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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 31 de enero de 2022
Escrito con respeto y con el corazón acongojado
Imagina que están embarazados.
Imagina el primer momento de sorpresa, de sueños, de miedos. El anuncio a las familias, las reacciones, abrazos, envidias, comentarios, hay de todo, tú sólo imagina.
Imagina el par de calcetines diminutos que les regala tu sobrina, la cobija que una de las abuelas empieza a tejer, amarilla parar salir del hospital.
Saborea los proyectos, la cunita que no saben dónde poner, ¿cerca de ustedes?, ¿en otra habitación?, ¿al lado de la entrada?, los comentarios sobre el nombre, escucha en sueños cómo todos dan su opinión.
Imagina los meses que parecen tan largos y que de repente desembocan en un parto.
Un parto…
Frío, voces animadas, recias, ruidos desconocidos, palabras que no entienden, pujar se acaba de volver lo más importante del mundo, suenan risas al oír que ya se ve la cabeza del bebé, está coronando dice alguien, y sí, saben que está naciendo un rey.
Imagina llegar a casa, checar pañal, cobija, la que está lista desde hace semanas, poner la famosa cuna pegaditita a la cama, checar sangrados maternos, querer tomar un tequila y no deber, contemplar la carita que acaban de descubrir, cuyos rasgos se han grabado en sus corazones por siempre.
Imagina, estaban embarazados y ahora son papás.
Descubran dolor, incomprensión, doctores, corredores fríos, lágrimas propias y ajenas. Muerte.
Lleven a su pedacito de carne, a su otro yo, a su hijo, al velatorio y escojan para él un ataúd blanco, de los de moños de satín por todos lados, diminuto, porque el bebé sólo tiene 3 meses. Escuchen a los vecinos dar el pésame, a las abuelas llorar, a los abuelos echar pestes encerrados en el baño. Volteen a ver al cielo, preguntando en silencio y también a todas voces: ¿Por qué?
La hora cumplida los lleva a todos al Campo Santo y en un hoyo de tierra depositan al ataúd. Ninguno de ustedes quiere imaginar lo que va a suceder, ninguno quiere oír la tierra caer sobre la madera de la caja, se concentran en los rezos que se oyen, en el cura dando su discurso sobre el polvo que es polvo y no logran relacionar el gorjeo del gordo hermoso, del rey de la casa con esas palabras, cierran los ojos y se preguntan si está bien, si con su cobija amarilla será suficiente para el frío de la noche que se acerca.
Lloren.
Todas las lágrimas que existen y más.
Lloran.
Porque Su pequeño nunca aprenderá a caminar, ni probará el pastel de tres leches ni, jamás, se volverá a reír, el polvo no se ríe.
Lloran.
Y prenden las noticias, por inercia. Y oyen del bebé que fue encontrado en un basurero de un penal en Puebla. Y oyen el nombre que ustedes escogieron para su hijo, su rey, su pedacito de carne, su otro yo: Tadeo.
Y corren, casi más rápido que cuando corrieron al hospital para parir, y sí, la tumba tan pequeña, no es más que un hoyo en la tierra, Tadeo no está.
No, no imagines el penal. No imagines el basurero. Y mucho menos imagines a quienes tuvieron algo que ver con tal ignominia, no se lo merecen.
Sólo desea que al transportar a Tadeo de nuevo a su última morada, le hayan sostenido la cabecita para arroparlo con su cobija amarilla.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto de portada: Pixabay.
3 Comentarios
Triste historia, realidad cruel, inenarrables emociones y sentimientos. QDEP Tadeo y a su familia llegue consuelo. De los perpetradores no quiero hablar, no se lo merecen.
Muy buen texto!! Tiene un ritmo singular, una danza en los brazos maternos y un acompañamiento de familia deliciosamente intuitivo.
Gracias
Es un cariño de buenas noches para Tadeo.
Y un abrazo a su familia.