SOMOSMASS99
Laura Cuevas Rodríguez*
Miércoles 2 de noviembre de 2022
La realidad que vive un número muy grande de mexicanos y mexicanas no ha alcanzado aún, y por mucho, lo prometido por el gobierno de la Cuarta Transformación.
La gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador ha tenido retos y obstáculos de sobra. Para una demostración de lo anterior, basta recordar la crisis de salud y económica originada por la pandemia del Covid-19. Y para agravar las cosas vino el desarrollo del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, hecho que ha afectado a la economía mundial. No sobra decir que, como muchos mexicanos, reconozco el buen manejo de la pandemia y de la economía durante estos tiempos difíciles, sin duda el presidente y su equipo han realizado un trabajo digno al respecto.
De igual manera, se reconoce el trabajo y la voluntad del ejecutivo para alcanzar el estado de bienestar del pueblo en general y de los pueblos indígenas en particular, así como el avance de los proyectos de infraestructura para el desarrollo del país.
Sin embargo, es necesario decir que los avances hasta hoy alcanzados o en camino de lograrse no han llegado a un segmento de la población que continúa viviendo al día, que obtiene sus ingresos de subempleos o de empleos mal remunerados y con jornadas de trabajo inhumanas que les impiden cualquier aspiración al desarrollo y al progreso.
Son personas, hombres y mujeres, jóvenes: obreros, empleados albañiles, tianguistas, vendedores ambulantes que no son, por su edad, candidatos a una pensión, a una beca o a algún otro escurridizo apoyo gubernamental.
Cuando veo a una joven madre obrera con los ojos cansados y tristes de sueño porque ha laborado durante el turno nocturno en la fábrica, me queda clara la razón por la que no puede hacerse cargo del cuidado de sus hijos. Lo anterior debido a la condiciones laborales en las que se desempeña; condiciones que le traen consecuencias en su estado físico y de salud, mismo que a pesar de su juventud se ve superado y doblegado por el ritmo inhumano de vida que impone el rolar turnos. En el fondo, lo que visualizo en esas mujeres es la profunda injusticia y falta de oportunidades que ha padecido la mayor parte de la gente que habita este país.
Son tantos los dolores y carencias de esta patria nuestra, que resulta cuesta arriba romper con la inercia de la ola de pobreza, marginación y falta de oportunidades en la que el pueblo ha estado sumergido durante décadas.
Da la impresión que revertir ese estado de cosas llevará tanto tiempo y esfuerzos como en el caso de la violencia, en la que también hemos vivido desde hace tiempo.
Cuando el estado de bienestar llegue a las madres trabajadoras obreras y sea una ley que las mujeres con hijos menores de dieciocho años puedan laborar en un solo turno, sin estar obligadas a rolar, habremos avanzado y ello sin duda se reflejará en el tejido social.
Cabe recordar que el rolar turnos en las fábricas es una práctica que atenta contra la salud tanto de hombres como de mujeres, es una forma de trabajo inhumana establecida desde el siglo XIX y que limita la capacidad de los trabajadores para organizar su vida personal y social. Y por supuesto, afecta la salud física y emocional de todas las personas que tienen que sufrir ese sistema laboral. Sin duda, todo ello no es casual. Es justo que dicha estructura desapareciese del todo, pero, para comenzar, se podría liberar a las obreras que son madres de hijos menores de edad de ese horario rotativo.
¿Qué es lo que se tiene que hacer? Tal vez una reforma laboral que observe lo señalado. Pero sin duda, se requiere de empresarios más humanos y conscientes de que su negocio funciona con personas y que éstas tienen familia, hijos, madres, padres, hermanos… que son sujetos y no objetos.
Me resulta difícil pedir que lo atienda el presidente. Sin embargo, es más difícil pedir que lo haga el gobernador de Guanajuato o los empresarios, o el presidente municipal… así que, con todo y desde este modesto espacio, pido que el presidente añada una tarea más a su lista: presentar una iniciativa de ley para que las mujeres obreras madres de familia no rolen turnos, que tengan un horario laboral fijo.
Pero, sobre todo, considero que como comunidad es deseable que seamos más solidarios, menos individualistas, más politizados y que actuemos en consecuencia, que exijamos y luchemos por más justicia laboral para todos.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece la autora.
Foto de portada: Quân Lê Quốc / Pixabay.
0 Comentario