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Isela Barrenzuela*
Guerra Fría, militarización, golpes de Estado por doquier; éstos y otros acontecimientos violentos marcaron las décadas de 1960 y 1970 en América Latina. Un pueblo golpeado desde la llegada de los europeos estaba siendo nuevamente masacrado por sus propios habitantes. La población estaba desalentada, angustiada y resignada a sobrevivir bajo los regímenes de quienes se disputaban el poder.
En este contexto sobrio y austero apareció la literatura para recordarle al pueblo que todavía quedaba esperanza, que todavía no era el momento de rendirse, que todavía debían seguir luchando… Muchos escritores alzaron su voz en señal de protesta, muchos fueron escuchados, pero hubo uno que fue premiado con el mayor galardón que un escritor puede recibir, hubo uno que le recordó al pueblo latinoamericano sus talentos y los diferentes caminos que existen para salir del desierto. Hubo uno que levantó la autoestima de América Latina, que nos recordó que todavía éramos buenos para algo, ese fue Gabriel García Márquez.
“Ojos de perro azul” es una recopilación de once cuentos escritos entre 1947 y 1955 por el genio colombiano. Un hombre, una mujer, una historia. El único hombre que no recuerda lo que sueña se junta con la única mujer con ojos de perro azul, ésta es la temática del sexto relato de esta colección literaria, el cual lleva el mismo nombre del libro.
Soledad. Dos entes solitarios se encuentran en un lugar desconocido, pero en la misma habitación de siempre. La dama, al encontrarse en una realidad irreal, busca con desenfreno al hombre de sus sueños, mas nunca logra hallarlo. El hombre, en el olvido, anhela volver a soñar sin imaginar a quién se encontrará en esa habitación al lado del velador.
Pasión. Una relación sin nombre que se alimenta de miradas, miradas excitadas, profundas y confusas; no obstante, anhelan la cercanía de sus cuerpos, porque sus almas juntas ya están, y aunque la relación se sostiene “a la distancia”, ambos esperan el momento en el que el contacto físico pueda consumarse.
Miedo. Miedo a perderse, miedo a despertar, miedo a encontrarse nuevamente con esa realidad vacía, frágil, monótona. Están envueltos en una relación tan endeble que una pequeña cucharita puede resquebrajarla.
“Entonces me miró. Yo creía que me miraba por primera vez. Pero luego, cuando dio la vuelta por detrás del velador y yo seguía sintiendo sobre el hombro, a mis espaldas, su resbaladiza y oleosa mirada, comprendí que era yo quien la miraba por primera vez.” Narrativa propia del realismo mágico, esa manera extraña de crear una mistura perfecta entre la realidad y la fantasía.
Esta corriente literaria nació entre 1930 y 1940, pero llegó a su auge veinticinco años después en Sudamérica. En ella se concentran algunas tendencias literarias como el indigenismo y el posmodernismo. Este modo de narrar una historia le da cabida al psicoanálisis y a los sueños con tintes surrealistas de muchos de los protagonistas de estos relatos. La distorsión del tiempo, denuncia social y predominancia mitológica son temas que constantemente se repiten en las obras literarias que pertenecen a esta corriente.
“A veces, en otros sueños, he creído que no eres sino una estatuilla de bronce en el rincón de algún museo. Tal vez por eso sientes frío», menciona el hombre del cuento, transformando la atmósfera en un ambiente netamente surrealista, corriente que envuelve las palabras de García Márquez en muchos de los episodios del relato.
El ordenado desorden de los tiempos en la historia le permite al lector perderse y volver a encontrar el camino oración tras oración, alimentando el interés por desenmarañar la trama. El factor sorpresa y las ansias por culminar el relato impiden la percepción del final, pero como Eric Hoffer dijo una vez: “No es nada sencillo entender lo simple”.
“Cien años de soledad” es la obra cumbre del Nobel latinoamericano. Algunos afirman que es una novela complicada, pero una estrategia que podía dar buenos resultados es comenzar a leer las historias cortas de este literato antes de ir por el plato fuerte.
Llega a ser sencillo introducirnos en el mundo de la literatura partiendo de un autor cercano a nuestra realidad. Muchas veces es complicado sentirnos identificados con escritores de hace cien años que vivieron más allá del Atlántico, así que “Ojos de perro azul” de Gabriel García Márquez siempre es una opción recomendable.
* Las fotos y la información se publican en alianza con MIRevista Cultural de Perú.
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