SOMOSMASS99
Jatzibe Castro*
Miércoles 5 de junio de 2024
Las Sombras
Los Sombras solíamos reunirnos, después de las diez de la noche, en un escondite que, a la vez que estaba oculto a los ojos de nuestros padres y demás habitantes del lugar, tenía la mejor vista hacia los alrededores, era una fortaleza encubierta.
Lo que vivíamos aquellos días, no era usual, llegaban por montón nuevos chicos al barrio, y temíamos que invadieran nuestros espacios y nuestras rutinas. Debíamos deliberar sobre lo que pasaba y cómo actuar ante ello. ¿Acaso nuestro grupo podría crecer? O más bien ¿tendría que cerrarse aún más para proteger nuestra clandestinidad?, ¿podríamos hacer excepciones? ¿debíamos cambiar las reglas de ingreso y permanencia?
Estas preguntas y más nos hacíamos aquel martes de reunión, las discrepancias sobre lo que haríamos ante la llegada de tanto chamaco nuevo al pueblo fueron subiendo de tono. Resultaba difícil llegar a acuerdos.
De los diez integrantes del grupo se hicieron tres equipos que diferían en pareceres: estaban los que no querían que las cosas cambiaran; los que creían que sí podíamos aceptar nuevos integrantes, bajo los términos establecidos y los que estaban de acuerdo con los anteriores, pero abogaban por que se recrudecieran las condiciones de entrada y permanencia. Los ánimos se fueron caldeando al grado que hubo que poner a votación el tema. En eso estábamos cuando los vigilantes notaron que se acercaban dos muchachos y nos indicaron que guardáramos silencio.
Así lo hicimos y los cuatro ojos alertas se convirtieron en veinte, distribuidos de tal manera que nos percatamos que eran por lo menos cuatro los chicos que husmeaban por el lugar, sin saber a ciencia cierta qué buscaban. Al poco rato se retiraron, y fue entonces que, por votación, decidimos que sí aceptaríamos nuevos miembros, pero que los ritos de ingreso serían más rigurosos e inflexibles. Cada vez estaban más cerca de nosotros, debíamos protegernos y para eso era necesario crecer.
Anteriormente los ritos de iniciación habían consistido en actividades riesgosas por medio de las cuales se demostraba la valentía, la lealtad al grupo y la capacidad de aportar ideas novedosas que nutrieran nuestra identidad de sombras, una identidad que entendíamos como lo que existe como efecto de la luz, cuya presencia se refleja detrás de lo iluminado, quienes estamos porque no podemos no estar, si aceptamos que la luz tiene consecuencias. Ahora queríamos que, además de eso, los aspirantes mostraran sangre fría y fortaleza física y emocional ante retos cada vez más atrevidos y crueles, porque a eso nos enfrentábamos. Eso sería muestra de una verdadera intención de pertenecer y de la capacidad para afrontar lo que se veía por delante.
Las crecientes incursiones de grupos de poblaciones vecinas, eran cada vez más violentas, ante eso queríamos estar preparados y actuar cuando fuera necesario. Al inicio de nuestra unión el objetivo eran las travesuras intrascendentes, juegos e interacciones por lo general controladas, pero ante el contexto cada vez más agresivo, nos impusimos propósitos de mayor envergadura, que implicaran la fuerza y la habilidad física para enfrentar enemigos. Sin importar nuestra edad, si era el caso, tendríamos que participar activamente en defensa de nuestro grupo y nuestra comunidad, seríamos sombras que se multiplicaban y estaban alertas y a la vez no visibles, ante los peligros crecientes que nos amenazaban.
Nos pusimos tareas: habría que observar a los chicos inmigrantes, sus actividades, sus relaciones con la familia, mascotas y la comunidad, y su manera de actuar frente a alguna gresca, en ocasiones provocada intencionalmente por nosotros; además, habría que pensar en los nuevos ritos de iniciación que impondríamos a quienes decidiéramos que harían la prueba.
Así lo hicimos, cada subgrupo a su tarea. La reunión del jueves estuvimos deliberando sobre los resultados que cada grupo puso a la mesa. Decidimos no aceptar más de un nuevo miembro cada mes, con la intención de conocerlo e integrarlo hasta estar convencidos que estaba a la altura. También decidimos que el rito de iniciación consistiría en eliminar a su mascota sin piedad, y en el caso de no tener mascota, debía provocar algún daño, decidido por nosotros, a un miembro de su familia. Por último, revisamos la lista de posibles nuevos miembros.
Elegimos a un chico en el que nos fijamos varios compañeros por separado. Era hijo único de una madre soltera, realizaba varios trabajos a la vez para ayudar a su mamá y seguido se metía en broncas cuando no lo trataban bien, respondiendo de manera agresiva ante sus ofensores. Por otra parte, conocía a varios de los chicos que llegaron al pueblo, se relacionaba con ellos con actitud de líder, lo que podría sernos útil si pretendíamos crecer. Además de todo ello, tenía un perro que lo seguía para todos lados e incluso se involucraba en las broncas defendiendo a su dueño al grado que llegó a morder a quienes lo hacían enojar.
Él fue el elegido, la manera de abordarlo era simular un secuestro y tener mucho cuidado de que el perro no nos siguiera. Tres de nosotros lo embestimos, le dijimos que queríamos que nos acompañara y que había dos maneras de lograrlo: por la buena o por la mala. Al principio, sorprendido, se resistió, pero al ver que éramos mayoría, aceptó. Le cubrimos la cabeza con un costal y lo llevamos al lugar acordado, que no era nuestra guarida sino una vieja bodega abandonada. Dos chicos más del grupo tenían la tarea de ofrecerle comida a su perro para poder separarlo de su amo, lo hicieron, y cuando el perro estaba comiendo, lo amarraron, lo llevaron a un paraje en el monte y lo ataron a un árbol, de manera que no pudiera rastrear y encontrar a su dueño.
Al llegar a la bodega nos esperaba el resto del grupo. Le informamos sobre Las sombras e intentamos convencerlo de que para él sería bueno unirse, ya que, dado que las cosas en el pueblo cada vez se ponían más difíciles, era mejor pertenecer que seguir por la libre frente a tantos peligros que vivíamos, especialmente los jóvenes.
Estaba inquieto y desconfiado, aunque como era curioso y poco temeroso nos escuchó y después nos preguntó sobre las intenciones del grupo, nuestra manera de actuar, los horarios y lugar donde nos reuníamos. Las respuestas, al parecer le fueron generando confianza y deseos de ser parte. Nos contó que anteriormente había pertenecido a un grupo de jóvenes que se dedicaban a robar y extorsionar a la gente con el solo interés de obtener dinero y objetos valiosos para revender e incrementar sus ganancias y que eso a él no le venía bien, que prefería ganarse su dinero por la buena, trabajando. Por eso había decidido retirarse, lo que le ocasionó problemas serios con los otros chicos y fue uno de los motivos de su salida de aquella comunidad. A él le gustaba ir por la libre y aunque construir lazos duraderos con los demás le parecía importante, no le interesaba hacerlo para hacer daño.
Al escucharlo, cruzando miradas y pensamientos, supimos, sin decirlo en ese momento, que nuestras decisiones sobre la manera que habíamos elegido para hacer pertenecer a nuestro grupo a nuevos miembros, tal vez no serían bien recibidas por este chico. Sin embargo, debíamos respetar las medidas que habíamos tomado.
—Pues, tienes dos alternativas—, le dijimos: —o te integras a este grupo, o simplemente te vas del pueblo, no queremos soplones que vayan contando por ahí sobre nosotros.
Su respuesta fue contundente: —me interesa pertenecer, ¿qué hay que hacer?
Alguien tomó la palabra: —queremos ser cada vez más fuertes de diferentes maneras para enfrentar a las mafias que trafican con droga, que desaparecen chicos por la fuerza para que participen en actividades delictivas a cambio de unos pesos, de amenazas o de generar miedo sobre lo que podía pasar a sus familias.
El siguiente habló: —si no nos preparamos, estos hijos de puta van a acabar con el pueblo, por eso la manera de entrar es dura, necesitamos que muestres valentía, sangre fría, fortaleza y decisión—
- ¡Al grano! ¿Qué tengo que hacer? — dijo contundente.
- Tienes que matar a tu perro
- ¿Cómo? ¿Ustedes están locos? Yo nunca haría eso, él es mi compañero. No hay forma que le haga eso. Es una pendejada, ¿no se dan cuenta que eso no es mostrar valentía, es un ser indefenso, que además es fiel y aguerrido si alguien me quiere hacer daño? Él no es mi enemigo. Pídanme que me enfrente a un maleante o a un traficante, que muestre mi valor con alguien que merece una lección, pero no que maltrate a mi perro. No lo haré.
- Pues entonces te vas del pueblo, no te queremos aquí.
- Pues me voy, no hay más que hablar.
* Jatzibe Castro es pintora y escritora.
Twitter: JatzibeCM
Instagram: Jatzibe_Castro
Imagen de portada: Pixabay.
7 Comentarios
¡Saludos! Totalmente de acuerdo con la postura del chico. Me quedo reflexionando en cómo en algunos lugares han decidido vestirse con la violencia, haya o no razón y cada vez hay menos personas sin ojos, sin corazón, sin extremidades (tratando de decir cómo esto ha afectado a las personas y sin ningún resultado bueno, al contrario). Gracias por compartir y te mando un abrazo :D.
Que horror!
Matar a su perro!?
Nunca!
Que horrible, y pensar que hay tantas personas que si lo harian con tal de llegar o pertenecer a algun grupo o ambiente hacen eso y mas…
Saludos, te quiero!
Parece un relato distópico pero desgraciadamente en México resulta costumbrista. Muchos de esos chicos han matado al perro por miedo a amenazas o cosas peores. ¿Habrá podido escapar aquel que se negó por lealtad a su perro? No lo sabemos.
Gran relato,¡ gracias!
Muy interesante relato Jatzibita que aparte de describir una realidad actual en nuestros días, también refleja nuestras sombras cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles en las que en ocasiones o con frecuencia por miedo traicionamos la lealtad a nosotros mismos y cedemos a deseos o amenazas de otros. Un gran mensaje para interiorizar y mantener presente la importancia a ser leales a nosotros mismos aún cuando la mejor opción es escapar de la situación. El que es fiel en lo poco será fiel en lo mucho. Gracias TQM
es texto, es una fotografía de lo que sucede en nuestro país, ya que un grupo criminal, con la anuencia de autoridades corruptas, ha fomentado actividades ilícitas en ciertas regiones del país, en donde han impuesto una ley de apoderamiento de actividades económicas, políticas y sociales, desplazando a los verdaderos dueños de los pueblos.
Encomiable la actitud del joven que, prefirió abandonar al pueblo, antes de traicionar sus principios de lealtad y amor hacia su amigo
Que triste que se acuda a la violencia para lograr algo, pero hoy día hay más gente, que ama a los animales y lucha por sus derechos,sobretodo reconocer que son mejores, que cualquiera de esos seres humanos que hacen daño a quien no se puede defender. Gracias por éstas palabras que nos hacen recapacitar y valorar