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Agustín Ramírez Agundis*
Miércoles 11 de agosto de 2021
Uno de los fundamentos del neoliberalismo establece que sólo el mercado es capaz de regular e impulsar la marcha de la economía, tanto en el plano nacional como a nivel global. La implicación práctica es inmediata: el estado debe abstenerse de intervenir en la actividad económica y sus diversas instituciones, comenzando por la gubernamental, deben dedicarse a establecer las condiciones que permitan a la empresa privada actuar sin que nada pueda obstaculizar sus acciones.
Por lo tanto, según los postulados del neoliberalismo, es imprescindible eliminar o simplificar leyes y reglamentos que regulan las actividades productivas, privatizar las empresas públicas y ciertas actividades de interés social como lo son la salud, la educación y los sistemas penitenciarios, así como concesionar el uso de la tierra, las playas, el transporte, las vías de comunicación y los recursos naturales, de manera destacada los energéticos y el agua.
Sin embargo, ese fundamento del neoliberalismo ya ha sido reprobado de manera recurrente por la realidad, que es terca e implacable. En efecto, no es difícil analizar el desempeño de la economía para darnos cuenta de la incapacidad del sistema para autorregularse. De allí las crisis que periódicamente aparecen a nivel nacional, regional, o mundial, siendo ahora las más severas las que afectan al sistema económico en su conjunto debido a la globalización.
Todo esto viene a colación por los problemas que han venido manifestando las empresas proveedoras de autopartes para las plantas armadoras que se han instalado en el corredor industrial que va desde Querétaro hasta Aguascalientes, pasando, desde luego, por Guanajuato.
Muchas de las empresas proveedoras actualmente están en paro o trabajan con bajos ritmos de producción. La razón es que la demanda de autopartes por parte de las armadoras ha disminuido significativamente debido a que su producción, a la vez, ha descendido en un alto porcentaje.
Podría pensarse que la demanda de vehículos para General Motors, Honda, Mazda, Toyota, Volkswagen y Nissan anda por los suelos y que su inventario de unidades terminadas está repleto. No es eso, sucede exactamente lo opuesto, tanto para el mercado nacional como para el extranjero la demanda de vehículos ha crecido a lo largo del año, una vez que los efectos de la pandemia han disminuido como consecuencia del avance en la vacunación en los tres países, México, Canadá y Estados Unidos.
En 2020, por la pandemia, disminuyó la demanda de automóviles. A la vez, la industria automotriz, aunque fue considerada esencial y, por lo tanto, no detuvo del todo su actividad, no trabajó a toda su capacidad. Haciendo un balance, la producción no fue suficiente para cubrir la demanda, los inventarios se agotaron y se preveía un fuerte repunte de la actividad industrial en esta rama para este año, una vez superada la etapa más crítica de los efectos del Covid como efecto de la vacunación.
En la gráfica siguiente se puede observar la evolución del mercado de automóviles en los Estados Unidos desde 1975 hasta el 2020. El trazo refleja en buena parte el comportamiento del sistema económico global, que tiene, desde luego, sus matices en cada región. En la gráfica son notorios los momentos de las crisis recientes de la economía mundial, siendo éstas la de 1982 que se originó por la elevación desbocada en los precios del petróleo, la de 1991 motivada por el descenso de los gastos militares como consecuencia de la finalización de la guerra fría, la de 2009 provocada por la debacle inmobiliaria en los Estados Unidos, y finalmente la del 2020 debida al Coronavirus. Bueno, las que se señalan son las causas esgrimidas por los economistas neoliberales, aunque en realidad las crisis tienen raíces más profundas, propiamente estructurales.
La gráfica muestra que la caída en las ventas de automóviles no fue en el 2020 tan severa. Como ya dijimos, se esperaba para el 2021 un fuerte repunte tanto en la demanda como en la producción. Así ocurrió con la primera, más no así con la segunda. Es por ello que en este momento las entregas de vehículos están siendo calendarizadas, es decir, los automóviles nuevos no se entregan de inmediato a los compradores, situación pocas veces vista.
La pregunta es, entonces: ¿por qué las armadoras no producen más automóviles si las existencias están prácticamente en cero, la demanda ha crecido y las plantas proveedoras de autopartes y las propias armadoras están listas para producir al máximo con el fin de resarcirse de la caída del 2020?
La respuesta: a nivel global el cuello de botella está en la escasez de los elementos electrónicos fabricados con base en semiconductores que se han convertido en componentes esenciales para la industria automotriz, la aeronáutica, los enseres domésticos, los teléfonos celulares, las computadoras, los instrumentos y equipos necesarios para la automatización industrial y, entre otros, los diversos sistemas de telecomunicaciones.
Así es, la escasez de esos pequeños cuadritos, rodeados de decenas o centenas de patas, llamados chips, es lo que ha ocasionado un desbarajuste en toda la cadena de producción y distribución que termina en las agencias comercializadoras de vehículos automotrices, aunque algo similar ocurre también en lo que tiene que ver con los equipos de cómputo.
Ahora viene la pregunta ¿Cuál es la causa de la escasez de chips? ¿Será que no hay suficiente silicio que es el elemento básico de los semiconductores? ¿Acaso será que las fábricas de semiconductores cerraron por la pandemia y no han podido reabrir? ¿Quizá el motivo consiste en que los chinos, los taiwaneses y los norcoreanos se han aliado y no venderán más a occidente? ¿Por suerte los fabricantes están remodelando sus líneas de producción y han cerrado temporalmente?
En ninguna de esas posibilidades se encuentra la causa verdadera. El fondo del asunto es la incapacidad del sistema económico para planificar la producción y optimizar su funcionamiento para beneficio de la humanidad.
En Estados Unidos, precisamente en California, se encuentra un lugar al que le llaman el Valle del Silicio, precisamente en esa zona están ubicados los centros estadunidenses de investigación y desarrollo tecnológico en el campo de los semiconductores. Bien dice el dicho, crea fama y échate a dormir, actualmente el 80% de los chips utilizados en todo el mundo se fabrican en Taiwán, China y Corea del Sur. Sólo dos empresas concentran el 74%, TSMC (56%) y Samsung (18%), con lo cual las economías de América del Norte y de Europa manifiestan una situación de mucha dependencia respecto a la asiática en este campo que se ha tornado estratégico.
En 2020 el mercado de automóviles se reprimió, a la vez que las compras de equipo de cómputo aumentaron rápidamente, sobre todo como consecuencia del teletrabajo y la teleeducación. Las fábricas de semiconductores enfocaron la producción para satisfacer a la industria de las computadoras, relegando a segundo término a la rama automotriz.
Todo esto fue gestando la escasez de chips que hoy se vive. En estos momentos se estima que para fin de año se habrá equilibrado la demanda y la oferta de semiconductores. Mientras tanto, los precios de los automóviles se están elevando, los compradores deben aceptar prolongados plazos de entrega y toda la cadena de producción de automóviles está frenada.
Esa es la situación. En Guanajuato, al igual que en casi todo el país, la economía está creciendo, recuperándose gradualmente de los efectos de la pandemia que se vivieron durante buena parte del 2020. Sin embargo, el repunte de la actividad industrial se está viendo entorpecido por esta problemática que se vive en la industria automotriz, misma que se ha convirtió en la principal actividad en la entidad durante las dos últimas décadas.
La conclusión es clara.
El neoliberalismo, en contraposición a lo que predican sus teóricos, es por muchas razones contrario a las aspiraciones de la humanidad por un mundo mejor. No sólo explota irracionalmente al ser humano y a la naturaleza, también ha mostrado ser incapaz de liberar y aprovechar para beneficio de todos el inmenso potencial encerrado en la fuerza de trabajo de las personas dotadas con un cada vez más alto grado de calificación en una muy diversa gama de disciplinas, por una parte, y el prodigioso desarrollo tecnológico que entre todos hemos logrado, por la otra.
Es urgente superar esta etapa. En México ya está en marcha un proceso para cambiar las cosas de manera profunda con la finalidad de recuperar todo lo que hemos perdido en las últimas cuatro décadas en las que se impuso el neoliberalismo como modelo socioeconómico. Será largo y difícil pero ya hemos emprendido el camino.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece el autor.
Foto de portada: Artur Aldyrkhanov (@aldyrkhanov) / Unsplash.
2 Comentarios
Interesante
Para reflexionar!