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Georgina Rodríguez*
Miércoles 27 de julio de 2022
En México continúa vigente la demanda de una mirada ética, plural e incluyente respecto a la atención de la salud. Es indispensable que la distribución de la salud sea equitativa y considere las diferencias culturales, pues nuestro país, al ser una nación multicultural, formada por más de 64 culturas, requiere de la inclusión de modelos y programas con adecuación intercultural, los cuales persigan el reconocimiento, la reivindicación y praxis de las distintas concepciones y miradas que existen en relación con la salud y su cuidado.
La salud ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia de la humanidad y ha motivado la construcción de diversas percepciones y métodos en su abordaje. Una de las definiciones actuales más influyentes del concepto de salud, es el término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), organización que define a la salud como: “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” [1].
La OMS considera de manera general que los determinantes sociales de la salud se refieren a las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Dichas circunstancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a los que tienen acceso los individuos y las comunidades a nivel local, nacional, e internacional. La calidad y cantidad de recursos materiales, intelectuales y espirituales están en función de las políticas que adopta cada nación. Los determinantes sociales de la salud explican la mayor parte de las inequidades sanitarias, esto es, de las diferencias injustas y evitables, observadas en y entre los países en lo que respecta a la situación sanitaria [2].
El tema del acceso a la salud también ha sido considerado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En su Conferencia General de octubre de 2005, aprobó por aclamación la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. En el artículo 12 de dicha declaración se hace referencia a la responsabilidad social y a la salud, que se considera como un elemento esencial para la vida y un bien social y humano [3]. El acceso efectivo a los servicios de salud y el aprovechamiento de la medicina tradicional se contempla en la Constitución Política de México [4]. Considera a la medicina tradicional o alternativa como una opción que requiere de acciones reivindicatorias en las que se promueva en la práctica el gran legado de medicinas ancestrales, como lo es la herbolaria mexicana.
Tanto a nivel nacional como internacional, el abordaje sobre el tema de salud proporciona bases para incluir los saberes tradicionales, por lo cual este importante tema se incluye tanto en instrumentos legales nacionales como en los internacionales.
Mauricio Beuchot señala que en esta época de tan marcado multiculturalismo, es cuando más entran en crisis las culturas, y las culturas más débiles o minoritarias son más vulnerables al conflicto de sus propias tradiciones y valores [5]. Cuando se comprende la dinámica de la imposición hegemónica versus diferencia, se puede identificar a la diversidad como un elemento que podría influir en la construcción de la vulnerabilidad [6]. Considerando como ejemplos las situaciones de atención a la salud, es frecuente que los individuos de etnias diferentes de la mayoría hegemónica se tornan pacientes en “Espacios de Vulnerabilidad”, como en el caso de indígenas y migrantes, quienes quedan muchas veces en la marginación y la exclusión, lo que atenta contra los derechos humanos de las personas y especialmente de mujeres, niños y ancianos, pues acaban en situaciones de riesgo, diezmando su control ante la imposibilidad de no poder cambiar sus circunstancias y, por tanto, se colocan en la desprotección [7].
Un ejemplo de ello es que una gran parte de los espacios destinados para la atención a la salud no contemplan las diferencias o la diversidad. Por lo que se ha tornado necesaria la aplicación de enfoques que promuevan la interculturalidad dentro del ámbito de la salud, ya que es un elemento que contribuye a que los profesionales de la salud aborden el tema desde una perspectiva de competencia cultural [8].
Es por ello que la presencia de personal de salud y médicos con formaciones y perspectivas diversas es deseable, pues esa ha sido la historia de la medicina desde sus inicios, dicha disciplina debe considerar como prioritarios los valores éticos y los derechos humanos, pues con ello se logra la correcta construcción y aplicación de los modelos y programas de salud intercultural, tan necesarios en este tiempo de retos y circunstancias complejas.
En el campo de la salud se vuelve imperativo el establecimiento de normas y valores legítimos, que colaboren a la convivencia armoniosa, pacífica y cooperativa entre los diversos grupos que presentan diferencias de intereses y visiones del mundo. La adecuación de los modelos y programas de salud requieren la participación no sólo de médicos, también se requieren profesionales en diversos ámbitos como son: la partería, el trabajo social, la sociología, la antropología médica, la terapéutica tradicional y alternativa, las cuales pueden confluir en campos comunes en búsqueda de la atención incluyente.
Tanto la sociología como la antropología médica han sido relevantes para la comprensión del concepto de salud y del fenómeno de la interculturalidad, la cual busca la comprensión de las distintas miradas entre las culturas. Y aunque se entiende que la interculturalidad no es un proceso exento de conflictos, resulta pertinente entender que las controversias deben resolverse con la ayuda de disciplinas como la bioética global, que considere la inclusión de los derechos humanos y el desarrollo humano, como una parte esencial de la fundamentación teórica de sus análisis y reflexiones. Con todo ello se contribuiría a evitar que exista un imperialismo moral [9].
La existencia de un sistema plural de valores, en lo que respecta a prácticas sociales, como lo es el cuidado a la salud, resulta fundamental, pues su ausencia puede dar lugar a que se presenten criterios y normas unilaterales, lo que contribuye a la exclusión de lo que se considera diferente a lo normalizado [10]. Al respecto, Eduardo Rabossi señala que la pluralidad de los valores y principios deben regir la visión de los derechos humanos, pues una positivización del consenso acerca de un sistema básico de valores y de principios tiene consecuencias de suma relevancia. Una de ellas es que no parece haber cabida para la tarea de fundamentación y práctica de los derechos humanos[11] que demandan para su buen cumplimiento un consenso que considere la pluralidad, y no únicamente preceptos éticos y legales de la práctica médica[12], la cual en muchos casos se ha mercantilizado, transformando a la salud en un bien intercambiable, por lo que volver a instaurar el juramento hipocrático será un ejercicio deseable, pues con ello se facilitará la posibilidad de aprendizajes que traspasen fronteras, y tengan como objetivo prioritario resguardar la salud de las personas, ayudando con ello a que exista una convivencia pacífica entre las diversidades que confluyen en un territorio común.
Notas:
[1] Organización Mundial de la salud. 1948.
[2] 62ª Asamblea Mundial de la Salud. Reducir las inequidades sanitarias actuando sobre los determinantes sociales de la salud. 2009. p. 1.
[3] Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. 2005.
[4] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 2014. p.24.
[5] M. Beuchot. Interculturalidad y derechos humanos. 2005. p.23.
[6] M. Mocellin. Bioética y salud intercultural. 2011. p.327.
[7] Kottow, M. The vulnerable and the susceptible. 2003. pp.460-471.
[8] Simposio: Interculturalidad en salud. 2010. p.81.
[9] Porto Dora, et. al. Bioética, poderes e injustiças. 10 años depois. 2012. p.72.
[10] M. Mocellin Raymundo. p.326
[11] Actas del II Coloquio Alemán-Latinoamericano de Filosofía. El derecho, la política y la ética. 1991. p.211.
[12] G. Fajardo Dolci y H. Aguirre Gas. Preceptos éticos y legales de la práctica médica. México. 2012.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece la autora.
Imagen de portada: LatFem.
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