SOMOSMASS99
ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 29 de enero de 2024
¿Quién dice que los sueños y las pesadillas
no son tan reales como el aquí y el ahora?
– John Lennon.
De los diez años que vienen
Frente a ella, una sala inmensa, dos, tres personas en traje de gala conversan, vaso de champaña en la mano.
Baja con cuidado, el hielo es resbaloso y ella no lleva patines, no sabría cómo usarlos. Se acerca a su jefe, él le entrega con cuidado un pequeño bulto calientito, suave y liviano.
Sabe lo que tiene que hacer, las palabras no nada más sobran, sencillamente no existen hoy. Es responsable del paquetito, se lo acomoda entre cuello y hombro, del lado izquierdo. Descubre que está cubierto de pelo, tal vez sea un cachorro de perro, de esos que tienen las patas cortitas y peludas. Es de tonos cafés y dorados.
La sala, que ya es salón de fiesta, se ha cubierto de patinadores, muchos niños y niñas vienen al concurso, hoy se decide quién será la estrella de la próxima obra. Pasan cerca de ella, la rodean y la ligera pendiente le parece de repente abismo. Hay gradas, sí, tendrá que refugiarse en ellas, no quiere perder su precioso encargo.
Sentada, se puede quitar los patines y tratar de ponerse aretes, los de perlas de siempre, que todos van elegantes, ella sólo lleva un vestido negro, largo. Su bolsito de mano es difícil de abrir con una sola mano y entonces levanta un poco la suave cobija que envuelve al paquete. Descubre plumas, son verdes y turquesa. Tal vez tenga entre las manos entonces a un pájaro, los pájaros no se pueden soltar, los pájaros vuelan y entonces los patrones nos miran de manera hosca y nos sacan de su casa.
No habrá aretes, es más, sería mejor recuperar primero unos zapatos y su diente, acaba de perder un diente. El piso parece de sala de cine, está lleno de palomitas brillantes que han ido cayendo de los trajes de luces de los niños. Alcanza a ver su diente, no es más que un pedazo de metal entre muchos otros, ocupaba el lugar de un diente muerto desde hace mucho, se había ya reemplazado y decide, vista la situación, mejor cuidar mejor al perro-pájaro.
Lo sigue teniendo junto a la mejilla, está a salvo en un lugar calientito, está seguro, los zapatos no importan, el diente ya se perdió y hay urgencia, el hielo está subiendo, tiene que salir de allí.
Sí, el patrón parece revolotear por todos lados, también a él se le ha salido la situación de las manos. La mira, desesperado y le hace señas, hay que huir.
Ella corre, resbalando y cayendo varias veces, hasta que decide, por el bien de ambos, sacar al peludillo y emplumado ser de su cobija, le da la mano, es una nena, es la suya, la luz de su vida.
Hay que huir.
Las puertas son de madera, giratorias y se siente de repente aventada a la acera. Están las dos en una calle llena de jovencitos hambrientos, de los que no van a la escuela, sus miradas son hostiles, agresivas casi y tiene miedo, su hija, su cachorra, su pajarito no puede morir, no así.
Logra pasar por debajo de los camiones abandonados, la escena se ha vuelto de película, abundan túneles ofreciendo su boca para que se meta uno sin saber para dónde va. ¿Dónde quieres estar dentro de diez años?, oye en su cabeza, necesita callar esa voz, no son los diez años los importantes ahorita, son los minutos de este momento.
Y sí, pide ayuda, podría declararse indefensa pero astuta en lugar de ser una presa tonta para todos esos niños.
Caminan y corren juntos, hablan español, unos son de Colombia, otros de México, hay una chica venezolana y un muchacho de Nicaragua. Corren, y evitan patrullajes, evitan puestos de revisión, desertores armados, ella tiene que llegar a la Torre Montparnasse, necesita partir de ella para encontrar por fin el camino a casa, su hija, tiene que llevar al paquetito que le confió el patrón, hombre ceñudo de esmoquin, cabello y bigote impotentes, blancos, muy blancos, tiene que llevar a la pequeña a casa, sería imperdonable perderla allí.
Tiene armas, un machete, sigue sin saber qué pasa, ¿dónde está el hielo?, ¿por qué si lo que busca es llegar a Montparnasse, hablan todos esos niños en español?, ¿por qué si de toda evidencia está en Francia, es su arma un machete?
No importa, lo usa para amenazar y sí, seccionar el pene de un agresor, diciendo en voy muy alta que no se queje, que le dejó los huevos y que ella es una guerrera, una vikinga, y que con las personas de su estirpe nadie se mete.
Y se van: los chavos sucios y mal hablados, de mirada violenta, su hija, escondida abajo, en la cabina del camión militar, de luz azul alumbrada y ella, limpiando su machete, pensando que para alguien que no trae zapatos y no sabe patinar sobre hielo, va bien.
Tiene miedo, tanto.
No puede permitir que le pase algo a la niña, su hija, su ella-misma, el patrón se enfurecería y cuando pasa eso, el mundo entero zozobra.
Llegan a una avenida amplia, limpia, con algunas luces señalando el rumbo a tomar.
No hay final. No logró despertar de la terrible pesadilla, la siguió a todos lados varios días.
No hay final.
Sabe que tiene que, del verbo estar obligado y ser responsable, llevar a la niña, ¿la suya? A ella, ¿misma? y a todos los cachorros-pajarillos a casa, la del patrón, y rendir cuentas.
No hay final.
No hay final.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Ilustración de portada e interiores: El origen del lodo. | Dibujo: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
2 Comentarios
Wow! Así son las pesadillas y algunos sueños, tremendos, absurdos, a veces aterradores, a veces aunque quieras salirte te metes más y a veces, las mejores, si quieres regresar, lo logras.
Y si, todo tiene que ver con lo que vives…
Y ciertas pesadillas te siguen durante días