SOMOSMASS99
Alfonso Díaz Rey*
Viernes 18 de noviembre de 2022
Quienes en el pasado reciente fraguaron fraudes electorales y campañas llenas de odio y mentiras, promovieron y permitieron que la corrupción alcanzara ignominiosos niveles, endeudaron al país y sumieron en la pobreza a más de la mitad de la población, entregaron bienes y riquezas de la nación a particulares locales y extranjeros, modificaron la Constitución ─no pocas veces a posteriori─ para afianzar sus privilegios y los de sus amos, y crearon mecanismos y organismos «autónomos» para defenderlos, todo a espaldas, contra los deseos y en abierta violación de los derechos del pueblo, hoy son defensores a ultranza de la democracia.
A ellos y a quienes aspiran a ser como ellos los ha reunido la «defensa» del Instituto Nacional Electoral (INE) ante una iniciativa de reforma electoral que según sus defensores pretende desaparecer a esa institución, percepción que con base en mentiras la propaganda de la derecha ha difundido y ha sido aceptada y adoptada por no pocos de esos «aspirantes» y confundido a muchos que son presa de la desinformación.
Esa confusión y desinformación, promovida por grupos de la extrema derecha entre los que se encuentran sectores de la oligarquía, la «clase» política desplazada, los «intelectuales» y «periodistas» que se acostumbraron a vivir a expensas del erario, la alta jerarquía de la Iglesia católica, y los oportunistas de siempre, entre otros, busca, fundamentalmente, crear una oposición para recuperar en 2024 la presidencia de la República y las mayorías en las cámaras del legislativo para retornar ─corregidos, aumentados y, por tanto, más peligrosos─ a los tiempos neoliberales, y así recuperar sus privilegios y continuar con el despojo a la nación y al pueblo.
Esos defensores del INE lo presentan como símbolo y sostén de la democracia en el país. Argumentan que su desaparición cancelaría la democracia.
¿Cómo puede ser símbolo de democracia cuando desde sus orígenes, como Instituto Federal Electoral (IFE), ha validado elecciones fraudulentas; permitido campañas sucias; sus consejeros representan intereses de partidos y sectores económicos dominantes, diferentes de los de la ciudadanía; y esos mismos consejeros, de lo que se supone un organismo ciudadano, perciben salarios exorbitantes que representan una afrenta para la inmensa mayoría de los mexicanos? En todo caso, como funciona actualmente, el INE es un obstáculo al avance de la democracia.
En nuestro país es necesario cambiar muchas cosas que solamente han funcionado para crear y reproducir las condiciones que han permitido a un minúsculo estrato social el control económico, político e ideológico, y con ese poder gozar de los privilegios que como grupo hegemónico de la clase dominante ellos mismos se asignan. De más está decir que mantienen a una corte de sirvientes y aduladores que viven, y muy bien, de las migajas que sus amos les permiten recoger.
Para transformar nuestro país es necesario que el pueblo se involucre y participe en la toma de decisiones sobre los asuntos locales, regionales y nacionales más importantes y, en primer lugar, ser el mismo pueblo quien proponga y, mediante elecciones limpias y transparentes, elija a quienes habrán de representarlo en las diferentes instancias del gobierno y del Estado.
Para ello, el o los organismos electorales tendrían que ser, además de autónomos, realmente ciudadanos, defender la soberanía popular sin ningún tipo de injerencia de partidos, de gobierno o grupos de poder económico. Ello abonaría al avance de la democracia y de ese modo se evitarían episodios vergonzosos como ver a los oportunistas rasgarse las vestiduras por la obtención de un hueso; o a los «representantes del pueblo» aprobando leyes que avalan la entrega de los bienes y riquezas nacionales a entidades privadas locales y extranjeras; o la contención de salarios a los trabajadores en aras de supuestas alianzas con los dueños del capital; o la sumisión del país a intereses extranjeros.
Si realmente se desea defender la democracia, que se promueva la participación consciente y organizada del pueblo en las cuestiones que le atañen. Porque las transformaciones las hacen los pueblos, de otro modo todo queda en farsa y engaño.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Foto de portada: Ana Valenzuela Twitter.
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