SOMOSMASS99
Javier Hinojosa
Martes 12 de julio de 2016
“ Mi época en las drogas fue cuando yo no tenía ninguna esperanza, y cuando una persona está en las drogas es más difícil encontrar esperanza”
John Lennon
Este sábado, como cada año la asociación de Empresarios del Rincón celebró una edición más del “El empresario del año”, evento concebido para reconocer a aquellos industriales que han dejado huella a su paso por los intrincados caminos que los han llevado al éxito.
El salón Buganvilias en todo su esplendor, los manteles largos, los centros de mesa coronados con exuberantes arreglos florales, los caballeros vistiendo elegantes trajes y las damas luciendo sus mejores galas, el presentador de voz engolada, las apologías frescas y fascinantes de los homenajeados, las voces que se quiebran de emoción; y es que no es para menos, las historias de éxito de tantas empresas que surgieron de la nada y que a golpes de esfuerzo, talento, ingenio y tenacidad han logrado franquear los innumerables obstáculos que la feroz competencia internacional, las nuevas tecnologías, la reducción acelerada de los tiempos que imponen para ofrecer nuevos productos y las innumerables vicisitudes que, de una u otra forma, todos los que nos hemos metido a emprendedores hemos tenido que salvar para sacar a flote nuestros negocios, bien merecen una celebración como esta.
Fue notoria la ausencia del gobernador y los alcaldes en el presídium, su presencia habría dado un mayor realce al evento y lanzado una buena señal de reconocimiento a quienes de manera silenciosa y perseverante hacen posible que millares de familias tengan sustento y también que de la mano de sus trabajadores sean los principales proveedores de los dineros que administran.
Este año el festejo tuvo un giro particular, por una parte don Ramón Ascencio, el orador de lujo quien con su probada maestría con el lenguaje tradicionalmente dirige las apologías describiendo las ricas historias que han tejido los empresarios galardonados en su camino al éxito, en esta ocasión dedicó una parte importante de su intervención a resaltar la responsabilidad social que tienen o debemos tener los empresarios para con nuestros trabajadores, la sociedad, el entorno, y la ciudad que habitamos, y por otra, quien recibiera el máximo galardón de Empresario del año, después de agradecer el reconocimiento, mencionó la importancia de la capacitación y una inquietud que a todos atañe pero de la que poco se habla y menos en estos festejos en donde el tema pudiera parecer fuera de lugar o motivo de deslucimiento: el creciente y cotidiano consumo de marihuana, cocaína y otras drogas en el trabajo, una peste que se extiende más rápido de lo que nos imaginamos y que trae consigo un profundo deterioro en las personas, en su economía familiar, la educación de los hijos, la inseguridad y la sociedad en general.
Un amigo con una fábrica que ronda los mil trabajadores practicó sin aviso un antidoping a la totalidad de sus obreros con un resultado inesperado: 40% positivos en mariguana y 10% positivos en cocaína y otras substancias, su decisión fue correr a los cocainómanos y conservar a los mariguanos exhortándolos y vigilando que no lo hagan en el trabajo, su razonamiento era que de otro modo se quedaría sin la mitad de la planta productiva y sería el colapso de su fábrica. Sin contar con información de primera mano, es de esperar que muchas de las empresas de la región tengan una proporción similar, lo cual representa una situación verdaderamente alarmante. Por desgracia el problema se extiende por igual a trabajadores de la construcción, choferes y en general a la mayoría de los oficios.
El tema es sumamente complejo, entre muchos otros factores, tiene que ver con la creciente facilidad de acceso a los estupefacientes, la laxitud o abierta tolerancia con los distribuidores al menudeo, las oportunidades de empleo que mejoran el poder adquisitivo, lo monótono del trabajo, la pérdida de valores, la deficiencia en la educación, la indiferencia hacia la cultura y la excesiva exposición a la basura mediática.
No es fácil erradicar de un adulto estas dependencias, la expulsión del centro de trabajo no es la solución, la práctica de estas redadas antidoping en todas las empresas, el apoyo psicológico para su tratamiento, el trabajo con las esposas y los hijos de los trabajadores, la educación en valores, las actividades deportivas y recreativas promovidas por la misma empresa y la capacitación, todo suma para detener esta epidemia.
Lo que a todos nos quedó claro en el evento, es que como empresarios no podemos quedarnos cruzados de brazos ante esta realidad, que nuestra responsabilidad va más allá de las utilidades, que el compromiso para con nuestros trabajadores no termina cuando salen de la empresa. Ya sea por convicción, precaución o miedo, debemos poner el mismo esfuerzo, talento, ingenio y tenacidad que hemos utilizado para ser exitosos, ahora para sanar este cáncer que está carcomiendo la sociedad en que vivimos.
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