SOMOSMASS99
Emma Aguado
Acámbaro, Gto. / Viernes 7 de junio de 2018
Dedicado a Amaranta
Tal como sucede con el aterrizaje de un pájaro, la primera vez que Amaranta posó su pico y alas en mi vida fue hace unos 13 años en una casa hoy muy añorada en un callejón llamado Púquero, en Guanajuato, lugar de ranas y otros cantos. Desde entonces entre nosotras han sucedido poco más de un millón de vuelos propios y también ajenos, a veces cruzados, otras haciendo círculos y líneas rectas que jamás regresan.
Yo no sabía de la habilidad aviar de Amaranta porque aunque ella no lo considere así o quizá sí, su poesía es un constante picoteo, como esas lluvias tenues persistentes, y lo vine a saber hasta aquel nuevo encuentro en la ciudad de León en 2014 cuando por suerte eché en mi morral un libro que de sus propias manos recibí, titulado Vanitas, sorprendida de mirar el cadáver del pájaro que ilustra su portada comparándolo luego con el título que evoca más bien algo un poco menos severo que la muerte, algo que nos recuerda más bien la fragilidad y el paso a veces ingrávido por esta vida.
Confieso que no soy experta en amarantismos, pero también confieso mi deseo de serlo.
Sus vuelos son auténticos y su palabra es, aún cuando dibuja, un logrado y hermoso trabajo de autodescubrimiento. Leerla es también conocerla, es decir, leerla es comer y beber con ella en su mesa de Guanajuato, conocer la cocina de su abuela, mirar a través de sus ojos, de su pico, de sus cejas, sus días con su sonrisa oblicua, su cabeza ladeada y su congoja constante de frontera tijuanense, su deseo de volar sin papeles, de ser papalote, desprenderse de los muros, de los hierros, tocar al otro, perderse él, tocar su cabello, abrir las piernas, sonreir, volverse niña, corazón alado, hoja que canta.
Amaranta es además de pintora, ave artista ave mujer, ave guerrera, una constante ruta hacia el árbol, hacia el musgo, al mar, con ella me revisto de calle y bicicletas, también de vuelos.
He sido admiradora confesa de sus diseños alados, la manera sutil, encantadora de exponer las tripas y enredar sus pájaros en ellas me desquicia.
Con ella a uno no le queda más remedio que conocer pájaros nuevos, buscarlos en la enciclopedia por su nombre latino y sorprenderse porque parece que en Amaratanta todo se teje con hilos finos, la música, las alas, las palabras, los vuelos.
Imágenes de interiores de las Series Pájaros Humanos y Pájaros y Corazones, de Amaranta Caballero. | Fotos: Emma Aguado / SomosMass99.
Foto de portada: Pixabay.
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