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Edgar Cortez
Martes 13 de septiembre de 2016
En un par días se instala el constituyente en la ciudad de México (CDMX) y Miguel Ángel Mancera deberá entregar su propuesta de texto constitucional. ¿Qué podemos esperar de este proceso?
La aprobación de la reforma constitucional federal, en diciembre de 2015, fue la primera pérdida para la participación ciudadana (http://bit.ly/1MhpJby). Esta quedó reducida a votar para elegir a parte de los constituyentes. Hay que recordar que de los cien constituyentes, en las urnas sólo se eligieron a sesenta y los cuarenta restantes son designados por las fracciones de partidos en la Cámara de Diputados y Senadores, el Presidente de la República y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Por tanto, el primer yerro lo constituye un congreso constituyente nada ciudadano y demasiado partidario. Lo que se tradujo en que no existiera un proceso de difusión amplio y pedagógico para informar e interesar a las ciudadanas y ciudadanos en el proceso, resultado una votación de apenas 26.1 por ciento. Cantidad que apenas da una frágil legitimidad tanto al constituyente como a la constitución resultante.
Esta distorsión democrática se agrava cuando la integración del constituyente favorece de manera descarada al PRI. Este partido obtuvo, en la elección del 5 de junio pasado, apenas el 7.7 por ciento de los votos, lo que le permitió obtener cinco constituyentes. Sin embargo ese número se deben sumar 4 designados por la Cámara de Diputados, seis por parte del Senado y seguramente los seis por el Presidente Peña Nieto. En total el PRI podrá contar con 21 constituyentes, es decir más de una quinta parte del Constituyente. Una sobre representación del doscientos por ciento.
Algo parecido, aunque en menor proporción sucede con el Partido Acción Nacional quien sólo será beneficiado con una sobre representación del cien por ciento.
Un proceso de integración anómalo como éste tiene consecuencias en los contenidos de la próxima constitución.
La consecuencia es que la participación ciudadana no será un eje de la constitución y tampoco un componente cotidiano de la vida ciudadana, a lo más, será un componente extraordinario al que se apelará en respaldo de la propuesta de los gobernantes y los partidos políticos.
Hasta ahora sólo conocemos los contenidos del anteproyecto de constitución de fecha 24 de agosto de 2016, que fue filtrado a algunos medios de comunicación, pues el Jefe de Gobierno determino que el proyecto de constitución no fuera público.
Este anteproyecto tiene una extensión de 98 páginas y comprende 76 artículos. Destaca el Título primero. Carta de derechos. Ahí se enumeran 107 derechos humanos y abarcan 23 de las 98 páginas así como 11 de los 76 artículos. Es decir es casi veinticinco por ciento del texto que conocemos.
Si este tipo de contenido prevalece, lo más probable es que tengamos una constitución demasiado cercana a un catálogo de buenos deseos más que a una constitución que reconoce derechos y establece condiciones – orgánicas, de políticas públicas y recursos presupuestales- para garantizar esos derechos a todas las personas.
Expertos constitucionalistas señalan que una constitución moderna debería ser concisa en lo que toca al reconocimiento de derechos humanos (http://eluni.mx/1U7y1vy). Pero lo que vemos, según el documento filtrado, es exactamente lo contrario al grado que se enuncian 107 derechos humanos de los más diversos.
Tal proliferación tiene que ver con que ante la ausencia de mecanismos de participación ciudadana efectiva, sucede que cada grupo, organización o persona en lo individual, con alguna posibilidad de incidencia busca sumar sus aspiraciones para sumarlas a la carta de derechos. Está lógica se vuelve interminable pues siempre habrá algún otro derecho humano que se debe reivindicar.
En contraposición la constitución de la Ciudad de México no podrá modificar nada respecto de la hacienda pública y por tanto no se dispondrá de recursos para hacer mínimamente viable ese enorme catálogo de buenos deseos.
Es cierto que al proceso constituyente de la ciudad de México le falta un buen trecho, pero los primeros pasos no muestran en buenos augurios.
@EdgarCortezm
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