SOMOSMASS99
Jatzibe Castro*
Miércoles 3 de abril de 2024
El niño piedra
Su manera de comunicarse era el dibujo. Pensaba en sí mismo y lo que quería decirle al mundo y dibujaba. Ya está, le decía a su madre cuando ella le preguntaba si quería ir al parque a jugar un rato y ella veía el dibujo e interpretaba, sacaba conclusiones y actuaba en consecuencia. El problema venía cuando la madre no entendía lo que quería decir su hijo. El berrinche que seguía se convertía en los rallones estrafalarios que Samuel llenaba de colores agresivos y entregaba a su interlocutor. Y no había más que hacer, el parque, o lo que fuera, se quedaba esperándolos y la madre o quien fuera, desconcertados en absoluto, solo quedaba esperar a que el niño terminara de gimotear hasta el cansancio que lo llevaría al sueño.
La hazaña del dibujo empezó aquel día en que, en el jardín de infantes, Samuel vivía su primer acercamiento al mundo de los demás, antes no había sido posible, sus interacciones eran únicamente con sus padres. Como hijo único no había tenido la necesidad de convivir con otros niños y sus padres habían aprendido a vivir y a ser felices con un hijo extraño, al que amaban aun sabiendo que la relación con el mundo no era sencilla.
Desde que Samuel empezó a tener consciencia de su vida, más o menos a los dos años, cuando el lenguaje oral le permitía comunicarse y obtener lo que deseaba con las palabras que surgían de su boca, se dio cuenta y mostró, que solo se sentía a gusto con sus padres. Cuando había invitados, se apartaba del mundo encerrándose en sí mismo, sin mirar ni responder a quienes querían interactuar con él, sin emitir sonidos, incluso casi sin moverse de donde se encontraba, era como si se mimetizara con el lugar o las cosas que le rodeaban. Él se sentía integrado por ejemplo, a su carriola, a su cuna, a los brazos y el cuerpo de su madre o su padre. Desde su interior quería decirle al mundo que no existía, que era parte del entorno, más bien, que era el entorno.
El día que fue por primera vez a la escuela, e incluso cuando ya habían platicado en diversas ocasiones sobre el tema, al momento en que su madre le dijo que se quedaría un rato ahí, con la maestra y sus compañeros, se sintió tan invadido y desvalido, que se paralizó, se convirtió en una roca incrustada en el piso, tan robusta y pesada, como imposible de mover. La maestra hizo varios intentos de llamar su atención, de sacarle del marasmo en que se convirtió la situación, de convencerlo de ir al salón. Al principio, los otros niños, también desconcertados por su primer día en la escuela, no hicieron caso del tema Samuel, pero al irse dando cuenta de que la maestra solo le atendía a él, fueron centrando su atención en aquel niño, que estaba quieto, anclado en el suelo, la mirada fija en la nada, los brazos pegados a los costados, y le llamaron piedra, el niño piedra. Fue hasta que a la maestra se le ocurrió llevarle una mesa, una silla, papel y colores que puso sobre la mesa, que decidió por fin moverse, sentarse y ponerse a dibujar.
En cada una de las hojas que le proporcionó la maestra, dibujó a su madre y a su padre en el lugar donde se encontraba, en diferentes posiciones, tomándolo de la mano, en disposición a caminar o caminando hacia la puerta de la escuela. Dibujó el mismo motivo una y otra vez, con una rapidez y una claridad asombrosa, tomando en cuenta sus escasos cuatro años. La maestra, contenta al ver que su método había funcionado, le daba o mandaba con algún compañero, más papel, hasta que llegó la hora de la salida cuando por fin llegó su madre y el niño piedra tomó su mano y la jaló hasta la puerta del colegio y de ahí a su casa, que afortunadamente quedaba cerca.
Así fue como el niño piedra empezó a comunicarse con el mundo. Sus días de escuela transcurrían en el salón, hasta donde lo iba a dejar su madre, sentado dibujando lo que quería decirle al mundo. Un día se dibujó en el baño y la maestra lo llevó hasta ahí y de ahí de regreso a su silla. Otro día que estaban viendo el tema de las mascotas, Samuel se dibujó acompañado de diversos animales con los que parecía interactuar con facilidad. A raíz de esto, sus padres decidieron regalarle un perro, lo que fue un éxito. Samuel pasaba horas jugando y conviviendo con su nuevo amigo, con el que se entendía a la perfección.
Samuel creció de esa manera, la escuela para él fue una ampliación de su mundo hacia adentro, sus dibujos fueron incluyendo a algunos compañeros y a la maestra, incluso, cuando había actividades colectivas, su participación se hacía manifiesta por medio de sus dibujos, parecía que no miraba, que no se daba cuenta de su entorno, sin embargo, sus dibujos expresaban su manera de relacionarse, quienes querían acompañarle o entenderlo, sabían que Samuel estaba en sus dibujos y a partir de ellos se comunicaba.
Todo transcurría en la extraña normalidad de la vida de Samuel. De los dibujos a la vida, de los cuestionamientos y los momentos de decisión a los dibujos. La gente a la que él le permitía ser parte de su cotidiano sabía lo que tenía que hacer para convivir con él. Así concluyó su formación de pintor y empezó a darse a conocer ante los círculos de artistas reconocidos. Sus interacciones más conflictivas sucedían cuando debía trasladarse y no encontraba compañía que, para agilizar sus trayectos, cumpliera la función de traducción de su lenguaje.
El último de sus viajes, cuando se encontraba en su hotel, preparándose para asistir a una exposición individual, esta vez sin intérprete, el agobio se fue apoderando de él al grado de dudar seriamente si asistir al evento. Se hacía tarde y la parálisis no le permitía moverse. Fue cuando tocaron la puerta, el sonido lo sacó de su pasmo momentáneo, se levantó y abrió, ahí estaba una mujer que lo paralizó aún más, pero esta vez sin agobio, la comunicación fluyó a partir de que se vieron y ella le mencionó que sabía de sus circunstancias, que estaba para ayudarle y acompañarlo en todo momento.
Él se dejó llevar como un niño de la mano de su maestra más querida. No hubo necesidad ni siquiera de dibujar. El evento y su participación fueron un éxito. Al regresar al hotel Samuel se dibujó con ella en el bar, lo que ella interpretó como una invitación que aceptó sin reservas. Entablaron una charla en o que ella le confesó que también le había costado mucho comunicarse con el mundo y que, en su caso, la escritura había sido el medio.
Pasaron la noche juntos, y a la mañana siguiente, en su habitación, se encontró un dibujo de los dos yendo hacia el océano y una nota que decía: cuando encuentras a alguien con quien te comunicas más allá de las imágenes y las palabras, el infinito es tu hogar.
* Jatzibe Castro es pintora y escritora.
Twitter: JatzibeCM
Instagram: Jatzibe_Castro
Imagen: Ana Luengo / Pixabay. | Intervención: Jatzibe Castro.
10 Comentarios
Las piedras son base de tanto en nuestras existencias.
Excelente historia, felicidades!
Un relato muy emotivo, describiste tan bien esos sentimientos ocultos aparentemente dentro de un niño, que al expresarlos en sus dibujos y pinturas nos estremecen de ternura y nos hacen más humildes y humanos
Hermoso cuento de la importancia de la comunicación y cuando esta se produce, no importa la forma ni el momento, solo el amor que se entrega en ella. Felicitaciones
Que bonito. Para mi el final fue lo mas. Todos nos comunicamos de diferentes maneras, el amor y el hogar esta con quien pueda entender el lenguaje de tu alma.
Te quiero Jatzivite
Jatzibita a mi se me ha concedido la bendición de tratar con muchos niños y adultos con características como la del niño que describes en tu relato. Y precisamente a través de esa convivencia he descubierto que el lenguaje universal es el Amor. Y el Amor se manifiesta precisamente entre aquellos que sin necesidad de hablar nos entienden, comprenden, y acompañan a pesar de las distancias. Muchas gracias Jatzibita por compartir! Te quiero mucho ❤️
Bellísima historia, me encantó, ignoro las características de salud mental del personaje, pero aquí lo importante es qué, la comunicación no necesita palabras, sino hechos
Buenas noches querida Jatzibe, me gustó mucho la historia nos enseña a convivir con tantas personas que salen de la banda de comunicación en la sociedad, en lo personal tengo el privilegio de tratar con algunos de ellos y la atención, amor y servicio que podemos dar nos permite fluir en los caminos de la vida, te felicito por tu manera de pensar y transmitir, saludos a todos.
Qué bello relato; para recordarnos que hay muchas maneras de vivir en el mundo y de comunicarse y si a eso le añades talento, ya tienes un artista.
Muy adhoc para el día internacional del autismo, que fue hace poco.
Una hermosa y enternecedora historia! Tu cuento invita a la empatía, el amor y la inclusión de los niños y personas diferentes, que sienten y se comunican de manera distinta!