SOMOSMASS99
Agustín Galo Samario / SomosMass99
Ciudad de México / Lunes 30 de abril de 2018
- La coyuntura electoral prefigura un escenario explosivo, señala el activista
El candidato de Morena a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, sí es un liberal, pero «un liberal criollo en un país dependiente, neocolonial, ocupado». Miembro de una casta que cree que sólo ellos tienen derecho a gobernar y lo han hecho de la peor manera, afirma Marcos Tello Macías, del Movimiento de Liberación Nacional y del colectivo recién creado Nuevo País.
En la coyuntura de las elecciones presidenciales, dice, hay una inercia en favor de López Obrador que ni tiene caso cuestionar, pero lo que sí es necesario es «dejar claro por qué las organizaciones de Nuevo País no nos subimos a su carro: Tenemos derecho a pararnos y decir que queremos conducir el país». Para ello se preparan, frente a un sistema que le niega ese derecho a cualquier otra opción, como a María de Jesús Patricio Martínez, del Concejo Indígena de Gobierno y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), para quien el candidato de Morena pidió el registro «como una dádiva», porque «el hecho es que no se pude registrar» por el condicionamiento estructural existente en «un país indígena, de color, mujer», donde además el piso electoral excluye a todas las fuerzas populares.
– ¿Cuál es su diagnóstico de país?
– Vivimos un proceso similar al que dio lugar a la guerra de independencia, a la reforma y la revolución. Es lo que los académicos llaman una crisis estructural, que nosotros podríamos llamar histórica y que impacta toda la vida de la sociedad: la cultura, la economía, la política. Esto se emparenta con una crisis de representación de las élites dominantes. Los liberales en cualquiera de sus manifestaciones, conservadores o progresistas, ya no representan a la nación. Son ellos los que han socavado los cimientos de la soberanía nacional y son ellos los responsables de este proceso de desarticulación del Estado nacional y de la catástrofe humanitaria que vivimos en el país.
A alguna gente, añade, todavía no le cae el veinte cuando hablamos de catástrofe humanitaria, con registros que hablan de 300 mil asesinados en once años, dos millones de desplazados, 40 mil desaparecidos. «Hay situaciones verdaderamente traumáticas porque el neoliberalismo enfermó al pueblo mexicano, es un pueblo diabético, obeso, deprimido. Tenemos indicadores que hablan de enfermedades mentales que conducen a suicidios, niveles de pobreza que en las comunidades indígenas y en la población de la tercera edad rondan en el 80 por ciento; con ocho millones de jóvenes sin empleo ni educación. El saldo de los últimos tres o cuatro sexenios es dramático, el fracaso es total, mientras los niveles de riqueza y desigualdad son de los más altos del mundo». Es el desmantelamiento de las culturas locales y nacionales, de la comunidad, de la fraternidad. Las privatizaciones tienen que ver con la destrucción del tejido social, es golpear la cultura comunitaria, solidaria; golpear la perspectiva de justicia; es el relanzamiento de ideologías que destruyen toda posibilidad de convivencia humana sobre un equilibrio naturaleza-sociedad.
«Hay un particularismo extremo, no es la individualización de las personas, es su particularización absoluta. Es decir, el neoliberalismo es el capitalismo por despojo (…), es una economía criminal, ladrona, ratera, que te quita a partir de la fuerza. O sea, son asaltantes: te quitan tu fondo de pensión, como (Carlos) Slim, que tiene invertidos 85 mil millones de pesos y le preguntas que si son suyos, de su familia, y no, son de los fondos de los trabajadores y trabajadoras. Y dice: ‘te doy el diez por ciento de ganancia’. Eso es robo, él te da el diez por ciento de lo que es tu propiedad y lo tienes que ver como un premio (…) Se ha incrementado la indefensión de las personas. Los asesinatos de mujeres tienen que ver con la destrucción de las clases trabajadoras: no tienen el poder que tenían antes en sus sindicatos, no tienen el poder económico por sus percepciones laborales, perdieron el poder de sus sistemas de seguridad social, el poder que les daban sus comunidades. Todo eso lo perdieron. Somos sujetos aislados. Mucha gente es muy ingenua, piensa que más vale ser agente libre que estar asociado a alguna corporación, no entiende que todo eso, la comunidad o el sindicato, le daba poder».
Refundación para vivir bien
Nuevo País es solamente una de las expresiones de resistencia social y comunitaria que se están gestando en todo el territorio nacional, explica. Es un proceso que articula diversas maneras de ver y construir el país. Es la organización de los procesos de refundación de México. «Estamos articulados de muchas resistencias comunitarias, de una gran cantidad de compañeros y compañeras indígenas que luchan por sus territorios, de otras luchas populares, luchas de mujeres, de jóvenes (…) El propósito es prepararnos para el escenario que se está configurando en este proceso electoral, que es explosivo».
El acuerdo es unirse, «porque si no vas a ser avasallado, o si te unes a López Obrador vas a quedar comprometido para siempre porque muchas de las personas que los encabezan lo único que quieren es un lugarcito. Igual como pasó con el PRD».
Pero la coyuntura política actual es mucho muy compleja y va más allá del 1 de julio. Son las fuerzas económicas y culturales dominantes las que le dan sentido al proceso. No hay fuerzas populares propiamente representadas, pues el piso electoral las excluye y sólo les permite un espacio siempre y cuando se subordinen a ellas. «Ejemplo de ello son las hordas que salieron después del debate a vituperar a López Obrador, es decir, son los mismos pobres a instancias del PAN, PRD, y no se sabe si también del PRI. «Actúan en la lógica de sus enemigos, de quienes los desprecian profundamente: las cúpulas del PAN, PRD y PRI, que son racistas en exceso y desprecian al ‘pobrerío'».
Es tal la crisis del Estado nacional que no puede solucionarse más que refundando el país, afirma. Por eso Nuevo País apela a otras formas de ciudadanía, que tienen que ver «con la verdadera liberación de las personas y el bien común». Un proyecto de nación tiene que ver con con reformular un proyecto económico de nación y, por tanto, desengancharse de Estados Unidos, desarrollar economías propias y en particular en sectores estratégicos. La propiedad pública tiene que funcionar como propiedad social con diversos emprendimientos particulares, pero sin concesionar a las empresas prigadas la salud ni la educación «ahí tiene que ser una economía absolutamente del Estado».
Además, sostiene Marcos Tello, se debe refundar el mundo de la política que es «esencialmente corrupto. Porque aunque no se robaran un peso, es un mecanismo de fabricación de clientelas, de suplantación de la voluntad popular. La voluntad popular no es que respeten tu voto, no decimos que López Obrador sea igual a todos, sino que todos son desde los grupos de poder para el pueblo. La voluntad popular no es cada seis años o cada que haya elecciones, tiene que ver con la necesidad de construir un espacio donde todos podamos vivir bien y México tiene para vivir bien. ¿Qué plantemos? Que todos podamos vivir bien y que podamos vivir en paz, refundar a México, reconstituir los equilibrios naturales básicos, abrir las posibilidades de crecimiento personal y colectivo, entrar a un proceso donde el Estado pierda sus funciones represivas y de salvaguarda de intereses. Nosotros hablamos de un Estado-comunidad, de pueblo-nación, de comunidad-nación».
Foto de portada: SomosMass99.
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