SOMOSMASS99
Oscar Alzaga*
Jueves 20 de julio de 2023
“Preocupante, la ausencia de agenda laboral para 2024”.
– Napoleón Gómez Urrutia. La Jornada. 6-VII-2023
El país tiene 21 millones trabajadores en el IMSS y 6.5 en el ISSSTE, 27.5 en total, más 5.2 millones eventuales sin seguridad social, son en total 32.7 millones en la economía formal, y 32 millones en la economía informal: autoempleo, ambulantes y otros tipos. Esos 65 millones son la mayoría ciudadana y, con sus familias, son la mayoría de la nación de 130 millones de habitantes.
No obstante, las y los trabajadores y el mundo laboral no son una preocupación central de los precandidatos de Morena y de los aliados. Menos, por supuesto, para la oposición de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la 4T. No fue para ellos un tema de importancia como funcionarios en este sexenio. Ahora, ya como candidatos a la presidencia, tampoco parece preocuparles.
No olvidemos que desde los años 80, con Reagan y Thatcher, se acentuó el repudio y odio a los trabajadores, y más a las huelgas; con el consenso de Washington y con la caída del socialismo, ambos en 1990, bajó el peso de los sindicatos en el mundo, se redujeron las huelgas y, en Davos, la patronal internacional acordó negar el derecho de huelga y restar importancia al mundo laboral. A esa política de derecha, neoliberal y patronal se sumó México de 1982 a 2018.
Aquí, los estragos laborales son muy amplios y profundos: la subcontratación legalizada y la pérdida de la estabilidad en el empleo, con el crecimiento de eventuales y la consecuente pérdida de derechos; la pérdida de los salarios caídos por el despido ilegal, que quedan como premio a los patrones, todo eso con la reforma laboral neoliberal de 2012, del PRIAN.
Se ponen en venta los contratos colectivos de trabajo (CCT) de líderes charros y blancos, a patrones, y crean los contratos colectivos de protección patronal (CCPP), con especial empeño en el gobierno de Salinas; las Juntas de Conciliación -federal y estatales- se entregaron al capital (salvo excepciones) y a la corrupción.
Las políticas gubernamentales tienen siempre como trasfondo central los intereses de las clases sociales y, más aún, la lucha de clases, abierta o soterrada. Pero de eso no se habla por su nombre, se dice, por ejemplo: “Triplicaron las Afores sus ganancias”, refiriéndose a la banca privada, no a los 70 millones de trabajadores, que aportan sus cuotas sino a la ganancia de 14 mil 600 millones de pesos.
Los oligarcas (Slim, Larrea, Bailleres, Ancira, etc.) con las privatizaciones opacas y carroñeras triplicaron sus capitales y fueron los más beneficiados por los gobiernos, al grado de que Telmex de ser una empresa poderosa y volver a Slim el hombre más rico del mundo, él procedió a vaciarla para pasar sus ganancias a América Móvil y a otras subcontratistas de su propiedad con empleados más baratos, y ahora con cinismo pide ayuda a los telefonistas para que cambien pensiones por acciones de Telmex, en su caída.
Por su parte, Larrea no ha ganado un solo asunto a los mineros dentro de los marcos de Ley, solo violándola y corrompiendo a autoridades lo ha logrado. Así, los negocios sucios y en quiebra fraudulenta de Ancira y Azcárraga, con Mexicana de Aviación y Ahmsa, ambos se autodelataron al fugarse de la justicia. Todos ellos y más, decidieron hacer sus propios sindicatos o controlar a los líderes corruptos.
Si los gobiernos de Alemán a Salinas y Peña forjaron las peores deformaciones sindicales en Pemex, CFE, Ferrocarriles, SEP y en los sindicatos de gobiernos federales y estatales (salvo excepciones), ahora todos ellos sobreviven y compiten con los sindicatos de los oligarcas. Y en el actual gobierno federal no se han querido tocar siquiera, menos los sindicatos en los estados del país.
En la historia, los sindicatos nacionales de industria tuvieron periodos de lucha mucho más tiempo y con las más brillantes huelgas, que las centrales. Ferrocarriles de 1908 a 1948, lo frenan con el charrazo alemanista, pero después siguieron las jornadas de Vallejo; los Petroleros de 1932 a 1949, a quienes frenan con el segundo charrazo alemanista; el magisterio de 1933 a 1949, los frena el charrazo alemanista, luego siguen con luchas en las secciones hasta la llegada de la CNTE; los Mineros desde 1911 a 1934, de este año a 1950, los frenan con el charrazo alemanista y se ceba Alemán con la caravana de Nueva Rosita de 1951; y siguen en el siglo XXI.
La CROM de 1918 y la CTM de 1936, solo en sus primeros 4 o 5 años fueron centrales de lucha, independientes y democráticas. En el interior de la CTM los líderes debatían, pero no se expulsaban. En cambio, a partir de febrero de 1947 en la CTM y el gobierno de Alemán creció el anticomunismo de origen yanqui y se aplicó la expulsión para reforzar el control sindical.
Lo contrario fue el cardenismo -1934a1940-, pero varios estudiosos de la historia afirman que con Cárdenas nace el control del Estado sobre los sindicatos, sin tomar en cuanta que de 1935 a 1938 fueron no solo los años de más huelgas en México sino también las más importantes de la historia, no toman en cuenta que en 6 años crece la sindicalización de 300 mil a 900 mil agremiados y que en ese tiempo se logran los mejores CCT de la historia y las más grandes cooperativas sindicales. Que las grandes obras cardenistas fueron precedidas por las luchas obreras y campesinas, no al revés: la reforma agraria, la expropiación petrolera, la educación socialista, la nacionalización ferroviaria, CFE, el IPN, la soberanía popular y económica, etc.
Después de la Revolución armada, la segunda etapa de mayores luchas sociales de la historia es el cardenismo. Pero los distraídos se centran más en la pugna Calles- Cárdenas, que en la lucha de clases obrero-patronal de todo el periodo, se imaginan que en medio de las grandes huelgas surgían del paternalismo estatal el charrismo y el control sindical, como lo señala Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad (1949); Arnaldo Córdoba en La política de masas del Cardenismo (1975), y otros autores.
En mi artículo anterior: De la historia, lo más destacado son las luchas del pueblo, hacemos un recuento de 500 años de luchas del pueblo, algunas de ellas de trabajadores, campesinos, magisterio, etc. Apuntando que los grandes avances de la nación han sido precedidos por las luchas populares. Cómo los grandes avances de los y las trabajadoras y sus sindicatos han sido precedidos por las luchas sindicales. Nada más imprescindible que luchar con el pueblo y su clase más amplia: las y los trabajadores.
No olvidemos que AMLO convocó a las movilizaciones más grandes de protestas, con o sin elecciones, como la que evitó en 2008 la privatización de Pemex o contra el desafuero de 2005 o las movilizaciones del presente sexenio. Sin duda, las de carácter electoral en Tabasco, por el gobierno del DF en 1997, con el respaldo de la ANAD, y las presidenciales de 2006, 2012 y la triunfal de 2018 que abre nuevos caminos al país, sin entregarse ni hacer concesiones al poder económico de la oligarquía ni al poder imperialista de Estados Unidos.
Corresponde a la izquierda y sectores progresistas asumir ese compromiso social, político e histórico en estos momentos de intensa lucha política y de clases, con miras a la lucha electoral de 2024. No es un momento de evasión ni retroceso sino de compromiso, unidad y acción con un programa completo de alternativas y de luchas, en particular con la clase más grande del pueblo: la trabajadora.
Es, entonces, notoria la ausencia de un compromiso activo de la izquierda mexicana para incluir y promover la participación de la clase trabajadora en la consolidación de una política laboral y salarial más justa.
– Napoleón Gómez Urrutia. La jornada, 6 de julio de 2023.
* Abogado del Sindicato Minero y la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas (ALAL), y la Asociación Internacional de Juristas Democráticos (AIJD).
Foto de portada: Prensa Latina.
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