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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 1 de julio de 2022
Aun cuando apenas ha concluido la mitad del cuarto año del mandato presidencial, el tema sobre quién sucederá a Andrés Manuel López Obrador, sobre todo en la cúpula de Morena, ha generado visos de preocupación entre militantes y simpatizantes de este partido que orientan sus esfuerzos hacia la transformación de nuestro país, una que conduzca a la solución de los graves y añejos problemas que padece el pueblo mexicano.
Para cualquier ciudadana o ciudadano en pleno goce de sus derechos es totalmente lícita la aspiración a ocupar un puesto de elección popular, pero también lo es la aspiración del pueblo a mejorar sus condiciones de vida y trabajo para alcanzar una existencia digna, cosa que a más de 100 años de la Revolución y de 200 de la independencia, aún espera.
Si bien es cierto que el actual gobierno federal es en muchos aspectos diferente de los anteriores, sobre todo de los neoliberales, no es menos cierto que es heredero de infinidad de vicios, fallas y estructuras que operan en favor del anterior orden.
Con esa herencia carga también Morena. Evidencias de ello son una serie de prácticas políticas en las que se advierten desviaciones como el oportunismo, sectarismo, dogmatismo, entre otras, lo que puede debilitarlo o, peor aún, dividirlo cuando enfrente la próxima elección federal, en 2024.
En el proceso de selección del candidato que presentará Morena para suceder a López Obrador se plantea la realización de encuestas, lo que, toda proporción guardada, equivaldría a llevar a cabo una elección primaria. Si es el caso, se correría el peligro de que, a la usanza anterior, volvieran a venderle al pueblo una imagen con una serie de promesas que difícilmente le cumplirán.
Otra cosa sería si, primero, Morena elaborara un programa que contemplara las más urgentes demandas del pueblo y aquellas que se vinculen con la defensa de los derechos humanos, la soberanía y la recuperación de los recursos que históricamente han sido propiedad de la nación, así como la restauración, preservación y respeto al medioambiente; después, que los aspirantes a candidaturas para puestos de elección popular suscribieran dicho programa. De esa manera, quienquiera que resulte triunfador en las encuestas u otra forma de selección, quedaría comprometido con el pueblo y este tendría una base para exigirle o revocar su mandato, en caso de ser electo.
De esta manera las personas pasan segundo término y el pueblo votaría por un programa. El voto implicaría no solamente la elección de alguien que nos represente, sino también el compromiso del votante a impulsar el cumplimiento del programa, como una forma de participación democrática.
Durante mucho tiempo la selección de candidatos a puestos de «elección popular» en nuestro país ha estado en manos de las cúpulas de los partidos políticos, la burguesía y, en no pocos casos, del gobernante saliente; como regla general, la vinculación de tales candidatos con el pueblo ha sido prácticamente nula, y menos que eso después de haber «triunfado» en la elección.
Las campañas electorales nos vendían una imagen, con la mejor sonrisa y el ángulo fotográfico que más les favoreciera, nos saturaban de promesas que nunca cumplirían, y cuando los triunfadores en la elección asumían sus cargos servían a quienes financiaban sus campañas, a quienes los «ayudaban» a lograr sus aspiraciones políticas, en fin, a los miembros de la clase dominante. ¿Y el pueblo?, a esperar el mismo ritual, corregido y aumentado, para el siguiente ciclo electoral. De ahí el descrédito de la derecha y sus partidos; no tienen un programa que considere las necesidades reales del pueblo, solamente más de lo mismo, pero en dosis mayores.
Si aspiramos a transformar nuestro país en uno más justo, unido, libre y soberano, primero convendría desterrar las prácticas viciadas que en la política y otros ámbitos impuso la burguesía para ejercer mejor su dominio y control sobre el pueblo, sustituirlos por prácticas realmente democráticas, participativas, en las que la deshonestidad no tenga cabida.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Foto de portada: A Barlovento.
2 Comentarios
Estoy de acuerdo. Primero el programa y luego el candidato que lo suscriba y que mejor pueda llevarlo adelante.
Hola lamentablemente lo de la firma de compromisos ha sido, por desgracia, una artimaña que ya utilizaron los candidatos «ganadores» de sexenios pasados sin embargo, por fortuna las bases están acostumbradas ante las evidencias del sexenio que corre a confiar en los planeamientos de este nuevo ciclo.
Es, tal ves pertinente recordar que AMLO recorrió varias veces la república contactando con la gente y emitiendo al mismo tiempo sus promesas, pero al parecer los mencionados como «posibles» candidatos no han tenido tiempo de llevar a cabo la misma práctica pues tienen trabajos a realizar para el partido.