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Fernando Sánchez Clelo
Fernando Sánchez Clelo es maestro en Estética y Arte; doctor en Literatura Hispanoamericana por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Es profesor de educación superior. Narrador y editor. Es autor de seis libros. Es antólogo de varias publicaciones y parte de su obra está antologada en diversas obras nacionales e internacionales. Nacido en Puebla, en 1974, es colaborador del blog Antología virtual de minificción mexicana, imparte talleres de creación literaria y coordina la colección Ficción Express, dedicada exclusivamente a la minificción en la Dirección General de Publicaciones de la BUAP. Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla en la disciplina de cuento.
El pastor de hormigas
— Dios no juzga, no premia ni castiga. Tampoco es el titiritero de tu vida —me dijo mi papá cuando le conté que el padre Onésimo explicó que Dios nos castigaría con un rayo cegador si no nos hincábamos a rezar a la imagen de la paloma blanca.
Mi papá me sacó al jardín. Sentados bajo un árbol, me puso a observar una fila de hormigas.
— Ellas te ven, pero no saben lo que eres. A nosotros nos pasa lo mismo, vemos el cosmos y no sabemos qué es.
Fue así como observar esas hormigas fue mi obsesión. Me sentía un dios para ellas, pero no pude evitar involucrarme: si una de ellas se salía de la fila, le creaba un camino de azúcar para que regresara por el buen camino. Si llevaban una carga muy pesada a cuestas, la levantaba para acercarlas al hormiguero. Comencé a enseñarles trucos sin que se dieran cuenta: cómo cruzar riachuelos con hojas de árboles o aventurarse a caminos que llevaban a tierras fértiles.
Aprendieron a crear herramientas, a encender fuego y estructurar un lenguaje. El salto radical fue la manipulación del acero para crear pequeñas máquinas. Me sorprendieron cuando viajaron a la azotea de la casa en diminutas naves, pero ya no se satisfacían con lo básico: se volvieron ambiciosas. Así, fueron multiplicándose en el hormiguero que devastó el césped, tanto que una mañana desperté con mi cama envuelta en hormigas que me picaban. Su hambre era incontenible. Salí para sacudírmelas y con una manguera inundé el jardín con agua, las ahogué lentamente como castigo a su insolencia, aunque mi papá me regañó por la destrucción del jardín.
Al medio día encontré un pequeño hormiguero, algunas se habían salvado. Y aunque sus predecesoras me desilusionaron, voy a intentarlo otra vez. No cometeré los mismos errores como pastor de hormigas. Comenzaré mañana, hoy las nubes de lluvia se ven muy negras.
Voz del audio: Lilián Sánchez Vega.
Ilustración de interiores: Artista plástico Daniel Rico Patiño.
1 Comentario
No hay escarmiento, seguimos queriendo ser dios, vencer cada enfermedad, dominar cada situación. Excelente recreación.