SOMOSMASS99
Oscar Alzaga*
Jueves 2 de noviembre de 2023
Juan Rulfo explica su novela:
“Pedro Páramo es un cacique (…) Estos sujetos aparecieron en nuestro continente desde la época de la conquista con el nombre de encomenderos, y ni las Leyes de Indias ni el fin del coloniaje, ni aún las revoluciones, lograron extirpar esa mala yerba…
“Pedro Páramo es un cacique de los que abundan todavía en nuestros países: hombres que adquieren poder mediante la acumulación de bienes y éstos, a su vez, les otorgan un grado muy alto de impunidad para someter al prójimo e imponer sus propias leyes…
“Las fuerzas del poder, no obstante que operan en todas direcciones, permanecen en la oscuridad. Uno debería saber dónde se oculta aquello que causa a veces tanto daño, (…) qué es lo que hace tan miserable nuestra vida. Usted dirá (le dice Rulfo al periodista) que ese planteamiento no aparece en Pedro Páramo; pero yo le digo que sí, que allí está desde el principio y que toda la novela se reduce a esa sola y única pregunta: ¿dónde está la fuerza que causa tanta miseria? Y hablo de miseria con todas sus implicaciones”.
– Rulfo nunca publicó esta nota. Apareció después de su muerte en Cuadernos de Juan Rulfo (Ed. Era, 1994) y en La revista Murmullos, núm. 1 (1999), Fundación Juan Rulfo.
Esta es una lectura entre las muchas que tiene la novela, pues toda gran obra artística siempre cuenta con diversas interpretaciones, tantas, como atentos lectores tenga.
La explicación del personaje de Pedro Páramo es clara. Es un hombre de horca y cuchillo, y Rulfo lo hace explícito. Revela lo más complejo del personaje y su obra: “las fuerzas del poder, no obstante que operan en todas direcciones, permanecen en la oscuridad”. Y agrega: “Uno debería saber dónde se oculta aquello que causa tanto daño”. Y nos da la clave: todos saben quién es el dueño de Comala, pero pocos saben cómo ejerce el poder y a través de quién o quiénes.
La lectura política de Rulfo exige un lector agudo, activo, no pasivo: el cacique acumula propiedades y ejerce la violencia con impunidad; obtiene las mujeres que quiere y tiene a los hijos abandonados; miente, simula y corrompe autoridades; engaña al pueblo; soborna a la iglesia; mata con pistoleros; su abogado tuerce leyes y el cacique corrompe hasta a los “revolucionarios” que se levantan en la Revolución. La tragedia culmina con el abandono de Comala y la población a su suerte, al ordenar el cacique parar todas las labores agrarias y comerciales de la Media Luna. Así, él trae la miseria, la gente se va y quedan puras almas en pena en aquel pueblo y campo. El pueblo ignora: “(no) sabe dónde se oculta todo aquello que causa tanto daño”.
Casi al final de la novela, Pedro Páramo, en un arranque y exceso de poder, se molesta con el pueblo que hace una fiesta y se divierte, él los sentencia: -Dejaré morir a Comala.
La oligarquía, la cúspide patronal y empresarial de México, es la principal fuerza de poder económico y, por tanto, político; lo primero que aprenden es a no dar la cara, a ocultar su poder, lo ejercen a través de sus gerentes, directores, publicistas, cámaras patronales, partidos, gobiernos, etc. Es entonces cuando nos ilustra esa idea Rulfo:
“… no obstante que operan en todas direcciones, permanecen en la oscuridad. Uno debería saber dónde se oculta aquello que causa a veces tanto daño…”
En otra parte de la novela, Pedro Páramo les dice a los revolucionarios en armas:
“¿Cuánto necesitan para hacer su revolución? –preguntó Pedro Páramo-. Tal vez yo pueda ayudarlos.”
Pero la novela no es una obra política ni un manual de engaños del cacique, es mucho más que todo eso, es una obra maestra de la literatura universal. Pedro Páramo contiene una profunda belleza, una creación única. Nos hace comprender -pero no de modo obvio- que de los poderosos que causan tanto daño y se ocultan, pocos (sus servidores) saben cómo ejercen el poder y a través de quién o quiénes. Pese a que “adquieren poder mediante la acumulación de bienes y éstos, a su vez, les otorgan un grado muy alto de impunidad”. El poder se vuelve intemporal e impersonal, su retrato tiene dos caras, la pública y la oculta. Porque el enemigo de los pueblos, en el fondo, es similar en todos lados: ¿Qué sucedería si no ocultara su verdadero rostro al pueblo?
El alcance y visión del poder del cacique incluye a sus propios enemigos, aquellos que se levantaron contra él, pero el cacique resulta más hábil, corrompe a los mismos revolucionarios. Como hoy a los dirigentes del PRD y otros partidos, como a los líderes de tantos sindicatos, centrales y funcionarios de gobiernos neoliberales, incluidos presidentes. El encuentro del cacique con los revolucionarios nos recuerda el abrazo de Acatempan, cuando Iturbide engaña a Guerrero; o el crimen de Madero en manos del leal Huerta, o el crimen de Chinameca, cuando Guajardo engaña a Zapata. Al PRD no lo engañaron, lo corrompieron.
Conforme pasa el tiempo las palabras y los pasajes de la novela cobran otros significados desconocidos, como ocurre siempre con las grandes obras de arte. Pedro Páramo es un libro breve, a la vez que infinito, contiene cualquier cantidad de significados e interpretaciones en sus capítulos y párrafos, y por encima de todo está belleza de la narrativa y las palabras, es un clásico de la literatura. Un ejemplo:
“Oía de vez en cuando el sonido de las palabras, y notaba la diferencia. Porque las palabras que había oído hasta entonces, hasta entonces lo supe, no tenían ningún sonido, no sonaban, se sentían; pero sin sonido, como las que se oyen durante los sueños”.
* Abogado del Sindicato Minero y la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas (ALAL), y la Asociación Internacional de Juristas Democráticos (AIJD).
Imagen de portada (ilustrativa): Juan Rulfo (izq.) y Carlos Velo en Comala. | Foto: Fundación Juan Rulfo.
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