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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 9 de enero de 2023
Cuando me pienso, lo que veo es un cuerpo.
Cuando me imagino corriendo en la playa, o caminando en el bosque, lo que veo son pies, piernas, manos a veces.
Cuando pienso en lo que tengo ganas de hacer, mi cuerpo es el que pide… El que recibe. O el que se cabrea.
Nunca, nunca veo mi cara.
Como si no la tuviera.
Como si en su lugar, sólo estuviera la cabeza, sí, ésa sí la siento, la muevo. Existe la parte del cráneo, ésa en dónde me oigo pensar, pero sin rasgos, sólo percibo un vacío blancuzco…
Al mirarme en los espejos, siempre hay un microsegundo en el que tengo que obligarme a reconocerme. Y, aun así, no estoy segura de que ese reflejo sea yo, es un reflejo que vive dentro del espejo, no forma parte de mí. Es otra persona, otro ser, otra idea.
No identifico esos ojos con mi ser, mucho menos esa mirada.
La sonrisa un poco, pero raras veces sonrío al verme al espejo.
Mi cuerpo lo he vivido chico, grande, gordo, fofo, atlético, embarazado, pariendo, doliendo, gozando. Lo ubico como un ente aparte: está él y estoy yo, estamos todas nosotras, mirándolo, como en un acuario gigante, en un circo ruidoso. Sólo somos espectadoras. Él actúa por su lado, no nos consulta, no nos obedece, tal vez tampoco nos reconozca como sus inquilinas. Yo insisto, porque… porque vivimos juntos después de todo, aunque yo lo niegue, aunque él me rete… Más después de periodos de comilonas, desveladas, abrazos y de sentimientos encontrados que me van marcando surcos en la espalda.
Mi cara, no la vivo. No me siento identificada con ella, ni cuando soy yo ni cuando soy las otras.
Trato a veces, como ejercicio mental, de recordarla… Me es difícil: logro ver tal vez los aretes que escogí ese día, pero nada más… Me asaltan entonces ideas confusas, que rechazo por inútiles.
¿Será que los que tienen los ojos azules ven el mundo con un tinte diferente, el del mar? ¿O los que los tienen grandes, podrán por fin contemplar “todo el panorama”? ¿Qué clase de ojos hay que tener para que no se te escapen los detalles?
¿Y los que tienen dientes blancos, y grandes, se comerán la vida con más ganas?
¿Qué boca hay que tener para que la besen con pasión? ¿Cualquiera?
Cuando pienso los demás, no veo cuerpos, veo caras, pedacitos de caras, una mirada, un ademán para quitarse el pelo de la frente, un ceño fruncido. Pero para mí es diferente.
Mi cara no me existe… No la sé, no la ubico, no la recuerdo, no la conozco…
Vivimos sin ella.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Imagen: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
3 Comentarios
Cierto, lo he pensado sin decirlo, los demás nos conocen mejor que nosotros qué tal vez nos inventamos. Si no existieran los espejos y las fotos, que también ayudan, no nos quedaría más remedio que inventar la cara. Hermoso texto!
Excelente querida Gwen, lo que menos vemos es nuestra cara como. Aunque la vemos en el espejo, hay algo más que no podemos descubrir. Como que sabemos que tenemos un rostro con sus componentes pero sólo vemos lo negativo.
Será que no usamos nuestros ojos ?
O que llegamos al espejo con prejuicio?
O vacíos…?