SOMOSMASS99
Hernán Langiotti / Contrahegemonía
Argentina / Martes 31 de mayo de 2022
La cancha, la libertá
De pibito iba a ver al Porvenir. En realidad, íba los sábados a la tarde porque los domingos eran para ir a la Doble Visera a alentar al Rojo. Nos encontrabamos con Carlos, un amigo de la secundaria, y nos íbamos caminando y charlando las 20 o 30 cuadras que teníamos de distancia desde Valentín Alsina hasta Gerli. Y esperábamos para entrar en el segundo tiempo, cuando un empleado del club abría el portón lentamente y con complicidad, porque en esa época no había ni plata ni apuro.
Unos años después me llegó el mito de la fundación del Porve de boca de viejos anarquistas: un grupo de trabajadores había fundado en 1915 en la zona de Villa Castellino (o Piñeiro o el Barrio La Mosca. La geografía cambiaba levemente según quién lo contara…) un club de lucha greco-romana, con actividades sociales y culturales, algo bastante tipico para la época. Y sí, su nombre lo delataba, era una prueba irrefutable: entre sus fundadores debería haber anarcos. Osvaldo Bayer así también lo contaba en su libro “Fútbol argentino”, salido en 1990.
Luego, algunas versiones dirán que el nombre tenía sentido porque había sido fundado en Villa Porvenir, un pequeño rectángulo incrustado en la actual Lanús Oeste, al lado de Villa Spinola, Valentín Alsina y Villa Pobladora. Seguía siendo válido lo de la lucha greco-romana, pero de fundadores libertarios, nada.
Cómo sea, todos esos eran un poco mi barrio o, al menos, calles muy caminadas en busca de desafíos futbolísticos primero, musicales después y políticos más tarde.
Perros, anarcos y piquetes
En 2002, cuando organizábamos el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Parque Patricios (que luego se llamó MTD 1 de Mayo), se sumó tempranamente un pibe de nuestra edad al que llamabamos Pilu y que andaba, invariablemente, con un sombrero “Piluso”(de allí su sobrenombre), con alguna ropa del Porve y hablando de su Bragado natal, con el orgullo de haber nacido allí y sentirse levemente emparentado con aquellos Presos de Bragado de los años 30.
Con Pilu compartíamos nuestro cariño por el club, la lucha piquetera y el anarquismo. Y el amor por los perros, claro. A uno de los que encontramos en el barrio, lastimado y perdido, lo llamamos Bakunin y se fue a vivir conmigo; a otro le puso Libertario, vivía con él en hoteles o en el comedor y nos seguía en tren a cada corte de ruta o asamblea que estuviéramos.
A los tres los perdí de vista; a Pilu, a Libertario y a Bakunin.
Sin pan y con bastante circo
El próximo 10 de junio, Milei y el Dipy van a hablar/actuar en la cancha del El Porvenir, en Gerli, en el sur del conurbano bonaerense, y no deja de sonar como un chiste de mal gusto.
Es interesante como se fue asumiendo en los medios el mote de “libertario” que se fueron adjudicando estos impresentables; una cofradía que mezcla teorías racistas, neoliberalismo y promesas de fin de los derechos más elementales. También se hacen llamar “minarquistas” o “anarcocapitalistas”.
Pero no nacieron de un repollo: el fracaso estrepitoso de los gobiernos “progresistas” que prometen administrar el capitalismo o las dificultades que cargamos como izquierda en proponer un proyecto socialista transformador sumada a la dinámica internacional de surgimiento de una derecha pura y dura, sin esconderse, fue un cóctel efectivo.
La batalla cultural
A lxs anarquistas nos da bronca, obviamente, el robo de una identidad o nombre con tanta significación que consideramos unido a lo mejor de la tradición antiautoritaria y extraparlamentaria del socialismo.
La “confusión” no es inocente y cuando así lo nombran no deja de revolver las tripas, literal y sistemáticamente. Lo mismo le debe pasar a lxs compañerxs socialistas cuando se habla del “socialista” Roy Cortina o a muchos compañerxs guevaristas cuando algunos que así se autoperciben reportan como funcionarios del gobierno nacional.
Pero también me da un poco de escozor cuando, para “defender” el término, algunxs buenxs periodistas, amigxs o militantes dicen: “Dejemos de llamar libertario a Milei. ¡Libertarios eran Bayer o Simón Radowitzky”. Si, claro.
¡Pero nos mandan así al arcón de los recuerdos!
Tenemos historia, claro: los primeros sindicatos, los vindicadores y expropiadores, la Semana de Enero o la Patagonia Rebelde; la Huelga de los Locos (o la “más larga de la historia”) de los obreros navales en el 55 y La Voz de la Mujer; La Protesta y Proyección, lxs compañerxs de la Linea Anarco-Comunista o del Sindicato del Caucho en Córdoba; el sindicato de Plomeros, lxs gráficxs o Resistencia Libertaria.
Pero libertarixs también son (somos) no pocxs militantes sindicales, feministas, territoriales, ambientales o de DDHH que actúamos desde nuestro lugar, silenciosa y humildemente; que construimos con dificultades y limitaciones organizaciones políticas y sociales; centros culturales, bibliotecas y editoriales. Libertarixs son también lxs compañerxs que están presos por el escrache a Clarin.
Cada unx con sus particularidades y con sus prácticas.
¿Somos marginales aún? Si, y con errores, que es lo más grave. Como casi todas las corrientes.
Hay batallas culturales, en definitiva, que estamos perdiendo. Por errores propios o por correlación de fuerzas.
Pero son batallas que tenemos que dar, que debemos seguir dando.
Estamos a tiempo de dar vuelta la cosa. Y cuánto más unidxs, mejor.
Fotos de portada e interiores: Contrahegemonía.
0 Comentario