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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 26 de febrero de 2024
De una de las lunas de Neptuno
¿Tú sabes todo de tus amigos?
Digo bien amigos, no amistades ni conocidos ni familia.
Yo me he dado cuenta de que conozco algo como la superficie, onda me metí a nadar al mar y, si buceé, fue con esnórquel, no estuve ni muy hondo ni mucho tiempo. Y definitivamente no sabía, no fue ni intencional, ni falta de interés. No fue tampoco un “Nos queremos y no necesito más”.
¿Tal vez haya sido un rollo de edad?
Porque mis amigos recientes, que son unos dos, pues sí sé, ya sea porque me platicaron sus cosas o porque yo pregunté.
¿Pero los de la infancia, de la adolescencia? Los mejores pues, los que son parte de ti, de tus vivencias, de tu crecer.
Tengo la suerte intensa de seguir viéndolos y queriéndolos y hablando con ellos, con los cercanos. La magia de Face intervino mucho, es lo que más agradezco de esa red social tan criticada.
Nos hemos vuelto a ver, muchas veces para unos, pocas para otros porque viven realmente lejos. Pero usamos las videollamadas y, en su momento dijimos todos: ¡es increíble, ¡como si no nos hubiéramos dejado de ver durante 20, 30, 40 años! Y efectivamente, las conversaciones fluyen, somos los mismos, aunque unos se hayan ido a estudiar a otro país, que otros se hayan quedado a vivir en otra ciudad y que otros pues, quién sabe por qué, no los haya abrazado en un rato.
Pero en mismo tiempo las preguntas son diferentes. Claro que a los 16, no preguntábamos ni por la chamba ni por los hijos. Pero no, la diferencia es más profunda.
Creo que de niños, adolescentes, hablábamos de lo inmediato: es que lo amo y él no me ve, mis papás se están divorciando, vamos juntos a CU a andar en bici, y así… Y hoy es más un “¿Y eres feliz?”, “¿Cómo lo haces?”
¡Y luego yo en la luna, pero la de Neptuno me cae!!
Descubrí, después de nuestros 40 años, que un amigo tiene dos hermanas, cuando yo siempre lo ubiqué con una. Y lo mismo para una amiga, y no lo entendí hasta que una de ellas murió. Supe, de repente, que otra amiga no tenía absolutamente ningún gusto por la arquitectura colonial, que esto chance lo supe cuando se dio cuenta ella, al mismo tiempo pues. Me enteré de por qué esa amiga tan querida, amada por ratos, no vino a mi boda…
Podría, cobardemente, acusar las prohibiciones familiares que nos apisonaron tanto tiempo: prohibido hablar del hijo que nació fuera de matrimonio, prohibido decir que tu abuelo te pega, prohibido comentar que el alcohol de la casa se lo toma todo tu tía, que mamá perdió la casa jugando cartas. Prohibido, prohibido.
Prohibido…
Y sí, hoy, nos damos la libertad, tanto tiempo esperada, de decir lo que tanto daño nos hizo, por lo que era y por el puto silencio. Y nos hace bien, ya somos por fin adultos que decidimos sobre lo que se comparte o no.
¿Significa eso que nos queremos de una manera diferente?
¿Es así para todos, o de repente dejé de pelar más cosas que mi ombligo mío de mí aunque no parezca…? ¿Y entonces, de repente miré a mis amigos?
¿Y la pareja? ¡Caray, la pareja!
Me acabo de enterar, hace unos días, de que al mareado no le gustan los hot-cakes. Hazme el favor, tanto año de a veces 366 días de vida en común sin saber eso. Significa que no lo pelo o que nunca le he preparado hot-cakes o que nunca me lo comentó y que se los tragó, mártir obediente de mis gustos culinarios.
¿Sabe el mareado todo de mí, sé yo todo de él?
¿Necesitamos saberlo?
¿Qué cosas no le he platicado?
¿Es necesario hablar de todo, contar nuestras vidas de antes y de ahora, así minuto a minuto, no lo que hicimos en el día, sino lo que pensamos, lo que sentimos?
¿Nos queremos mejor si lo compartimos todo, equivaldría a vivir en una suerte de espejismo si lo compartiésemos todo? Porque, digo, ya no nos daría tiempo de hacer, de pensar ni de sentir. Tendríamos que inventar, conseguir más tiempo del que tenemos o repetir lo mismo, eternamente. Y sé que yo me prohibiría ciertos pensamientos y sentimientos si supiera que se los tengo que contar al mareado.
¿Sé lo esencial de él? ¿De ti?
¿Lo esencial para seguir amando, queriendo?
Notas:
[1] Neptuno claro, para usar mi esnórkel.
[2] Me pregunto cuánto dura un día en Neptuno.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Ilustración de portada e interiores: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
1 Comentario
Y qué es lo esencial?
Lo que la vida a cada minuto encierra en nuestros pensamientos? Lo que nos preocupa y ocupa? Lo que ocultamos? Lo que está detrás de lo que decimos y hacemos?