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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 24 de abril de 2023
Soy como muchos: leer en línea no me satisface. Necesito, de manera imperiosa, tener un libro entre las manos para realmente leer, para que mis ojos y mi cerebro comuniquen, para entender lo que otro quiere decir, esté yo de acuerdo o no con su mensaje. Necesito usar mis manos para pasar las páginas, mis dedos para subrayar alguna palabra, frase, marcar un párrafo entero, doblar la esquina de arriba de la página que me está hablando. Necesito saber si me lo voy a quedar para siempre, en cuyo caso escribo mi nombre encima con la frasecita de “No se te olvide regresármelo” o dejarlo ir en un préstamo sin importancia. Necesito saber que vive conmigo y sin mí.
No importa la historia, el mensaje, el idioma: si no viene en papel encuadernado, cosido, pegado, con pasta blanda o dura, es texto nada más, no me sirve.
Amo al Libro.
Pienso en particular en uno, que vive en el desván de la casa familiar. Es grande, alto mejor dicho, pesado. Se puede sostener sobre panza y muslos al estar leyendo acostado, o apoyar sobre una mesa si la onda del día es estar sentado. Huele a humedad controlada, a viejo, que no antiguo, huele a perfume de señora con perlas, a tabaco de pipa de barro, a pasto pegado en las manos de niñas sudadas, a tardes soleadas o, al revés, a mañanas lluviosas. Se sienten, al acariciar sus tripas color marfil antiguo, la caricia de decenas de manos que igual que las mías lo acariciaron al leer, movimiento inconsciente, compenetración completa con un objeto. No es, por fuera, ni rojo ni marrón, es del color que fue adquiriendo, el título, grabado en la cubierta de cuero de ante con letras doradas, ha mantenido un ligero relieve que se siente bajo la yema de los dedos. Vive y transpira a veces, se ondean las páginas como con movimiento de mar, y sé que dejar el estante para vivir un tiempo fuera lo hace renacer de las sombras, he oído el susurro de cada hoja al pasar, he compartido con él veranos irrepetibles.
¿Qué historia es? ¿Importa?
Un poco, porque está escrito en mi idioma, porque hay imágenes que son grabados antiguos, porque cuenta una historia complicada, dura y romántica. Un mucho porque sin lo que viene impreso, no lo habría leído, definitivamente no leería con tanto gusto un tratado de matemáticas, ni con tanto entendimiento uno de filosofía.
Y claro, importa un más mucho porque hay textos que vuelves a leer cada tanto en tu vida y otros que no.
Pero hablo hoy de él por cómo es, largo, pesado, grabado, de colorido antiguo, de olores ancestrales, personales.
Es mi libro preferido. Por ser libro, no por ser depósito de letras y palabras, sino por cómo es y por cómo me acaricia también.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
5 Comentarios
Sí , recuerdo ,la colección no se si decir vieja ó antigua de tu papá .
Libros rojo -quemados,por el tiempo ,oliendo a recuerdos e historias un poco simples pero que leemos mil veces .
Les deux orphelines ,Las dos huerfanas que no hizo llorar .
Exavto
Les deux orphelines
Coincido en gran medida contigo, y sin embargo, he aprendido a disfrutar la lectura también en un aparato que me permite leer más, porque es más económico, y también subrayar y escribir notas y averiguar el significado de palabras que no entiendo, al momento.
Y también disfruto leer en línea textos como este, tuyo, que me encantan y están a la mano con la tecnología… a los que se les encuentra el sabor desde la virtualidad que lo permite.
Absolutamente
Pero es como un ejercicio diferente
De hecho mi texto de la semana que entra habla ya más de lo que hay dentro del libro que de éste como objeto.
Lo espero!!