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Esther Sanginés García*
Miércoles 22 de junio de 2022
El pasado sábado, con el fin de darle continuidad a la lucha encabezada por Martin Luther King, miles de manifestantes se concentraron en Washington, D.C., capital de Estados Unidos. El motivo específico fue el de reimpulsar la que fue su última movilización, misma que se denominó La Campaña de los Pobres. En tal marco, en estas líneas expongo una reseña del libro Un sueño de igualdad.
El libro[1] escrito por Martín Luther King, Premio Nobel de la Paz, sigue teniendo una gran actualidad, es muy importante su lectura crítica para saber tanto los alcances como las limitaciones del movimiento por los derechos civiles.
El libro comienza con un capítulo genial, La detención decisiva, que nos narra cómo una acción digna se convierte en el detonante de un movimiento primero local y después nacional con apoyos internacionales: “El 1 de diciembre de 1955, una atractiva costurera negra, la señora Rosa Park, subió al autobús… Volvía a casa después de su jornada habitual de trabajo… Cansadas sus piernas a causa de haber permanecido de pie largas horas, la señora Park se sentó en el primer asiento detrás del departamento reservado a blancos. No hacía mucho que había tomado asiento, cuando el empleado del autobús le ordenó, junto con otros tres pasajeros negros, que se levantara para acomodar a otros pasajeros blancos. En aquel momento todos los asientos del autobús estaban ocupados…” (p. 9) .
Los otros tres pasajeros obedecieron; ese jueves, la señora Rosa Park se negó, cansada como estaba, a darle su asiento, en el área para pasajeros negros a un hombre blanco, el resultado fue que la detuvieron y así empezó una historia muy interesante de solidaridad, organización y resistencia pacífica.
Los ministros de las distintas iglesias cristianas se convirtieron, sin pensarlo, ni desearlo, en líderes del movimiento, el viernes la noticia había corrido como un río en tiempo de lluvia, los feligreses acudieron el domingo a sus iglesias. Allí se decidió el boicot a los autobuses. Los ministros se comunicaron entre sí para convocar a una reunión masiva el lunes por la noche, la respuesta fue extraordinaria, incluso los no religiosos se congregaron.
¿Por qué los ministros de las Iglesias? Tiene que ver con la terrible historia de la esclavitud en los Estados Unidos; los negros, cazados como fieras en África, embarcados como animales, eran vendidos a diferentes compradores, procurando que no quedaran dos personas que hablaran el mismo idioma bajo el mismo “poseedor” de esclavos, les fueron negados su idioma, sus costumbres, sus creencias, las únicas reuniones que se permitían eran los servicios religiosos, con pastores negros cristianos, así todo el sentido de comunidad y de espiritualidad se dirigió hacia la religión cristiana, era fácil identificar sus sufrimientos con los de Jesús y pensar que sus sufrimientos acabarían en el cielo.
Incluso en nuestros días en los templos donde asisten los negros, la entrega a los cantos y a los servicios religiosos es muy contagiosa.
Por sus cualidades como orador y como gran escritor, Martin Luther King fue electo como presidente. Su sorpresa fue menor que sus dudas sobre los supuestos éticos de su comportamiento y liderazgo no deseado, que son muy ilustrativas de lo que significa el dominio del sistema capitalista y las variantes religiosas sobre las mentes.
Del primer capítulo se derivan los siguientes: El día Clave y Los autobuses integrados.
Pasa a una segunda parte donde entra en reflexiones religiosas, Ser un buen prójimo, con una lectura personal de la parábola del “buen samaritano”.
Ocho años después escribe una Carta desde la Cárcel de Birminghan a sus sacerdotes y compañeros; sí, el largo movimiento seguía y se buscaban chivos expiatorios. El movimiento siguió cada vez con mayor fuerza, como podemos aprender en El verano de nuestra protesta. Es un artículo muy crítico donde avanza al reconocimiento de la criminal acción del poder blanco anglosajón protestante hacia otras minorías: “Nuestra nación vino al mundo con el estigma del genocidio, cuando abrazó la doctrina según la cual el norteamericano original, el indio, pertenecía a una raza inferior…” (p.111. Hay que leerlo con calma, reflexionando cada idea
El capítulo Los tiempos venideros no tiene desperdicio, nos muestra todas las argucias que se usan desde el poder, desde la prensa alineada, con el fin de orillar a los líderes para neutralizar un movimiento contra el que no pueden. Allí narra un programa de televisión Encuentro con la prensa, en él se les plantean las preguntas que estaban en boca de muchos blancos ¿Cuánto quiere el negro? Pero detrás y subyacente estaban las posibilidades de cooptación “se nos preguntó si de hecho se podía confiar en nosotros para contener las mareas embravecidas de protesta… Algunas de las preguntas implicaban que nuestro liderato sería juzgado según nuestra capacidad de ‘evitar que el negro vaya demasiado lejos’” (p.135).
Esta es la misma propuesta que López Mateos hizo a Demetrio Vallejo, contener el movimiento ferrocarrilero, es la misma propuesta que hacen a los líderes visibles de un movimiento auténtico, por no aceptar esas componendas y arreglos en lo oscurito llevaron a López Obrador al desafuero (¿se acuerdan?).
Luther King demuestra una gran claridad “Fue el pueblo quien movió a sus líderes y no éstos los que le movieron a él…” (p.127).
Las limitaciones del Movimiento
Más allá de que el movimiento fue espectacular, que logró por lo menos en el papel obtener los plenos derechos civiles para los negros, no se planteó la transformación de un sistema injusto que ha llevado a un presidente negro (bastante blanqueado) a la Presidencia de los Estados Unidos, ha abierto las universidades, pero sigue siendo tremendamente injusto, pues finalmente lo que se quería era que el sistema los integrara y ellos integrarse en el sistema:
“Es imposible crear una fórmula para el futuro que no tenga en cuenta que nuestra sociedad ha estado durante cientos de años haciendo algo especial en contra del negro. ¿Cómo, entonces, se le podrá absorber en la corriente principal de la vida norteamericana si no hacemos algo especial para él ahora, con el fin de equilibrar la ecuación y de ponerle en condiciones de competir sobre una base justa y equitativa?” (p.130).
Y más adelante “Los negros necesitan, además del derecho a entrar en cualquier establecimiento abierto al público, que se les absorba en nuestro sistema económico de forma tal que puedan ejercitar ese derecho. La lucha por los derechos es en última instancia, una lucha por las oportunidades…” (pp. 132-133, sin subrayar en el original).
Desde nuestro siglo XXI, es fácil ver esas limitantes. En esos momentos el movimiento fue profundamente revolucionario y efectivo, nos enseña las posibilidades de la organización y la solidaridad. El libro, además, está escrito en forma muy amena. Aprendamos de ellos para poder ir más allá, lo recomiendo ampliamente.
Al final vienen su declaración de principios: Tengo un sueño y su Discurso de aceptación del Premio Nobel. Disfruten la lectura.
Referencia:
[1] Martin Luther King, Un sueño de igualdad, Editorial Sol 90, Colección Biblioteca Pensamiento Crítico, s/l, 2010.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece la autora.
Imagen de portada: Mural de Martin Luther King en Noise, Idaho, EEUU. | Foto: Lee Ann Cline (@leeanneva) / Unsplash.
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