SOMOSMASS99
José Antonio Bueno Saucillo*
Miércoles 11 de mayo de 2022
Mundo real, mundo virtual.
De ninguno de los dos podemos escapar, el primero es gradualmente suplantado por el segundo.
El mundo virtual forma parte cada vez más del real; en tanto que los ciudadanos del mundo trasladan a lo físico sus afectos, preferencias, incluso sus miserias.
De lo virtual a lo real… llegará la ocasión en que ya no sepamos la diferencia… cuestión de tiempo… o datos como se dice ahora, con la incorporación del nuevo lenguaje digital.
¿Por qué plantear un escape?
Es simple, el Internet ya nos tiene cautivos; ¿alguien no ha sentido un gran impacto emocional cuando cree que ha perdido algún dispositivo electrónico? ¿El teléfono móvil?… Inmediatamente llegan a nuestro cerebro imágenes torrenciales de interrogantes e indefensión…»¡Dios nuestro! ¡Nuestros archivos, nuestras comunicaciones, nuestros contactos, nuestra ruta, nuestras notas, nuestros juegos, nuestros recuerdos, casi, casi… nuestra vida!»
El nivel de dependencia es prácticamente absoluto, para el cincuenta por ciento de usuarios de Internet, perder la señal equivale casi a perder el sentido de la existencia.
Internet puede y debiera ser sólo un recurso para la construcción, para hacer un ambiente convivencial pleno mediante la ciencia, el arte, la cultura en general, y qué bueno que sólo existiera esa posibilidad. Pero se ha vendido a la población mundial digital la idea de la libertad mediante el acceso a la información e intercomunicación inmediata. Sin embargo, los vacíos y las patologías humanas no pueden quedar fuera de esta posibilidad, más bien esa posibilidad ha sido un portal hacia el cultivo exacerbado del narcisismo de cada uno, el exhibicionismo que “llena” huecos de identidad y carencias afectivas fincadas en la descomposición de los núcleos sociales básicos.
Tal y como sucede con los baches de asfalto de las calle «poner parches que ceden ante la existencia del agujero inicial y se siguen agrandando a la postre causando la descomposición de la cubierta completa» en la sociedad también esa descomposición es manifiesta.
La inmediatez y el exceso de oferta (La agonía del Eros, Byung Chul Han), en lo que se refiere a las relaciones interpersonales afectivas, eróticas y sexuales, han dado cabida a la posibilidad del anonimato y la elaboración de perfiles falsos en un gran porcentaje de los usuarios que entran en un proceso de encontrar relaciones ligadas íntimamente con sus afectos y fantasías afectivas y/o sexuales, invirtiendo aproximadamente 70% de sus recursos económicos en esas búsquedas, en el cultivo y la realización de esos propósitos (www.elmundo.es/elmundo/2006/05/16/sexo/1147770410.htm)
Según Han, esa posibilidad de anonimato y el acceso a aplicaciones que lo facilitan abren enormes posibilidades para que se desarrollen personalidades narcisistas provocando la posibilidad de que el otro sea realmente usado, ya que el enfoque principal de una relación está en función de la contemplación de Narciso.
Eso conduce irremediablemente a matar el eros, la construcción del narcisismo del sujeto termina con la indiferencia para el otro, y el encanto de la seducción, el deseo pierden sentido una vez que se busca sólo el placer propio, se vuelve a el otro sólo objeto, se desvanece su calidad de sujeto.
Socialmente ya se aprecia una involución que apunta siempre al desastre general, desbalanceando todo rasgo de humanidad civilizada de las instituciones pilotes de cualquier entidad sociopolítica/económica, las sociedades comienzan a registrar descomposición porque se va perdiendo la convivencia humana real, esencia social.
La convivencia humana se ha ido sustituyendo por la electrónica, etérea, que además cuesta dinero, trabajo, vida, e irremediablemente nos lleva hacia alternativas prediseñadas de convivencia, repletas de diálogos insulsos, fatuos… se han ido eliminando los valores humanos universales paulatinamente. Comenzando con el lenguaje, se ha dado paso tendenciosamente a un lenguaje de positivismo patológico que privilegia la burla, la agresión, el insulto, el ser superior a los demás, el usar clichés de fuerza física y tortura emocional; el torrencial ataque de imágenes provenientes de empresas mundiales que tienen como misión fundamental el control de la mente mediante la explotación de los deseos, creando así personalidades muy necesitadas de la autoadmiración, narcisismo que arrebata tiempo de vida para obtener éxito creyendo llegar a ideales físicos, mediante el abordaje a patrones de similitud, copias burdas de cuerpos, rostros y conductas ridículas requeridos precisamente por las empresas que han creado los patrones de imagen de belleza ideal.
Bástenos un ligero recorrido por plataformas, aplicaciones, blogs, ofertas de recreación, comercio chatarra, pornografía, posibilidades fatuas de encuentros de exposición sólo a lo posible, ante la soledad real y aflictiva que se enfrenta con el alcoholismo, las drogas adicionadas con elementos sintéticos que inician un proceso de degeneración prácticamente de inmediato y una oferta de recreación basada en el sojuzgamiento mediante la riqueza o en la fuerza física exacerbada por una mentalidad de supremacía de bestias.
Desde luego todo esto emparentado por el motivo fundamental de hacer y ser sujetos autoexplotables y a la postre desechables.
Así pues, abordemos el desastre realista desde una óptica más ilusoria.
Si ponemos al ser humano en el centro, rodeado de naturaleza, en un escenario primigenio, podemos ir avanzando en la cuestión de concebir la construcción de la cultura, es decir podemos deducir que el hombre es el elemento modificador de su entorno, es el constructor de lo que va necesitando, en una carrera irrefrenable desde que surgió o fue depositado sobre la faz del planeta… vaya, el escenario ideal, sin manipulación.
Pero…
El Internet hoy es el factor fundamental, insoslayable, que afecta indefectiblemente las relaciones afectivas de los seres humanos, así como todo lo demás, con parámetros que se autoamplían de manera global abarcando la totalidad de las relaciones entre los seres humanos y el daño a la naturaleza.
Desde hace aproximadamente cincuenta años este invento ha ganado un espacio fenomenal, esencial en la vida de un gran porcentaje de los seres humanos. Se maneja comúnmente que tienen acceso a él dos terceras partes de los habitantes del mundo.
Este relativamente nuevo recurso ha modificado en fondo y forma nuestra vida, nuestras concepciones, prácticamente ha influido todos los proyectos globales de ciencia, cultura, recreación, política y sus derivaciones… luego entonces, ha operado originariamente en nuestra mente, hasta dictarnos literalmente cómo debemos pensar, actuar y relacionarnos, dictarnos los prototipos de sociedad, familia, grupos, amistades, recreaciones, arte, cultura y ciencia. Todo.
Si consideramos estos factores y otros muchos, no tardaremos en caer a la cuenta que lo han convertido en un instrumento de poder.
Bien… un poder que todo lo invade en nuestra vida, no puede guardar reservas ante nuestras privacidades, la amistad, el amor y el sexo.
Nuestros deseos y anhelos.
Lo que antes solía ser lo íntimo… ahora es lo público y el mismo sujeto se exige hacerlo público, lo necesita, esa necesidad le ha sido creada; lo que antes se ocultaba con gran cuidado, ahora se exhibe con ansia de que los demás lo vean, con el ánimo de influir en alguien, dejar de sentirse nadie.
Sin duda, una gran muestra de carencia de identidades y presencias, todo justificándolo con la libertad, la llevada y traída libertad que se usa para justificar hasta lo injustificable, como exhibir las suciedades, el ridículo y las miserias, y no como parte de un proyecto de reclamo ante lo injusto, sino como muestras de orgullo personal desafiante, irracional… el “así soy y qué»…
Tenemos la otra cara. Elegir adecuadamente para la construcción y el sostenimiento de lo mejor de la creación humana; necesitamos sentido común para no dejarnos arrastrar por todas sus corrientes… la web es una de ellas; el juicio adecuado de cada quien podría servir para discernir qué es lo útil y qué es lo que nos está echando a perder… ese juicio adecuado sólo lo puede generar la cultura, en su acepción de cuerpo, proyecto, de alimentar la mente con lo positivo, con lo armonioso con los demás seres humanos… otra vez estaremos hablando de valores y antivalores universales, los trajines de la responsabilidad, amabilidad, solidaridad, respeto, prudencia, discreción, buscar integridad con la naturaleza, etc.
Internet, ¿herramienta o cadena?, una herramienta bien puede ser usada como un instrumento de sujeción, o una cadena se puede usar como una eficaz herramienta.
Luego entonces, el escape factible es el redireccionamiento de nuestra atención.
Dejaremos de ser bestias inermes.
Los hikikomoris en Japón, más de un millón actualmente, son el extremo inverosímil de las consecuencias de la dependencia al Internet.
Ellos han roto prácticamente con el mundo, sólo viven pegados a sus dispositivos electrónicos sin contacto con nadie más.
Creo que una de las cuestiones verdaderamente preocupantes, que debiera ser considerada por cada uno de los habitantes del mundo, consiste en que la convivencia y la empatía se están perdiendo, inconscientemente en algunos casos y, lo peor en otros muchos, conscientemente.
Por ese flanco, los que buscan el dominio absoluto de la humanidad para explotarla, están ganando.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece el autor.
Foto de portada: Barbara Zandoval (@barbarazandoval) / Unsplash.
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