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Agustín Ramírez Agundis
Más de dos meses anduvo espantando con el petate del muerto. Consciente de su escasa fuerza política fuera del movimiento Obradorista, no se decidió a romper abiertamente con Morena. Fue así que se la pasó haciendo fintas a través de llamados a conferencias de prensa para dar a conocer acciones tendientes a fortalecer su en realidad exigua influencia entre la militancia del partido guinda. Fueron tan intrascendentes esos anuncios que su presencia iba quedando en el olvido
Finalmente, aunque la conclusión seguramente todavía está por llegar, el pasado lunes, acompañado por esa treintena de diputados y senadores que le son afines y de su esposa, hizo pública su muy frágil determinación de permanecer en Morena, arguyendo que su denuncia de irregularidades en el proceso de selección de la virtual candidata del partido a la presidencia de la República había sido atendida, olvidándose de que entre las condiciones para mantener su militancia (muy pobre, por cierto) estaba la anulación del proceso y, en consecuencia, su reposición.
Con la arrogancia que le ha sido siempre característica, al grupo que él encabeza lo autonombró como “segunda fuerza de Morena” y reclamó un trato acordé con el 26% de las preferencias que obtuvo en las encuestas. Dio a conocer que había alcanzado un “entendimiento” con Claudia Sheinbaum, expresando ambiguamente “yo milito en la 4T”, y desconociendo tácitamente a la dirigencia del partido.
Desafortunadamente, al darse a conocer el 6 de septiembre los resultados de la encuesta sólo se informó acerca de la pregunta central, es decir, los correspondientes a la preferencia de los candidatos. Sería muy conveniente conocer la distribución de las preferencias si se clasifican de acuerdo a la orientación política de las personas encuestadas. Esto permitiría evaluar si ese 26% que esgrime para calificarse como la segunda fuerza de Morena proviene de ciudadanos que simpatizan con la 4T, de los opositores o de los indecisos. Por su perfil ideológico, es probable que su apoyo proceda en buena medida de quienes no fácilmente estarían dispuestos a votar en favor de la 4T.
Marcelo Ebrard anda haciendo cuentas alegres respecto a su real fuerza política. El grupo de legisladores que él ha logrado mantener a su alrededor difícilmente llega al 10% de los que tiene Morena (a la fecha, 252 diputados y 58 senadores). En las encuestas realizadas en las últimas fechas considerándolo a él como candidato del partido Movimiento Ciudadano su aportación anda al mismo nivel que la de Samuel García, quien seguramente irá como abanderado del partido naranja.
Sin embargo, lo más relevante no es el porcentaje de legisladores que lo apoyan, ni el nivel de preferencia que obtuvo de los ciudadanos en general. Lo que está por verse y seguramente allí se dará un frentazo, del cual le costará mucho reponerse, tal vez sin remedio alguno, será el nivel de aceptación que tendrá entre la militancia de Morena.
En unos días, precisamente el 20 de noviembre, arrancan las precampañas de los aspirantes a las candidaturas presidenciales. Vendrán entonces las concentraciones multitudinarias de Claudia Sheinbaum por todo el país. Allí se expresará la gente y en los hechos quedará de manifiesto algo fundamental: “la unidad de las fuerzas progresistas únicamente se puede sustentar en la unidad del pueblo”.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece el autor.
Foto de portada: Eneas de Troya / Flickr.
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