: quedas por siempre atado a unos granos que nadie ve más que tú o sí, se vuelven volcanes y arrasan con la piel de todo tu cuerpo. Y duelen.
Los dos desenlaces duelen.
Porque podrías haber disfrutado más de tu libro…
Por que este año civil que empieza puedas olvidar los granos del pasado que nadie nota. Por que no te hagas animal de yunta, y que en todo caso, vayas con algún especialista y veas si los puedes eliminar, o aprender a vivir con ellos.
Y de perdida usarlos de banco pa’saltar más alto y más lejos.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto de portada: Anaïck Lentz.
5 Comentarios
Son realmente diminutos y nadie los ve, más que tú, pero con eso basta. Cómo muchas cosas de la vida. De tu vida, que para ti existen y para los demás pasan inadvertidas.
estos humildes granitos son la tarjeta de presentación de mucha gente que viene a ver a la dermatóloga. doctora, tengo estos granitos que llevan ahí meses. Serán cáncer de la piel? qué tan difícil sería de quitarlos? porque me están volviendo loca. He tratado por meses de quitarlos y no he podido.
A través de los años, he desarrollado mucho respeto hacia estos granitos. le dan la oportunidad a la gente de venir a visitarme. Le dan la oportunidad a la gente de contarme sus penas con su piel pero también con su vida. Me dan la oportunidad de hacer un buen examen de la piel y de encontrar cánceres que no hubieran sido encontrados de otra manera.
También me dan la oportunidad de darle gusto a los pacientes. Es tan fácil quitarlos y los pacientes quedan encantados. Y también se dan cuenta los pacientes del toque suave y cariñoso de una buena doctora, una persona que se va a preocupar por los problemas grandes y por los problemas pequeños. Una persona que le va a dar respeto a todos los problemas que presente el paciente, mismo si son muy pequeños. Porque a pesar de que son muy pequeños los granitos, todos sentimos que estamos imperfectos por los granitos. Y no es que quitarlos nos deje perfectos, pero por lo menos pudimos hacer algo para mejorar nuestros aspecto físico. Y que mismo si pensamos que nuestro aspecto físico no es tan importante, el hecho es que verse mejor causa mejoría en síntomas de depresión. Muchísimo más fácil de quitar unos granitos que de ir a terapia y tomar antidepresivos por meses.
Oh Mireille
Cuánto amor hacia tus pacientes hay en tus palabras
si yo siempre he pensado que cuando uno quiere, sus pacientes hace mucho mejor trabajo.
El paciente se siente protegido. Sí.