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Vijay Prashad* / Globetrotter
Miércoles 23 de noviembre de 2022
A principios de noviembre, los ministros de Asuntos Exteriores de la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda (Christophe Lutundula Apala Pen’Apala y Vicent Biruta, respectivamente), se reunieron en Luanda (Angola) para buscar una solución política al conflicto del este de la RDC. Acordaron aplicar la “hoja de ruta de la paz” definida en una reunión celebrada en julio. El presidente de Angola, João Lourenço, se movió entre los de Ruanda, Paul Kagame, y el de la RDC, Félix Antoine Tshisekedi, en su rol de “mediador en la crisis” por la Unión Africana.
Mientras tanto, los rebeldes del M23 (respaldados por Ruanda) expandieron sus ataques en la RDC. Como represalia, la RDC expulsó al embajador ruandés Vincent Karega. El M23, con ayuda de tropas ruandesas, se tomó Kiwanja y Rutshuru, dos ciudades de Kivu Norte, de la RDC. Ruanda argumenta que fue la RDC quien violó los acuerdos que llevaron a la reincorporación de los combatientes.
En agosto, un informe filtrado de las Naciones Unidas demostró que Ruanda había apoyado al M23. Para Ruanda fue difícil negarlo, especialmente después de que Robert Wood, embajador estadounidense, dijera ante el Consejo de Seguridad de la ONU que su Gobierno pide “a los actores estatales que dejen de apoyar a estos grupos, incluida la ayuda de las Fuerzas de Defensa ruandesas al M23”. El M23 es un actor reciente en las guerras de las provincias orientales de la RDC, que empezaron a principios de la década de 1990. Un informe de la ONU de agosto de 2010 detalla varios cientos de incidentes violentos que ocurrieron en la RDC entre marzo de 1993 y junio de 2003, con “la muerte de cientos de miles, sino millones, de personas”. Una estimación basada en estudios realizados en 2000 y 2004, sugiere que más de 3 millones de personas han muerto en el conflicto desde 1998.
En junio, la RDC permitió a la Comunidad de África Oriental enviar tropas a sus regiones orientales, siempre que el ejército ruandés no participara. Así, las tropas de Burundi y Kenia llegaron al este del Congo. Esto causó alarma. Carina Tertsakian, de la Iniciativa de Derechos Humanos de Burundi, declaró a Associated Press: “No es sorprendente que Burundi sea el primer país en ofrecer tropas. Burundi es parte directa del conflicto, no puede considerarse un actor neutral. Por tanto, parece poco probable que su despliegue ponga fin a la inseguridad en la zona”.
El excandidato presidencial de la RDC, Martin Fayulu, declaró a Deutsche Welle que le angustia la falta de atención internacional a este conflicto. “Ucrania está teniendo un problema”, dijo, y la amplia cobertura mediática movió la atención del mundo hacia ello. “Tenemos un problema en el Congo, pero nadie condena a Ruanda. ¿Por qué?”. Tal vez esté relacionado con el cobalto, el cobre, el litio y los árboles de la selva tropical, recursos que siguen siendo explotados por el resto del mundo a pesar de la carnicería que aflige a los Grandes Lagos de África desde hace treinta años.
* Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. También es miembro senior no-residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of U.S. Power (con Noam Chomsky).
Este artículo fue producido para Globetrotter.
Imagen de portada: Soldados del Congo en el Campamento de Kisangani, en 2010. | Foto: Wikimedia Commons.
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