SOMOSMASS99
Roberto Gómez Palacios / SomosMass99
Guanajuato, Gto. / Lunes 5 de septiembre de 2016
Cuando acudimos a un concierto de música sinfónica en el programa de mano vemos: Orquesta Sinfónica… u Orquesta Filarmónica… Entre los antiguos griegos o romanos se le llamaba orchestre al espacio donde el coro cantaba o bailaba y que se ubicaba en la parte delantera del escenario. El significado, sentido, concepto, contenido de la palabra orquesta ha cambiado, evolucionado poco a poco al paso del tiempo, de los años. Ahora se refiere a un grupo, conjunto de instrumentistas que interpretan música sinfónica. Para llegar a este momento tuvimos que pasar por el barroco, la ilustración, el clasicismo, el romanticismo.
Los músicos europeos modulan, dan forma a la palabra, al crear innovaciones, mejoras en los instrumentos. Lentamente, de acuerdo a la época y los autores, encuentran el grupo de herramientas, utensilios especializados que hoy forman uno solo: la orquesta sinfónica. El límite de la música en la edad media era la música vocal, el canto llano, el canto gregoriano aunque muchas veces las voces eran dobladas por instrumentos. En la época barroca, con la aparición de la ópera, se propicia el nacimiento de los conjuntos orquestales. Claudio Monteverdi (1567-1643) dejó por escrito el número de los instrumentos que su ópera Orfeo necesitaba. Se trataba de 36 músicos con violines, violas, violonchelos, contrabajos, claves, órganos de cámara, arpas, tiorbas, cornetas, trompetas, trombones.
Se tiene la idea del siglo XVII cuando el Absolutismo alcanza su máximo esplendor, como un siglo de estancamiento y crisis por los problemas económicos que vivieron muchos países europeos. Tanto, que en algunos se da la intención de volver a los modelos sociales y económicos del mundo feudal. Sin embargo, es el siglo de Góngora, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes, Shakespeare; de El Paraíso perdido de John Milton, de Racine, Moliere, de la Comedia francesa. Y es el tiempo de Monteverdi y el primer gran conjunto orquestal. Más adelante Jean-Baptiste Lully (1653-1753) agregó oboes, fagotes, flautas traveseras y timbales. Entonces ya se parece a la orquesta de cámara actual. El clavecinista, líder del grupo, se forma, se educa para dirigir desde su instrumento. Daba las entradas, el tempo, mantenía el ritmo a los otros instrumentos. Todos los músicos tocaban de pie.
En la etapa clásica, a finales del siglo XVIII, la orquesta magiar de los Esterházy, perteneciente a la nobleza húngara con orígenes en la edad media, se conformaba de once violines, dos violas, dos violonchelos, dos contrabajos, dos oboes, dos fagotes y dos trompas. Es la Ilustración, es la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (1774-1783), es la Revolución Francesa (1789-1799), y con ella vienen la revolución científica, la revolución industrial en Inglaterra (invención del telar, la máquina de vapor), pero sobre todo la revolución social que en Francia principalmente aparece con más fuerza. El poeta Friedich Hölderin hace decir a uno de sus héroes: “Ésta ya no es época de reyes”. Se crean nuevos ideales estéticos y se dejan las bases para la aparición del romanticismo. La orquesta de Mozart todavía a finales del XVIII, también dentro del clasicismo, se compone de 18 violines, tres violas, cuatro violonchelos, tres contrabajos, cuatro flautas, tres oboes, tres clarinetes, cuatro fagotes y cuatro trompas.
En París, Francia, la orquesta para acompañar a la ópera de la ciudad estaba compuesta por veinticuatro violines, seis violas, ocho violonchelos, cuatro contrabajos, dos flautas traveseras, cuatro oboes, cuatro fagotes, dos trompas, dos trompetas y tres de timbales. Transformadas las circunstancias, la orquesta de Beethoven en un inicio se edifica como un plantel típico clásico, en donde añade un piccolo o contrafagot en algunas de sus sinfonías, innovaciones muy importantes para el desarrollo de la orquesta y de los músicos. Estos dejan de ser artesanos y empleados de la corte, en su responsabilidad se encuentra ser artistas y crear nuevas sensibilidades y valores. Aparece una nueva cultura, la cultura romántica.
Héctor Berlioz llega hasta sus últimas consecuencias en la Sinfonía Fantástica, da un nuevo tratamiento a la cuerda y exige más de los metales. Se tuvo que tratar de encontrar el equilibrio: los metales se llenaron de potencia, la cuerda tuvo que crecer en número. No conformes, paso a paso se escribieron partituras que exigían un macro-instrumento, es el caso de la Consagración de la primavera de Igor Strawinsky, también alguna música de Liszt, Wagner, Malher, Strauss, Shoenberg. Estamos ya con la orquesta moderna que se forma con cuatro grupos, familias o amalgamas de instrumentos: a) de cuerda o de arco, violines, 16 primeros, 14 segundos, 10 violas, 10 violonchelos y 8 contrabajos; b) de viento, madera, 4 oboes, uno de ellos tocará corno inglés, 4 flautas, uno de ellos con piccolo, 4 fagotes, uno tocará contrafagot, 4 clarinetes, a uno le corresponderá el clarinete bajo y si es necesario otro tocará clarinete requinto; c) de metales, 5 cornos, uno de ellos apoyará al primer corno, 3 trompetas, 3 trombones, uno con trombón bajo, una tuba; d) de percusión, timbales, tambores, bombo, triángulo, platos, xilófono, celesta, etcétera, piano y arpa.
Si bien el número de integrantes puede variar entre noventa y cien, la orquesta actual es estable con la posibilidad de abarcar el grueso de la música sinfónica. No debe tener rigidez por la necesidad de partituras con una mayor cantidad de intérpretes. Podemos encontrar conjuntos orquestales que pueden cambiar en el número de músicos que la conforman, como puede ser la orquesta que se forma para acompañar ópera, ballet o la orquesta especializada en el repertorio de música de cámara. No obstante, esos grupos se desprenden de la orquesta que hemos tratado de definir.
Cuando tengamos la valiosa e inestimable oportunidad de acudir a un concierto de música clásica, y si afortunadamente escuchamos la Fantástica de Berlioz, o alguna sinfonía de Beethoven, Malher, Bruckner, Shumann, la orquesta invariablemente será una “Sinfónica” o una “Filarmónica”. En México existen la Filarmónica de la Ciudad, la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta Sinfónica de la Xalapa, la Orquesta Filarmónica de la UNAM, la Orquesta Filarmónica de Querétaro, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, la Orquesta Sinfónica de Oaxaca, la Orquesta Filarmónica de Jalisco. En Estados Unidos, la Orquesta Sinfónica de Chicago, la Orquesta Filarmónica de Nueva York, y en Europa la Orquesta Filarmónica de Berlín, la Orquesta Sinfónica de Londres, etcétera.
La palabra sinfónica viene de lo referente a las sinfonías y la palabra filarmónica se refiere a personas aficionadas a la música. La diferencia, en realidad, es semántica. En otras palabras, la única diferencia entre una Orquesta Sinfónica y una Orquesta Filarmónica es el nombre y la calidad de la música que tocan.
0 Comentario