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Ciudad de México
Miércoles 29 de abril de 2024
La importancia de la lucha por preservar y fortalecer la soberanía nacional
Uno de los más grandes problemas de México y América Latina y que tendrá que enfrentar el nuevo gobierno ante el previsible y muy deseable triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo, es el de cómo preservar la soberanía nacional en un mundo en el que las grandes potencias capitalistas suelen no respetar la autodeterminación de la mayoría de los países. En la historia de México y en las luchas de nuestro pueblo el concepto de soberanía se ha proyectado en dos planos indisolublemente ligados entre sí: la soberanía nacional y la soberanía popular; ambas facetas son en realidad una sola categoría histórica y constituyen la principal condición de, por un lado, la existencia de una genuina democracia y, por otro, de la preservación y defensa de la independencia nacional.
Hoy en el plano internacional dominan un puñado de países encabezados por los EUA, cuya fuerza estructural principal emana del capitalismo monopolista mundializado en lo que va del siglo XXI; además, en el campo superestructural se fortalece como nunca antes el capital financiero, la especulación y el parasitismo de la banca internacional. A pesar del agravamiento de la crisis estructural y social en el mundo capitalista, los diversos organismos financieros persisten en imponer políticas antipopulares y antinacionales, así como endeudamientos en espiral y fondos buitres a los países pobres; en nuestro tiempo se fortalece además una política agresiva de dominación y una ideología imperialista, a lo que se aúna el control e injerencia por parte de la principal potencia occidental, los EUA, tanto hacia los países del “primer mundo” y más aun a los del capitalismo del subdesarrollo.
O sea, el imperialismo no es una política o ideología predilectas de algunas de las grandes potencias que puedan modificarse a gusto de cualquier gobierno, sino en el fondo es una manera estructural de ser del capitalismo moderno. Como lo advirtió hace poco más de un siglo el profundo pensador revolucionario V.I. Lenin: el imperialismo es una fase histórica del capitalismo caracterizada por “…los monopolios, la oligarquía, la tendencia a la dominación en vez de la tendencia a la libertad, la explotación de un número cada vez mayor de naciones pequeñas, o débiles, por un puñado de naciones riquísimas o muy fuertes: todo esto ha originado los rasgos distintivos del imperialismo …”.
Después de la desaparición del sistema de países socialistas de Europa del este, se pretendió instaurar un mundo unipolar. Sin embargo, en las últimas décadas se han desarrollado de manera exponencial algunos países alternativos como es el caso de China o el de los países que conforman un grupo con una gran fuerza económica, tecnológica, demográfica y política y que hoy representan una alternativa interesante a Norteamérica y Europa: los llamados BRICS. Es en ese nuevo y complejo marco internacional en que México y América Latina libran hoy la lucha por la soberanía. La historia nos reclama la integración si es que queremos enfrentar y defender los nuevos retos del desarrollo y preservar la soberanía. En América Latina incluidos los países de El Caribe tenemos en conjunto una identidad histórica y cultural incuestionables, además de que hemos padecido durante siglos la condición de colonias y en los últimos dos siglos hemos logrado el reconocimiento formal de países independientes, pero en la realidad somos, de manera diversa, profundamente dependientes y dominados y hemos sido muchas veces agredidos y hasta invadidos por las grandes potencias de ultramar o la de Norteamérica.
En México la búsqueda de una soberanía nacional y popular ha estado presente a lo largo de su historia; desde milenios los pueblos originarios lucharon por la defensa de sus territorios y sus formas ancestrales de vida y desde luego lo hicieron a partir de la invasión y la violenta dominación europea que duró tres siglos. Estos pueblos originarios realmente nunca se rindieron y de manera diversa siguen hasta nuestros días luchando por su soberanía. Vista esta lucha desde el ángulo del Estado Nación, ya en plena lucha independentista en la Constitución de Apatzingán se recogían gran parte de las ideas de Hidalgo y de Morelos, planteadas primero en el documento que fundamenta nuestra lucha por la independencia llamado por Morelos “Los Sentimientos de la Nación”. En fin, en El Congreso de Anáhuac de 1814 y en la Constitución que emana de ese Congreso se dice: “la sociedad tiene el derecho incontestable a establecer el gobierno que más convenga, alterarlo, modificarlo o abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera.” Esto es, la soberanía se le otorga a partir de entonces al pueblo y no a la corona española.
La soberanía es gravemente herida por el robo durante los años treinta y cuarenta del siglo XIX de más de la mitad del territorio nacional por parte de nuestro nuevo agresivo vecino, en proceso de convertirse en potencia económica y militar expansionista y a la postre imperialista. Durante la época de la Reforma, o sea en las tres décadas que van desde 1850 a 1880, México tuvo que enfrentar las invasiones de ultramar y en los hechos luchar por una segunda independencia al enfrentarse a los apetitos de conquista de la triple “Santa Alianza” de Inglaterra, España y Francia, así como las invasiones de esta última potencia. Durante la dictadura de Porfirio Díaz nuestro pueblo se enfrenta a un gobierno represivo y profundamente antipopular y a la creciente entrega del país por parte de esa dictadura a las potencias extranjeras.
Durante la Revolución Mexicana se padece la intervención estadounidense, empezando por el asesinato del Presidente Madero acordado y organizado en la embajada norteamericana en México. En 1914 Estados Unidos invade y ocupa durante meses, con abusiva fuerza militar, el puerto de Veracruz y después penetra durante meses en el norte de nuestro territorio con miles de soldados y aviación en una caricaturesca “expedición punitiva” que resultó en la fallida búsqueda del “Centauro del Norte”: Francisco Villa, quien previamente les había propinado la única invasión militar en su territorio continental de toda su historia. Los gobiernos de la Revolución y posteriores a la lucha armada, para llevar a cabo las transformaciones que el país requería se tuvieron constantemente que enfrentar, a veces sin éxito, a múltiples injerencias del gobierno estadounidense para apuntalar a los inversionistas de su país.
Sin embargo, México también ha obtenido triunfos históricos de gran significación en el rescate de nuestra soberanía, como las reformas y nacionalizaciones llevadas a cabo por el gobierno revolucionario de Lázaro Cárdenas; particularmente la nacionalización del petróleo; la de los ferrocarriles; la creación de la Comisión Federal de Electricidad, base de la ulterior nacionalización de la industria eléctrica; la entrega de la tierra concentrada propiedad de latifundistas nacionales y extranjeros; la creación del Politécnico, las normales rurales y la escuela superior de agricultura de Chapingo; el INAH y la ENAH, así como otras muchas instituciones educativas y culturales.
Hoy nuevamente la lucha por la soberanía vive un momento estelar, gracias al movimiento popular que con muchos esfuerzos y vidas le ha brindado a las mejores causas. Ese movimiento social, político y cultural se forja durante décadas a través de las luchas obreras, campesinas, médicas, guerrilleras rurales y urbanas y estudiantiles de los años cincuenta, sesenta y setenta. Ese movimiento popular que rescata la continuidad de las luchas del pueblo mexicano, se ha forjado como el acero en más de medio siglo, está hoy convertido en una fuerza social incontrastable, a pesar de su diversidad, y de sus todavía bajos niveles de unidad y organización, es un potente movimiento popular, que en el último cuarto del siglo XX decidió, paralelamente a sus luchas sectoriales, apoyar las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas y, en lo que va del siglo XXI, a Andrés Manuel López Obrador, a quien lleva de manera contundente a la Presidencia de la República y quien de manera excepcional ha sabido recoger, dirigir y proyectar las aspiraciones de la mayoría del pueblo.
Gracias al carácter democrático popular del gobierno de López Obrador y a sus enormes habilidades políticas, se han producido muy importantes transformaciones. Con grandes esfuerzos y enfrentando la resistencia de las clases dominantes y segmentos sociales ganados por el conservadurismo, se han podido llevar a cabo importantísimos cambios; por fin amplios segmentos mayoritarios del pueblo, se han visto beneficiados no sólo con los programas sociales en marcha, sino, tal vez lo más importante, es hoy el cambio de fondo de la política económica que abona a la separación del poder económico de las decisiones del gobierno y por el impulso a obras que benefician, no sólo al desarrollo del país en general, sino a la gente sencilla del pueblo que no había sido considerada y que hoy en gran medida se siente protagonista de la transformación en marcha.
En qué consiste la Soberanía Nacional
Alonso Aguilar Monteverde destaca tres aspectos fundamentales que sitúan en su justa dimensión la soberanía nacional:
- el derecho a la autodeterminación, o sea, el derecho de todos los pueblos a darse el tipo de gobierno y aun la forma de organización jurídica, política y social, o sea la forma de vida que prefieran;
- la relación entre soberanía nacional y soberanía popular, como establece el artículo 39 de nuestra Constitución: el principio de la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo, esto es, no sólo hay una estrecha relación entre soberanía nacional y popular, sino que ésta es incluso la fuente o base de aquélla, y;
- la soberanía consiste en el derecho a darse el tipo de gobierno y de organización que prefiera el pueblo, implica su derecho a utilizar en sus luchas medios revolucionarios y aun producir una revolución social que fue lo que hizo posible el surgimiento de las naciones modernas en el llamado mundo occidental, para acabar con los malos gobiernos y establecer un Estado Nacional.
Precisamente por la enorme importancia de la lucha por la soberanía nacional, no es casual que en la historia de nuestros países y concretamente en nuestros días las fuerzas de la derecha y el pensamiento conservador evadan mencionar el asunto de la soberanía, en gran medida porque la consideran un concepto anacrónico y o a lo sumo lo consideran relacionado con asuntos políticos y diplomáticos de importancia menor.
Y el hecho de que la derecha no le brinde importancia a la soberanía de nuestros pueblos es explicable, recordemos que en México las fuerzas reaccionarias estuvieron en contra de la revolución social que representaba la lucha por la independencia de Hidalgo y Morelos; su desdén histórico se expresa por ejemplo en que apoyaron a Iturbide por representar solo una independencia formal sin transformación social y durante décadas a Santa Anna, por lo que no se interesaron entonces por defender la soberanía frente al expansionismo de los EUA y la pérdida de más de la mitad del territorio nacional en manos de esa potencia expansionista e imperialista en ciernes; porque además combatieron a Juárez y asesinaron a muchos de los liberales radicales o llamados entonces rojos y reprimieron al pueblo y se opusieron a la Reforma Liberal y a los esfuerzos por separar la iglesia del gobierno, inclusive se atrevieron a ir a Europa y traer un emperador al que pretendieron imponer y al que defendieron hasta la muerte; porque más adelante fueron la base social principal del porfiriato y se opusieron a la Revolución Mexicana y posteriormente a las reformas sociales, particularmente en el gobierno revolucionario de Lázaro Cárdenas; porque se reinsertaron en los gobiernos poscardenistas cuando estos dejaron de ser revolucionarios e inclusive algunos de esos gobiernos que resultaron contrarrevolucionarios les abrieron las puertas y los negocios y, en las últimas décadas han sido la fuerza social principal del neoliberalismo que no termina de morir y que amenaza con regresar si nuestro pueblo no lo impide ahora.
Es evidente en este final de la contienda electoral de 2024, que la lucha ideológica en torno al asunto de la soberanía cobra importancia, aun cuando los medios de información lo oculten. Pero sobre todo, una vez que se haya resuelto quién dirigirá el poder ejecutivo en el próximo sexenio, la lucha por la soberanía popular será seguramente más intensa porque se avecinan vientos políticos turbulentos por el fortalecimiento de la derecha y el fascismo en Europa, Norteamérica y la presencia creciente en algunos países de Nuestra América.
Es hoy evidente la ventaja que el movimiento popular le está dando a la candidatura de Claudia Sheinbaum y su posible triunfo, pero realmente el asunto de la soberanía nacional cobrará mucho mayor relevancia una vez que se empiecen a delinear las posiciones del nuevo gobierno y más aún porque paralelamente en EUA estará instaurándose un nuevo gobierno, en el que, si pos electoralmente persisten las posiciones que han planteado los “demócratas” y sobre todo los radicales de derecha “republicanos” pueden representar enormes retos y hasta peligros para nuestra soberanía.
La derecha no parece estar en condiciones de triunfar en México, pero independientemente de lo favorable de las encuestas hacia las fuerzas progresistas del pueblo, nada está decidido, ni en las elecciones, ni el curso de los acontecimientos que seguirán. La derecha en México concentra una gran fuerza económica, política y “mediática» y representa sin duda un peligro para la soberanía nacional. Sólo por recordar un ejemplo: en la Convención Bancaria en abril de 2024, en medio de aplausos de un grupo de empresarios recalcitrantes conservadores, la candidata de la derecha: Xóchitl Gálvez ha dicho que “ya hay que dejar de hablar de soberanía” y empezar por hacer aduanas binacionales con EUA en vez de que México tenga sus propias aduanas. Dicha candidata también propuso crear cuerpos “trinacionales” con EUA y Canadá para extinguir incendios —cuando dichos cuerpos, decimos nosotros, implican un comando central que no dirigirían ni Canadá, a pesar de que tiene más de un siglo apoyando a EUA en todas las guerras e invasiones por el mundo, y menos México; además de que nuestro país no cuenta con los miles de satélites que sí tiene EUA para detectar incendios, lo cual sabemos es sólo un paso disimulado para incorporar militarmente a México en las incursiones norteamericanas por el mundo—. Habría que también recordar que la señora Gálvez ha hecho viajes a EUA y a España para ofrecer sin cortapisas las riquezas del país a los inversionistas, dichas invitaciones las ha hecho en los organismos más derechistas incluso fascistas de aquellos países.
Defender la soberanía es defender la patria
Gran parte de nuestro pueblo sabe que México ha sido históricamente objeto de agresiones expansionistas y de constantes intentos por controlar su economía, su pensamiento y su política interna e internacional. Ahora en pleno siglo XXI, México se ve obligado a restablecer la rectoría del Estado y regular las actividades del capital extranjero en la vida económica, así como restablecer la soberanía en los campos de la política, la ideología y las relaciones internacionales, puesto que los gobiernos neoliberales de las últimas décadas impusieron una política entreguista desde los tres Poderes de la Unión, lo que terminó por fortalecer los intereses extranjeros en todos los ámbitos de la vida nacional.
Precisamente por el entreguismo y la corrupción de seis gobiernos neoliberales consecutivos, en 2018 el pueblo decidió votar masivamente a favor de un cambio verdadero y rechazar las posiciones de las fuerzas conservadoras dominantes hasta entonces. A pesar de la creciente intervención extranjera en los procesos electorales, que arrecia en América Latina y particularmente en México a partir de la Revolución Cubana, en contraposición, el movimiento popular se acrecienta, se diversifica y expresa la continuidad histórica del movimiento de los desheredados cuando se hace presente cada vez más en las luchas obreras de finales de los años cincuenta, en la rebelión juvenil de los años sesenta y setenta —particularmente en 1968 y en 1971— se expresa además, en el surgimiento del movimiento urbano popular de los setenta y en múltiples luchas campesinas, populares, guerrilleras y obreras de aquellos años que en conjunto contribuyen en la irrupción electoral de la izquierda en 1988. Posteriormente el movimiento popular se hace presente de manera hegemónica en 1997 en la Ciudad de México y también en el 2000. En 2006 y 2012 se vuelve a expresar poderosamente en todo el país. Por esa acumulada experiencia de lucha y por el hartazgo respecto a la falta de vida democrática, el pueblo vive en las últimas décadas un proceso de creciente politización que le ha permitido orientar sus luchas contra las fuerzas internas e internacionales que sistemáticamente lesionan los intereses nacionales y populares. A partir de 2018 triunfa electoralmente el pueblo y ya con el gobierno de López Obrador el proceso de toma de conciencia política se ha fortalecido e impulsado un movimiento popular de los más vigorosos en el mundo de nuestros días.
Es por ello que ahora en pleno proceso electoral proliferan las campañas de descrédito hacia el presidente, hacia sus funcionarios y hacia prácticamente todas las políticas de transformación y también contra la candidata del movimiento de la llamada 4T, Claudia Sheinbaum. Las campañas negativas están orquestadas por algunos miembros de la oligarquía mexicana y en general por la derecha a través de los principales medios de información nacionales, pero ahora también dichas campañas se generan paralelamente desde el extranjero por supuestos “prestigiados” medios periodísticos y digitales, desde los Estados Unidos, España y la Unión Europea, promovidas por la derecha y el fascismo en auge en los países capitalistas desarrollados, incontrastablemente en Italia y en otras latitudes como es el caso hoy de los gobiernos de Israel y Argentina. De esa manera fuerzas ultraconservadoras internacionales influyen y participan activamente junto con la derecha mexicana en los asuntos políticos fuera y dentro de nuestro país, lo cual es flagrantemente violatorio de nuestra soberanía e independencia.
Las luchas que vienen tendrán como eje la soberanía
Una gran parte del pueblo cuenta hoy con mayores niveles de conciencia que en 2018. Está representado en este gobierno en el poder ejecutivo y cuenta con presencia mayoritaria en las cámaras de diputados y senadores, además de que ha ganado en la mayoría de los estados de la República y los municipios. Pero la derecha, a contrapelo de las preferencias políticas y electorales de la mayoría de la población, cuenta con el grueso del poder ya que una parte de ella, particularmente la alta burguesía y la oligarquía monopolista, son propietarios de los principales medios del producción y del capital en las tres ramas de la economía, la mayor parte del capital nacional está asociado con el capital extranjero con el que suele operar de manera subordinada y frecuentemente como subsidiario, sin embargo, el capital nacional es poderoso, no solo en México, sino en gran parte de América Latina e inclusive tiene una presencia importante en algunos países desarrollados.
El peso del capital monopolista en México es ya muy grande. De las 500 más importantes empresas en México que aparecen en el ranking de 2024 de la empresa editorial Expansión, propiedad ahora del grupo estadounidense Bloomberg, la mayoría absoluta son mexicanas. Tan solo si tomamos las primeras 100 encontraremos que 51 de ellas son de capital nacional (aunque Kimberly-Clark, que ocupa el número 98 en importancia, es la única que aparece como propiedad compartida México/EUA).
De las 10 primeras, 7 son de capital mexicano en donde aparecen las 2 industrias nacionales PEMEX y CFE, 2 holdings (FEMSA y el grupo regiomontano ALFA), una de comunicaciones (América Móvil), otra de alimentos (la trasnacional BIMBO) y una de servicios financieros (BANORTE) estas siete empresas ocupan en México poco más de novecientos mil trabajadores (cerca de 200 mil en los organismos descentralizados del estado PEMEX Y CFE). Si consideramos a las primeras 20, 14 son mexicanas y ocupan medio millón de trabajadores (o sea, las primeras 20 emplean en conjunto un millón cuatrocientos mil trabajadores) y si consideramos las primeras 50, 31 son de capital nacional, tal vez algunas de ellas están formalmente en alianzas estratégicas con trasnacionales extranjeras. En general el capital mexicano tiene ya varias decenas de empresas trasnacionales con presencia, no solo en América Latina, sino en Europa, en Canadá y desde luego en los Estados Unidos.
La revista Forbes México registra varios mexicanos entre los 100 empresarios y empresarias más ricos y ricas del mundo, solo por mencionar a los 10 más acaudalados en 2024 destacamos a Carlos Slim Helú con 102 mil millones de dólares; Germán Larrea, 27,900; Ricardo Salinas Pliego, 13,400; Alejandro Balleres, 6,900; María Asunción Aramburuzabala, 6,300; Juan Domingo Beckmann Legorreta, 4,600; Carlos Hank Rhon, 4,400; Antonio del Valle Ruíz, 3,500; Rufino Vigil González, 3,400 y Fernando Chico Pardo, 3,300 millones de dólares. México tiene en el ranking mundial de los empresarios que poseen más de mil millones de dólares a cuando menos cuarenta personajes y es uno de los países del mundo con más integrantes en esa lista. Y si consideramos que todos ellos son miembros del Consejo Mexicano de Negocios que integra a 62 de los más ricos de este país (con solo presencia de 5 mujeres) podemos suponer que quienes conforman ese organismo cúpula empresarial mexicano, son propietarios capitalistas de una parte muy significativa de la riqueza de este país.
La oligarquía y la alta burguesía que ostentan la propiedad de gran parte del capital monopolista y financiero, por su poder e influencia cuentan con el respaldo político, ideológico e inclusive económico del capital monopolista y financiero internacional, lo que puede representar un serio problema para nuestro país en cuanto a la perspectiva de la defensa de la soberanía nacional. A lo que habría que añadir que través de múltiples mecanismos e instituciones las fuerzas hegemónicas del capital cuentan con ejércitos de abogados y de “intelectuales” conservadores; controlan los principales medios de información; se han apoderado de la Suprema Corte de Justicia y ejercen una influencia incontrastable en el poder judicial y en el Tribunal Electoral y su peso dominante lo ejercen también a través de una parte todavía mayoritaria de los consejeros del INE. En fin, por todo ello y por su dominio económico e ideológico sobre gran parte de la población, la derecha y las fuerzas conservadoras tienen todavía una gran fuerza política e ideológica en el país.
A pesar de que el triunfo del movimiento popular progresista en México no se puede considerar circunstancial sino que tiende a expresar niveles de conciencia y de incipiente organización, cabe pensar a partir de ahora que tendremos que enfrentar la acción de fuerzas internas e internacionales defensoras del régimen social que representa el capital monopolista y financiero, lo tendremos además que hacer en una lucha compleja y de largo aliento en la que el poder popular tendrá que reforzarse con mayores niveles de organización y conciencia.
Por eso, hoy la lucha por la soberanía pasa por el indispensable y necesario triunfo electoral contundente del pueblo en estas elecciones de 2024. Los métodos de lucha de los pueblos tienden a escogerlos a partir de las condiciones concretas a las que se enfrentan, hoy el grueso del pueblo ha decidido participar en la lucha electoral pacífica y por ello se hace necesario apoyar con todas nuestras fuerzas las candidaturas de la izquierda que se representan en Claudia Sheinbaum Pardo, Clara Brugada y en los candidatos de Morena y en cada estado y municipio por los de la Coalición Juntos Hacemos Historia. No podemos confundirnos, bajar la guardia y menos permitir la división. Si fallamos ahora, la derecha —como hemos visto en diversos momentos y en distintos países en Nuestra América— intentará revertir los logros actuales del movimiento popular y destruir el proceso de la cuarta transformación en marcha.
Por un México con Justicia, Libre y Soberano,
Gastón Martínez Rivera, Alfonso Díaz Rey, Cecilia Madero Muñoz, Magdalena Galindo, Carmen Galindo, Eduardo Ocampo E., Agustín Ramírez Agundis, Rosa Escalera, Manuel De la Torre, Fernando Ruiz, Ana Francisca Palomera, Moisés García, Ignacio López Amezcua, Sandra Céspedes Cruz, Leopoldo Ruiz, Miguel Ocampo, Juana Martínez, Leticia Martínez, Lorena Cifuentes Ocegueda, Marcia G., María de la Luz Aguilar Terrés, Enrique Lepe García, Martha Leonor Ramírez Solorio, Marcia Gutiérrez, Enrique Condéz Lara, Mario Aguiñaga Ortuño, María Elena Velazco C., Cristina Gómez, María Luisa Sánchez, Patricia Niño Andrade, Martha Leonor Ramírez Solorio, Enrique Lepe García, José Manuel Rodríguez Ramírez, Javier Ortíz Salazar, Moisés Martín García González, Fernando Ruiz Noriega, Jorge Soto Velázquez, Alejandro Díaz Rey, Víctor Manuel García Romero, Consuelo Magos Ladrón de Guevara, Carlos Montes de Oca.
Foto de portada: Wikimedia Commons.
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