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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 3 de febrero de 2023
«A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente. En la política, lo real es lo que no se ve».
– José Martí
A casi dos siglos de la proclamación de la Doctrina Monroe («América para los [norte] americanos»), persiste la obsesión imperial por el control de los territorios, riquezas y recursos de los pueblos latinoamericanos y caribeños.
Tal doctrina, proclamada el 2 de diciembre de 1823, estaba originalmente dirigida contra las potencias colonialistas europeas con el ánimo de disuadirlas de cualquier intento de injerencia en territorios que recién habían conquistado su independencia. Sin embargo, la interpretación original cambió en respuesta al apetito expansionista de Estados Unidos, alentado por la doctrina del Destino Manifiesto [1] (1845), cuya primera víctima fue México, al despojarlo de más de la mitad de su territorio.
Desde hace casi dos siglos Estados Unidos considera a América Latina y el Caribe como «su esfera», territorios a los que, despectivamente, califica como su patio trasero, en los que se siente con derecho de inmiscuirse, controlar y disponer de todo aquello que en función de sus intereses necesite.
En una crítica a Estados Unidos, Martí decía: «Creen en la necesidad, en el derecho bárbaro, como único derecho: “esto será nuestro porque lo necesitamos” […]».[2] Prueba de ello son las recientes declaraciones de la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, acerca de las razones de por qué a ese país le importan los territorios al sur del río Bravo.[3]
Estados Unidos ve como una amenaza cualquier intento de los países de este continente por organizarse y establecer alianzas comerciales, políticas o culturales en las que no participe o convoque y, por tanto, no pueda controlar y sacar provecho de ese control.
No es casual que a pocos días de concluir la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), realizada en Argentina, surja una iniciativa del gobierno de norteamericano con el objeto de constituir la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica, la que estaría abierta «[…] a todos los países que comparten nuestros valores y nuestra visión de un hemisferio próspero […]»[4], apertura que lleva implícita la exclusión de quienes no subordinen su soberanía al imperio.
Cada vez que el imperio presiente algún peligro para sus intereses, responde con agresiones, propuestas engañosas o una combinación de ambas. En el pasado siglo, después del triunfo de la Revolución en Cuba, impulsaron la Alianza para el Progreso, con promesas de desarrollo para Latinoamérica y el Caribe; el resultado: proliferación de golpes de Estado y dictaduras militares, con un elevadísimo costo social para los pueblos y que, además, los hundió más en el subdesarrollo.
Otro intento, en el mismo sentido, fue el Tratado de Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que quedó en eso, intento, al ser rechazado durante la IV Cumbre de los Pueblos (Argentina, 2005), reunión en la que tuvieron un papel decisivo Hugo Chávez, Nestor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva.
En su decadencia como potencia imperialista Estados Unidos busca la manera de asegurar espacios en los que pueda obtener de forma segura, fácil, rápida y barata los materiales y mano de obra que ralenticen su inevitable desplome; inevitable porque el sistema en el que cimentaron su poderío es el principal obstáculo para el desarrollo de la humanidad y el mayor peligro para la paz y la vida.
Esta propuesta, la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica, otra muestra de la obsesión imperial, es más de lo mismo. El imperio es incapaz de cumplir cualquier compromiso que implique equidad, igualdad y mucho menos respeto a la soberanía de otros, no está en su naturaleza. Siempre buscará la subordinación y la explotación de los pueblos, el suyo incluido.
Vaya esta reflexión en memoria del compañero Hiram de la Peña Villavicencio.
Notas:
[1]. La expresión Destino Manifiesto fue usada por primera vez en 1845, por John L. O´Sullivan, un periodista quien escribió en la revista Democratic Review de Nueva York: «El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino…» https://www.ecured.cu/Doctrina_del_Destino_Manifiesto
[2]. García Moreno, María Luisa. La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”: implacable alegato martiano. Revista Verde Olivo, 03-05-2022. La Habana. [Consulta en línea] Fecha de consulta: 30-01-2023. https://www.verdeolivo.cu/es/noticias/especiales/conferencia-monetaria-las-republicas-america-implacable-alegato-martiano
[3]. En un video para el Atlantic Council, Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, manifiestó que Latinoamérica es importante para su país por sus recursos naturales (Página 12, 24 de enero de 2023). Nota en: https://www.pagina12.com.ar/517903-litio-petroleo-y-agua-dulce-estados-unidos-ni-disimula-sus-i
[4]. Alonso Falcón, Randy. Cita en artículo: Como Troya moderna ¿quiere poner EE.UU su caballo en Latinoamérica? Cubadebate. 29-01-2023. http://www.cubadebate.cu/opinion/2023/01/29/la-troya-moderna-quiere-poner-eeuu-su-caballo-en-latinoamerica/
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Tesis 11.
1 Comentario
El mundo ha cambiado mucho. Algunos dirían que todo ha cambiado y nada igual, pero otros insistirían en que no ha cambiado tanto y que los cambios son más que nada superficiales. Y pese a las percepciones extremas hay reconocer en la realidad lo que se ha transformado y adquirido nuevos caracteres. Definitivamente el imperialismo norteamericano tiene una historia propia, pero a lo largo de tanto tiempo y de relaciones se debe tomar nota que los europeos también tienen mucha cola que les pisen. El imperialismo es una realidad multidimensional, está tan adaptado a los cambios, que es quizá el principal impulsor de cambios, aunque muchos de ellos no sean los que más benefician a la mayoría de la humanidad.