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Laura Cuevas Rodríguez*
Miércoles 2 de junio de 2021
En su tercer año de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha trabajado de manera pocas veces vista en un funcionario público. Labora dos sexenios en uno, dice él. Es evidente su empeño en conseguir sus propósitos de gobierno, en consecuencia a sus 67 años es imparable.
Ante las próximas elecciones para renovar el Congreso, el presidente enfrentará una prueba definitiva: conservar o no la mayoría parlamentaria. Será, en el fondo, una prueba de la aprobación del pueblo mexicano de la forma y los resultados de su gobierno hasta el día de hoy.
Los hechos visibles a los ojos de la nación, respecto a la forma de gobernar del presidente, son sus giras de fin de semana para supervisar obras, sus constantes videos desde Palacio Nacional para anunciar acuerdos o novedades de su administración y, por supuesto, las mañaneras diarias, en las que en promedio dos horas permanece de pie para contestar preguntas, hacer presentaciones informativas de las diferentes áreas de la administración pública del país, exhibir a más de un adversario, festejar el día de las madres, lamentar la muerte de algún famoso, hablar de historia… en fin. Todos los días el presidente está vigente en el acontecer nacional, da información y ese acto mismo es la nota del día.
Para muchos opositores y articulistas, las mañaneras se están desgastando. Desde mi apreciación no coincido con este juicio, considero que las mañaneras gozan de pleno vigor.
Como prueba de lo anterior, sólo recordemos que durante las famosas mañaneras se han llevado a cabo denuncias por parte de periodistas serios como Miguel Badillo que han tenido repercusiones en acciones concretas, como por ejemplo la renuncia de Romero Deschamps al sindicato de PEMEX, o la nota diplomática a Estados Unidos por los donativos a la organización Mexicanos contra la Corrupción, entre otros muchos problemas llevados a la presencia del presidente para buscar solución o por lo menos para darlos a conocer.
Ahora, que nos encontramos a días de las elecciones más grandes de la historia democrática de México, veremos si la estrategia de gobierno del presidente rinde o no frutos en las urnas, si logra conservar la mayoría que le es necesaria en el Congreso. Si su estrategia podrá contra la unión formal, grosera e irrelevante del PRIAN.
Pero, ¿cuáles han sido los logros del presidente? Existen listas de cientos de logros del presidente que se difunden en las redes, mismos que sería complicado enumerar en este espacio. Por lo tanto, aquí sólo haremos énfasis groso modo, de los que a nuestro juicio son los principales avances de este gobierno.
El primer gran logro del presidente es la recuperación, en varios sectores de la sociedad, de la esperanza y la lucha por un país más justo. Ello ha llevado en consecuencia a una mayor politización de una gran parte de la población. Es un gran avance, porque promueve la organización y la participación de la gente en la vida política del país, para transformar la realidad imperante. No más una realidad fruto del destino, sino de nuestra acción. Los mexicanos no somos menos que cualquier ciudadano del mundo, el presidente abona todos los días desde su conferencia y con sus acciones mismas a resaltar ese punto. Aunque claro, como en todo fenómeno social, siempre habrá grupos sociales del país que vayan rezagados, como es el caso del Bajío mexicano, donde sigue imperando un conservadurismo retrógrado. También en otros casos particulares, como el de Gustavo de Hoyos que fue a buscar la ayuda de la decadente monarquía española para debilitar al presidente López Obrador.
Otro logro es la claridad acerca del sistema Judicial de nuestro país. El presidente ha dejado claro cuál es la situación de este poder. Hay mayor claridad acerca del actuar de los jueces y su complicidad con las causas injustas. Así como de la venta de sus servicios a los intereses más oscuros, al igual que su indolencia salarial y del nepotismo al interior de la Suprema Corte. También, existe a partir de este gobierno más conocimiento de los ámbitos de competencia y la división de poderes, desde el municipio, el estado y la federación, para que no se confundan al momento de deslindar las responsabilidades. Los gobernadores no se pueden hacer ya a un lado del hacer que les corresponde, porque el presidente se los recuerda en la mañanera siguiente, los jueces no pueden ya de manera anónima amparar a un delincuente sin que el presidente lo diga. Todo eso es conocimiento para el pueblo, conocimiento para guiar la acción. También hay mayor claridad de que cada estado de la República tiene sus deberes y obligaciones en el ámbito de la justicia. Todo ha sido puesto a la luz de la opinión pública. Del mismo modo, la exhibición de la corrupción en el manejo del sistema carcelario ha sido develada ante los ojos de la nación. Nunca se había hablado tan claro respecto al sistema de justicia de nuestro país, sin duda ha habido un avance.
Otro ámbito de avance es el de la salud. Desde el etiquetado frontal de los productos chatarra, hasta la compra consolidada de medicamentos para el sistema público de salud, son un avance que ha costado mucho al presidente y a su gabinete en esta área. Sin embargo, han dado los datos de cómo unas cuantas empresas privadas acaparaban la venta de medicamentos al sector público a sobreprecio. El gobierno no tenía control sobre ello, ya no es así. Pero lo más relevante, el presidente ha dado vigencia al artículo 4º Constitucional, modificándolo para que la salud sea un derecho, así como las becas y pensiones, con el fin de lograr el estado de bienestar.
Otro ámbito a valorar es lo referente al servicio público. La forma en que los servidores públicos, secretarios de estado, han dejado de ser una pequeña y absurda monarquía, su gabinete ha dejado de ser un sector de privilegio. Fue un hecho histórico ver, por video, al secretario de salud formado para recibir su vacuna contra el COVID, así como saber que la Secretaria de Medio Ambiente había renunciado a su cargo por detener un vuelo comercial porque se le hizo tarde. Sólo por estos cambios vale la pena que el presidente continúe con la mayoría parlamentaria.
Un último aspecto que resaltaré aquí es lo referente a la independencia energética que busca este gobierno. La independencia en el abasto de las gasolinas, así como en la energía eléctrica. Respecto a las gasolinas, el presidente ha dado pasos significativos, la construcción de la refinería de Tres Bocas, la rehabilitación de las seis existentes y la adquisición total de la refinería de Deer Park en Estados Unidos, de la que ya era dueño en parte desde el sexenio de Salinas de Gortari. En cuanto a la electricidad, la reforma en este terreno para buscar que el gobierno tenga la rectoría de este recurso estratégico y deje de ser espoliado por empresas extranjeras, está detenida por un juez. Sin embargo, lo importante aquí es que los pasos para lograrlo están dados, la convicción del presidente es ir hacia la independencia, ser dueños de nuestros recursos para producir los energéticos que el país requiere. Además, todo con cuidado del medio ambiente, el Ejecutivo propone no extraer más petróleo del que requerimos. Pues conocida es la vocación ecológica de Andrés Manuel López Obrador, su predilección auténtica por los árboles y la naturaleza.
Los anteriores puntos, marcan una ruta hacia un país que la mayoría de los mexicanos necesitamos. Es necesario pues, hacerlo manifiesto en las próximas elecciones. Tenemos un presidente honesto por primera vez en mucho tiempo, a pesar de las muchas dificultades, sigue con el mismo empeño en su lucha por la transformación del país. Tenemos presidente, esperemos que no falte pueblo.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo, de Celaya, Guanajuato, al que pertenece la autora.
Foto de portada: Presidencia de la República.
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