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Daminán Ravenna / Contrahegemonía
Lunes 17 de octubre de 2022
“Al decir de Gramsci, la hegemonía es la construcción política y cultural que permite a la clase capitalista, que ya domina la estructura económica y el Estado, pasar a ser también dirigente en la esfera de la conducción política, intelectual y moral de otras clases y grupos sociales y contar así con su adhesión más o menos automática. El ejercicio normal de la hegemonía combina coerción y consenso, en cambiantes formas de equilibrio que arraigan en el sentido común o pensamiento cotidiano de los de abajo”.
– Aldo Casas, El sentido común como terreno en disputa [1]
Introducción
Los derechos humanos forman parte de esa esfera de conducción política, intelectual y moral, además de ser Estado, los que los coloca como una herramienta de las clases dominantes para ejercer sus mecanismos de opresión.
Sin embargo, la filosofía de la praxis nos asiste haciéndonos comprender las contradicciones internas entre lo instituyente y lo instituido en los derechos humanos, dialéctica que plasma una síntesis contrahegemónica que estando en desarrollo es necesario comprender y abonar.
El antagonismo entre el plexo normativo de los derechos humanos y el sistema civilizatorio capitalista -que se presenta como un constante incumplimiento de los derechos económicos, sociales, culturales, ambientales y consecuentemente con represión estatal- acumula una forma de sentido donde los derechos humanos pueden ser usados como programa en lucha y como reivindicación de otro mundo posible.
Pero al mismo tiempo la forma Estado, en términos de Gramsci Estado en sentido amplio, usa las herramientas que otrora eran de lucha para subsumirlas a las nociones del mundo e intereses de la clase dominante, claro ejemplo de ello son actualmente las organizaciones gremiales, sindicales y sociales tanto de la CGT como de ambas CTA y muchas de las organizaciones sociales oficialistas, que encarnan ese Estado en sentido amplio que nos ilustro Gramsci y con ello es de resaltarse, instituciones y prácticas sociales determinantes para mantener el orden opresivo.
Como consecuencia de esto las clases subalternas consumen un conjunto de actividades económicas, políticas e ideológicas que son parte del sistema digestivo del capital, es decir forman parte del mecanismo de sujeción del sujeto por excelencia del capital, hacemos referencia claramente al fetichismo de la mercancía, dispositivo que elucubra una conciencia sin clase, bajo el ideario del consumo como forma del ser.
De este modo las clases subalternas organizadas para la puja de sus intereses en la sociedad capitalista realmente existente sólo pretenden ingresar a la explotación del ser humano por el ser humano con derechos, sin observar por ello que para la clase dominante, ser dirigente le significa mantenerse en el poder “permitiéndoles” ser explotados.
La clase capitalista y su Estado despliegan su hegemonía con fruición sobre los explotados y oprimidos generando una institucionalidad que dice ser de derechos humanos (ya sea desde el acervo liberal o nacional y popular progresista) pero que en sí encierra bajo este relato formas de regulación social que conllevan derechos para unos pocos.
Dicha hegemonía contiene como forma de discurso a los derechos humanos; pasar del plan social al trabajo digno, explotar el ambiente mediante un capitalismo verde para generar puestos de trabajo, hacer valer la libertad de circulación frente a los cortes de calle, reprimir sin violencia institucional, todas acepciones que se arraigan como sentido común conservador en las mayorías populares.
Derechos Humanos hegemónicos o contrahegemónicos
Uno de los fundamentos en el que la filosofía de la praxis contribuye a pensar nuestra realidad, es a través de una interpretación histórica materialista que haga foco en la creación de un bloque social e histórico, con ello es menester comprender que nuestras clases dominantes se disputan la dirigencia, más no otros aspectos de la hegemonía por ellos desplegada.
Desde estas facciones de nuestras clases dominantes se sostiene un discurso y un relato de derechos humanos basado en el Estado de Derecho liberal. Derecho para nosotros claramente del enemigo, es así que debemos entonces alumbrar que el antagonismo no es dentro del bloque capitalista entre el liberalismo y lo nacional popular progresista, sino de ambos contra la clase trabajadora. La relación capital-trabajo es por ello fundamental para comprender como se ejercen las violaciones a los derechos humanos.
De esta manera comprendiendo las implicancias de la superestructura política y jurídica estructurada por nuestras clases dominantes, observamos su uso con los derechos humanos como cimiento, como así en la superestructura ideológica como ideas-fuerzas que repliegan las luchas mediante el pasaje del reclamo de derechos (instituyente) al derecho plasmado en ley que se incumple o burocratiza(instituido).
Es el estatismo en los derechos humanos como despliegue hegemónico, ya sea reducido o ampliado, el Estado es la arena de lucha propuesta. La forma hegemónica en los derechos humanos por ello es clara, siempre es desde una génesis liberal progresista o liberal conservadora sostenida desde el bloque social e histórico capitalista que contiene ambas facciones de clase dominante.
Por ello se vuelve fundamental abonar y sembrar a los derechos humanos desde una contrahegemonía desplega desde la lucha de las clases subalternas y consecuentemente teorizados desde la práctica.
Para todos, todo.
Nota:
[1] https://contrahegemoniaweb.com.ar/2022/09/29/el-sentido-comun-como-terreno-de-disputa-hegemonica/
* Damián Ravenna es presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Zona Norte de la Provincia de Buenos Aires
Imagen de portada: Contrahegemonía.
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