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Jatzibe Castro*
Miércoles 3 de mayo de 2023
El abuelo colibrí
Había una vez una niña que se encontraba en el lago de los sueños, ese al que entras con los ojos cerrados y el cuerpo horizontal, a veces de lado, boca arriba o como sea. Ese lago que nos transporta y nos transforma en lo que el ejercicio de la libertad del subconsciente permite, hace que volemos por las aguas, saltemos a los cielos, rodemos entre brumas, sintamos con los ojos y la mirada perdida en los recónditos secretos de la luz y la oscuridad, encontremos figuras míticas que se convierten en seres, a veces conocidos desde la cara hasta el actuar, a veces sin sentido aparente para nuestra memoria selectiva que le hace caso a lo que estaba oculto, detrás de un gesto que nos hizo daño o un anhelo que se escapó en un suspiro.
Aquella niña, en ese lago, vio un colibrí que revoloteaba sobre flores rojas suaves y tersas como terciopelo, rodeadas por diminutas hojas verdes que se alegran al sentir el brillo del sol y, juntas, adornan el jardín de los amaneceres del caminar. El colibrí descubrió el mirarlo de la niña y se sorprendió de la profundidad de aquellos ojos, se convirtió en humo, atravesó la ventana que los separaba, y al encontrarse frente a ella volvió a ser colibrí, que no lo era, porque en realidad era su abuelo que seguido la visita por donde ande, aunque ella no se percate y más bien se pierda en el espacio que, al parecer es el verdadero, y la envuelve a diario.
En esa ocasión, la niña en el lago, acompañada de las rojas y las verdes, que miraba desde la ventana que atravesó el colibrí en forma de humo, al sentir su cercanía ya nuevamente convertido en colibrí, se dejó llevar por el amor que le profesaba su abuelo, al que, reconoció de inmediato, y le contó sus temores, sus angustias, con la calma y la claridad que nunca pensó poder estando en el espacio verdadero, del que a veces huía y se dejaba llevar por el dormir, que se convertía en sueños llenos de colibrís y flores y hojas y su abuelo.
Cuando salió del lago, nuestra niña encontró que en la ventana estaba el colibrí, sorbiendo de las de terciopelo la sabia que le nutría y supo que era su abuelo que venía con ella a estar, convertido en humo a veces, en flor, en verde y en nubes, en sol y en agua de lluvia, y supo que no está sola, que está rodeada del todo que la abarca y acaricia haciéndola aún más ella, bella chiquilla alegre, bailadora y cantadora, que a veces se agüita y calla, con un callar que ahora es pensar y encontrarse de a deveras y encontrarse las maneras de la angustia despejar, de las ansias rebasar, del temor llenar de amor y a su ser dejar estar y a su ser decir YO SOY.
* Jatzibe Castro es pintora y escritora.
Instagram: Jatzibe_Castro
Imagen: Pintura original de Jatzibe Castro.
10 Comentarios
Me gustó muchísimo! también la pintura del colibrí está muy bonita!! ❤️❤️❤️
Estas palabras tienen ritmo de aleteo
Hermoso relato, lleno de amor y bella imaginación.
Jatzibe gracias por tu mensaje, que es fres o, vivo. Aquí tengo el colibrí que eres tú.
Gracias por estar y por venir desde lo inmaterial de ese lago a través del Internet…
Súper bonito cuento, creo que los abuelos siempre nos ven y aconsejan de una u otra forma. Me encantó la pintura del colibrí ❤️
Me encantaron! La pintura y el texto son bellos, plenos de ternura,admiro tu gran sensibilidad Jatzibe, gracias por compartir.
Jatzibe: plasmas tu gran sensibilidad en este hermoso relato y nos lleva a esos recuerdos de seres queridos, que partieron de esta vida terrenal y
a través del colibrí sentir su presencia
Gracias por deleitarnos con tu pintura y escritura
Amiga hermosa, el arte en su máxima expresión, parece un cuento, pero es una realidad el sentirnos acompañados de nuestros seres queridos que partieron y se magnífican en la naturaleza.. el colibrí es la mayor representación de todos ellos del amor y la esperanza de saber que siempre están con nosotros, me encantó como lo relatas y la pintura también
Querida Jatzibe, leo en tu historia la memoria de un anclaje, de esos que vienen solos o que una se los busca, para cobijarse, para no sentirse sola o para hacer que se vean y no se pierdan.
Gracias por compartir.
La pintura, también de tu autoría es hermosa.
Muchas gracias Jatzibita siempre tan profunda en tu escribir. Combinas lo real con lo irreal y lo real no es necesariamente lo que vemos sino el espíritu de un ser manifestado en ese colibrí.