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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 5 de mayo de 2023
Ya casi en el último tramo de la gestión sexenal que sacó a los neoliberales de las instancias más elevadas de la administración pública, es obvio que quedarán pendientes importantes para continuar la transformación del país.
Muchos de esos pendientes obedecen a la carencia de una mayoría calificada en el poder legislativo durante la segunda mitad del sexenio, lo que facilitó a la oposición evitar la aprobación de iniciativas y reformas en ese sentido.
Aunque un sexenio, salvo en una situación realmente revolucionaria, no alcanza para realizar los cambios necesarios a fin de crear una estructura con objeto de restaurar la devastación de 36 años de neoliberalismo ─más todo el pasado capitalista─, pudo avanzarse más. Sin embargo, errores, prácticas viciadas y prejuicios arraigados en la política, de los que no ha podido sustraerse Morena, le impidieron que en la elección legislativa intermedia (2021) alcanzara la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.
Esos errores, prácticas viciadas y prejuicios ─de Morena y sus aliados─, generan desunión al interior y dificultades para alcanzar acuerdos duraderos con otras organizaciones políticas; situación que opera en favor de la derecha opositora y en la que cimenta sus expectativas de desgaste y descarrilamiento del proceso de transformación.
Aun cuando la oposición de derecha carece de una plataforma programática mínimamente creíble y atractiva para la mayoría de la ciudadanía, ni cuenta en sus filas con personajes con el nivel de prestigio que les brinde probabilidades suficientes como para recuperar el gobierno de la República, habría que reconocer que esa oposición posee más que suficientes recursos económicos y propagandísticos, tiene una amplia estructura con vasta experiencia en todo tipo de denostaciones, engaños, corrupción, mentiras, fraudes electorales y en el control de importantes sectores del campo y la ciudad. Además, cuenta con el apoyo de las oligarquías interna y externa, de las organizaciones de la derecha internacional y de algunos gobiernos extranjeros (Estados Unidos, principalmente).
Esa oposición tiene bien claras sus muy remotas probabilidades y posibilidades de ganar una elección presidencial. Sin embargo, porque ya lo hizo, sabe que puede conseguir los escaños suficientes en las cámaras del legislativo para desde ahí obstaculizar todas las iniciativas y propuestas que surjan del próximo gobierno de la República y ralentizar el proceso de transformación, en espera del momento que consideren apropiado para llevar a cabo un «golpe blando».
Las consideraciones anteriores dejan ver la importancia para las fuerzas y sectores progresistas de nuestro país de no solamente ganar la elección presidencial en 2024, sino que en la elección para conformar el poder legislativo se logre la votación suficiente para alcanzar la mayoría calificada en ambas cámaras.
Para lograr esa mayoría calificada Morena, el Partido del Trabajo y otros partidos aliados, deberán realizar un esfuerzo por lograr la mayor cohesión en torno a un programa que continúe y de impulso al proceso de transformación que inició la actual administración. Será necesario que todos los candidatos a puestos de elección popular que proponga esta alianza se comprometan con el pueblo a cumplir ese programa.
Por otro lado, en la medida en que ese programa ─con sus objetivos y alcances─ se difunda, se explique claramente y convoque y movilice a la población para su realización, se podrán alcanzar las condiciones políticas para implementar las transformaciones que conduzcan a nuestro pueblo a un futuro cercano cada vez menos injusto y a una vida digna.
¡Hagamos realidad la posibilidad de un México mejor!
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Transparencia Electoral.
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