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Andrea Lobo / WSWS*
Martes 13 de febrero de 2024
Los trabajadores automotrices del masivo complejo de ensamble de Audi en el estado de Puebla votaron el viernes por continuar la huelga que comenzó el 24 de enero.
De un total de 4.161 trabajadores en la planta, 3.139 votaron en contra de la última oferta que incluía un aumento salarial global del 7 por ciento. Demostrando que crece la voluntad de lucha, la cifra fue superior a los 3.090 trabajadores que rechazaron la primera oferta con un aumento del 6,5 por ciento.
El rechazo masivo se produjo a pesar de que la empresa intentó influir el voto ofreciendo una extensión de contratos de 12 meses para los 800 empleados ocasionales.
El impacto de la huelga ha sido significativo. Desde su apertura en 2016, esta ha sido la única planta de Audi en América del Norte y la única proveedora del modelo Audi Q5 y sus derivados para el mercado mundial, excepto China. Exporta principalmente a Estados Unidos, Alemania y Australia.
En tres turnos de 8 horas, los trabajadores ganan entre $2,50 y $7,75 por hora (cifras en dólares estadounidenses) para producir alrededor de 750 camionetas SUV de lujo al día, lo que se traduce en $41 millones cada día. Audi gasta alrededor de $150.000 diarios en salarios en Puebla.
La actuaria Angélica Tenahua Cadena de la Universidad Puebla Anáhuac estima que las plantas de Audi y Volkswagen vecinas representan el 40 por ciento de la economía del estado de Puebla (con una población de 6,6 millones) y que de ellas dependen más de 100 plantas proveedoras.
Pero solo una pequeña fracción de lo que producen permanece en manos de los trabajadores. Si bien la compañía afirma que paga entre los mejores salarios de la industria automotriz en México, la mayoría de los trabajadores de la planta todavía ganan entre $600-900 por mes o por debajo de la línea oficial de pobreza de $1.045 para una familia. Muchos necesitan un ingreso adicional para llegar a fin de mes.
El llamado Sindicato Independiente de Trabajadores de Audi (SITAUDI) ha afirmado estar dispuesto a aceptar un aumento salarial del 10 por ciento en comparación con su demanda inicial del 20 por ciento. En cualquier caso, significaría unos menudos miles de dólares para Audi y su empresa matriz Volkswagen.
Incluso duplicar los salarios equivaldría a tres vehículos por día, una realidad que debería socavar el inevitable anuncio de SITAUDI de que obtuvo una gran “victoria” cuando la oferta aumente unos pocos puntos porcentuales.
Pero la huelga tiene implicaciones mucho más importantes para Audi, una empresa con sede en Alemania, y para la clase capitalista en su conjunto, que los trabajadores deben entender para luchar por una auténtica victoria.
Tenahua explica a Milenio que, si bien los aumentos salariales han dominado las noticias, los factores más importantes para industria son realmente “a transición hacia la producción y uso de autos eléctricos, así como el reposicionamiento de proveedores y de ensambladores a escala mundial”. Cita específicamente el afán de Estados Unidos y otras potencias para dominar el mercado frente a las empresas chinas.
En última instancia, la transición a vehículos eléctricos no está animada por preocupaciones ecológicas, sino por la competencia geopolítica entre las élites capitalistas rivales.
En 2022, Audi anunció una importante inversión para producir las versiones eléctricas de sus camionetas en Puebla para 2027, incluida una granja solar de $86 millones para “descarbonizar” la producción. Este anuncio está siendo ignorado por los sindicatos y la mayoría de los medios de comunicación, a pesar de ser fundamental para la lucha de los trabajadores.
Esta transición a los vehículos eléctricos va a ser total. Audi ha hecho públicos sus planes de descontinuar los nuevos modelos de autos de gasolina en 2026 y toda su producción para 2033. El Q5 híbrido ya se está produciendo en Puebla, y el Audi Q5 e-tron eléctrico comenzó su producción en China en 2022.
Esta transición está resultando en una masacre histórica de empleos que inevitablemente afectará a México, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció planes para que la mitad de todos los vehículos producidos en el país sean eléctricos para 2030.
En Audi Alemania, la transición a los vehículos eléctricos ya ha supuesto la eliminación de 9.500 puestos de trabajo. Estos despidos se deben a que se estima que la mano de obra necesaria para los vehículos eléctricos es de 30 a 40 por ciento menor que para los autos de gasolina. Además, la transición se está aprovechando para introducir cambios de diseño y automatización para reducir aún más los costos de producción.
Por ejemplo, Tesla está construyendo una gigafábrica en Monterrey que espera ensamblar un millón de vehículos eléctricos al año con menos de 6.000 empleados directos, según fuentes del Gobierno mexicano. Esto equivale a una cuarta parte de los trabajadores que se necesitan actualmente por vehículo en Puebla.
En México, los “sindicatos independientes” como SITAUDI y sus partidarios pseudoizquierdistas como La Izquierda Diario han presentado los contratos traicioneros impuestos en EE.UU. tras la huelga “stand-up” o “de pie” del sindicato United Auto Workers (UAW) en Ford, Stellantis y GM, como el ejemplo a seguir. Se han referido al contrato con un aumento salarial del 25 por ciento en cuatro años y medio como una “victoria histórica” para los trabajadores estadounidenses.
Lo que no mencionan es que solo una pequeña fracción de los trabajadores de las tres empresas estuvo en huelga. Las empresas anunciaron que igual obtuvieron miles de millones en ganancias y en pagos a sus inversores, además de que despedirían a miles de trabajadores, muchos como resultado de la transición a los vehículos eléctricos.
El sindicato IG Metall en Alemania, que lidera el llamado “sindicato global” IndustriAll, ha supervisado la pérdida de 37.000 puestos de trabajo en plantas de autopartes desde 2018, y ya se han anunciado decenas de miles más.
Por años, la AFL-CIO de EE.UU., IG Metall de Alemania y Unifor de Canadá han trabajado con sus respectivos Gobiernos para entrenar y patrocinar la creación de nuevos sindicatos “independientes” en México, principalmente en la industria automotriz y otros sectores clave. Hasta ahora, se han instalado sindicatos como estos en las plantas de Volkswagen, Audi, Nissan y General Motors, donde compiten con la gansteril Confederación de Trabajadores de México (CTM), que todavía controla la mayoría de los contratos en el país.
En 2018, bajo la iniciativa de IndustriALL, se creó una Federación de Sindicatos Independientes de las Industrias Automotriz, Autopartes, Aeroespacial y del Neumático (FESIIAAAN).
Esta nueva burocracia sindical está estrechamente ligada al partido gobernante Morena de López Obrador. El sindicato Mineros liderado por el senador de dicho partido, Napoleón Gómez Urrutia, es un recipiente frecuente de dinero de la AFL-CIO y pertenece a la FESIIAAAN.
El Gobierno de López Obrador implementó en 2020 una reforma laboral solicitada por los Gobiernos de Estados Unidos y Canadá que exigía que todos los lugares de trabajo renovaran sus contratos con los sindicatos. Esto tenía como objetivo contener una rebelión en marcha de las bases obreras contra la odiada CTM y canalizarla detrás de la elección de nuevos sindicatos, al tiempo que se introducía un proceso para vetar la nueva burocracia “independiente”.
Pretendiendo ser más “democráticos”, los sindicatos respaldados por las burocracias y los Gobiernos de Estados Unidos, Europa y Canadá actúan como un contratista más de mano de obra barata.
SITAUDI se negó a llamar a los trabajadores a votar a favor o en contra de la última oferta traicionera, insistiendo en que su papel se limita a “negociar” con la empresa. Esto solo puede significar que desean que el conflicto termine para volver a sus oficinas con aire acondicionado mientras disfrutan de los privilegios que obtienen gracias a las cuotas automáticas. Cabe añadir que el sindicato no está pagando ningún sueldo de huelga a los trabajadores.
Después de una extensión inicial del contrato desde el 1 de enero para tratar de evitar una huelga, SITAUDI se vio presionado a estallar la huelga en gran medida porque compite con un sindicato minoritario, SAUTAM.
Lo más importante es que el SITAUDI se ha negado a intentar movilizar a los trabajadores de toda la industria en México o internacionalmente, lo cual es absolutamente necesario para enfrentar a corporaciones transnacionales como Volkswagen.
Lejos de iniciar una nueva era de sindicalismo “combativo”, la huelga de Audi es la excepción que confirma la regla. Es la primera gran huelga automotriz desde la rebelión de 2019 contra los sindicatos de la CTM en Matamoros, en la que intervinieron los sindicatos “independientes” para contenerla. Como resultado de la reforma laboral, las autorizaciones de huelga han disminuido a nivel nacional en un 87 por ciento entre 2019 y 2023, según la Confederación Patronal (Coparmex).
Al igual que el UAW en Estados Unidos durante su huelga limitada del año pasado, el objetivo del SITAUDI y el resto de la burocracia sindical es implementar acuerdos traicioneros que se utilizarán para intensificar la explotación y recortar empleos, como parte de la transición a los vehículos eléctricos.
Solo la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) está librando la lucha necesaria para organizar a los trabajadores contra todos los sindicatos y organizaciones políticas nacionalistas y procapitalistas y para coordinar sus luchas a nivel mundial contra la explotación capitalista. La AIO-CB exige, como indicó en una declaración reciente, “¡Si estos vehículos requieren menos tiempo de trabajo para su producción, que se reduzcan las horas y se aumenten los salarios!”.
Imagen de portada: Trabajadores durante la inauguración de la planta de Audi en Puebla, 30 de septiembre de 2016. | Foto: Secretaría de Economía.
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